Hoy comienza un nuevo día, me asomo por la ventara y respiro el aire helado de una fría mañana de invierno. En el ambiente se nota y es que hoy es noche vieja. Sí, el último día del año. Y la verdad es que este año ha tenido muchas cosas, buena y malas. Es un año que recordaré toda la vida, pero la vida sigue y con ella yo también.
Como cada año me abrigo bien fuerte y salgo junto a Natt a desayunar fuera. Para mi hermana y para mí era una tradición que el último día del año fuéramos a desayunar chocolate con churros, así que desde que se fue, siempre lo hago con la peque. Es una manera de conservar nuestra tradición y de que Natt también la aprecie tanto como lo hacíamos las dos.
Desayunamos en la misma cafetería de siempre entre juegos y risas, al acabar vamos al parque a jugar un poco y volvemos a casa a la hora de la comida. Tras ella decido quedarme en casa para ayudar a mi madre a preparar la cena, mientras mi padre se lleva a Natt a dar una vuelta.
Cuando la cena esta lista nos sentamos todos en la mesa, mis padres, mi hermano, Natt y yo. Este año no nos apetece pasar las fiestas con la familia, hemos optado por algo más íntimo y tranquilo.
Se nota que falta alguien pero entre todos intentamos que no se nos note, por Natt. A veces nos cuesta porque estas fiestas son para pasarla en familia, y ellos eran y siguen siendo nuestra familia. Y sé que allá donde estén, hoy están aquí con nosotros. Así que por estos días dejamos atrás las continuas discusiones y peleas.
Queda unos minutos para que den las doce y comience el nuevo año. En la mesa está todo preparado. Los lacasitos para Natt, las aceitunas para mi hermano y las uvas para mí, ya que mis padres no son de comer nada.
Al rato comienzan las campanadas, Natt no consigue llevar el ritmo, aunque es lógico, tan solo tiene 5 años. Mi hermano como siempre hace de las suyas y se acaba atragantándose provocando que me ría y que casi no pueda seguir el ritmo. Pero como no, siempre acabo ganando yo y acabando cuando hay que acabar.
Nos saludamos y felicitamos todos el año nuevo y tras la ventana comenzamos a ver los cohetes y fuegos artificiales. A Natt le encantan, aunque hace un par de años les tenía miedo.
Cojo el móvil y me dispongo a llamar, suena un tono, dos, incluso hasta cinco, pero nadie me lo coge, supongo que las líneas están colapsadas, así que espero hasta dentro de un rato para volver a llamar.
Al cabo de un rato suena el móvil y me voy a mi habitación para poder hablar y escuchar mejor la llamada.
- Hola cariño – contesto.
- Hola amor – me contesta – Feliz año nuevo, ojalá poder estar contigo ahora – me dice.
- Feliz año a ti también Marquito. Y lo sé cielo, pero este año queríamos estar solos – le contesto.
- Ya sé, por cierto se me olvido decirte que no te he contestado antes porque no he oído el móvil – me dice casi gritando – esto está lleno de gente y de música. Lo siento – me dice cómo puedo.
- Ya veo ya – le contesto mientras me río – pues no te entretengo más. Mañana hablamos. No bebas mucho. Te quiero – le digo.
- Yo también te quiero peque – me contesta y colgamos a la vez la llamada.
Estamos un par de horas jugando a las cartas como de costumbre hasta que nos vamos a la cama. No tardo mucho en coger el sueño y duermo profundamente como hacía mucho que no lo hacía.
Suele decirse que cuando se empieza un año nuevo es para dejar todas las cosas malas atrás y pasar con las buenas. Se dice también que si el año ha sido malo, el año que entrante va a ser muy bueno. También se suele decir que después de la tormenta siempre viene la calma, e incluso se dice que si la vida nos pone obstáculos y dificultades es porque tiene algo bueno preparado para nosotros en un futuro.
Suele decirse sí.
Pero yo ya os dije que yo no soy una chica normal con una historia normal. Os dije que si querías saber mi historia solo tenías que seguir leyendo. Y por lo que veo sigues leyendo, así que todo esto no tiene porque extrañarte.
¿Nunca os habéis parado a pensar en porque todo esto siempre le pasa a una misma persona? ¿Por qué siempre a la misma? ¿Por qué siempre a mí? Yo me he hecho estas preguntas un millón de veces pero nunca encuentro la respuesta correcta, siempre tengo varias hipótesis, pero segura al cien por cien nunca.
A veces pienso que algo hice mal, algo muy malo para que ahora de una manera u otra lo esté pagando yo. Otras veces pienso que algún familiar hizo algo terrible y yo después de varias generaciones lo estoy pagando. ¿Surrealista no? Pero ya no sé qué pensar. Puede que simplemente tenga mala suerte y todas las desgracias me pasan a mí o puede que el destino, mi destino esté escrito ya y sea un camino tortuoso, un camino empedrado por el que es difícil caminar.