Cuatro meses después…
Estoy muy nerviosa, hoy llega Marco de jugar en Londres. Tengo muchas ganas de verle y por ese motivo las clases de esta mañana no han ido muy bien. Los niños me preguntaban muchas cosas por mi mente solo estaba en él, en él y en todo lo que le echo de menos. Llevamos cuatro meses casados y lo peor que llevo es despedirme de él, aunque solamente sean un par de días. No quiero imaginarme como me voy a sentir cuando se concentre con la selección si ahora parece que la casa se me cae encima sin él. Pero lo elegí a él y a la vida que tenía, así que solo tengo que acostumbrarme a ello, el resto de las chicas lo llevan bastante bien, así que yo también puedo.
El sonido de la cerradura abriéndose me indica que Marco ya está en casa y los nervios vuelven a invadirme. Oigo como posa las llaves en la entrada y deja la maleta en el salón para después dirigirse a la cocina donde me encuentro terminando de preparar la cena. Se acerca a mí que me encuentro de espaldas a él y atrapa mi cintura entre sus manos.
- Qué bien huele – me susurra haciendo que se me erice la piel.
- En unos minutos estará lista, puedes darte una ducha de mientras y luego cenamos en el jardín – le respondo apartando la sartén del fuego.
- ¿Así es como me recibe mi esposa después de estar sin verme unos días? – me pregunta mientras me gira y me encuentro con un precioso puchero.
- ¿Tan desesperado estás? – pregunto mientras me río y el asiente mientras me pone ojitos.
Y como si fuese el fin del mundo me atrae hacia él con fuerza y une nuestros labios. Me besa desesperado y yo le correspondo de igual manera porque le echaba de menos. Cuando nos separamos se marcha a la ducha mientras le doy entre risas una palmada en el culo. Termino de hacer la cena y la llevo hasta el jardín ya que hoy hace muy bueno para cenar fuera.
Marco sale y me planta un beso en el pelo para después sentarse al otro lado de la mesa. Nos pasamos toda la noche hablando sobre lo que habíamos hecho durante estos días que hemos estado separados. Cuando acabamos y tomamos postre, decido que es hora de tomarnos algo mientras nos sentamos en el sofá que hay fuera mientras contemplamos acurrucados las estrellas. Echaba de menos estar así con él, sintiéndole.
- Ahora vuelvo, voy al baño – le digo mientras deposito un beso en su mejilla.
- ¿Estás bien? – me pregunta preocupado – últimamente has estado algo enferma – me dice.
- Sí tranquilo – le contesto mintiéndole – solo voy a hacer mis necesidades – le respondo mientras me río nerviosa.
Paso de largo el baño y me dirijo a nuestra habitación mientras mis nervios incrementan. Tengo un nudo en la garganta mientras vuelvo al jardín. Cuando llego Marco alza una ceja sin entender nada y me mira expectante.
- Toma – le digo mientras le tiendo la caja que he traído – han dejado esto para ti mientras no estabas – le sigo explicando.
- ¿Quieres que lo abra ahora? – me pregunta y yo asiento – puede esperar a mañana, probablemente sea de alguna marca o algo – me dice mientras deja la caja en el suelo para centrarse en mí otra vez.
- Pero yo quiero que lo abras ahora – le respondo mientras cojo la caja del suelo y se la vuelvo a dar.
Marco sostiene la caja y comienza a abrirla cuidadosamente, como siempre hace. Quita los papeles que hay dentro obstaculizando lo que se encuentra dentro y después saca lo que hay dentro. Su cara es un poema, está confuso y no entiende nada. Abre lo que lleva en la mano para cercionarse de lo que hay dentro y después mira dentro en la caja para ver si hay más. Al darse cuenta saca lo que queda y lo mira fijamente. Unas lágrimas comienzan a surcar su cara, acompañadas por las mías que llevan ahí en mi cara desde que saco el pequeño body del Real Madrid. Sostiene uno de los test en la mano y me lo muestra.
- Estás… - intenta decir pero no puede – estás embarazada – me pregunta.
- Felicidades futuro papá – le respondo mientras sonrío.