Mil Estrellas Por Ti

Capítulo 3

Después de ese desmayo épico de película romántica de serie, salí huyendo hacia donde estuviese Carla, para pedirle y sí era el caso, suplicarle que nos fuéramos, ya que, después de todo lo que me había ocurrido a lo largo del día, lo único que me faltaba es que me cagara una paloma, para finalizar como la típica frase: “el popo de las palomas da buena suerte”, ya me lo imagino y me muero.

—Oye, ¿en dónde estamos? —Pregunté en mi letargo, ya que estos departamentos no se parecían en nada a los míos, o ¿tal vez si eran?

—En mi departamento —dijo Carla con entusiasmo.

Ay, Joder. No puede evitar abrir mis ojos como dos huevos fritos. Ir a la casa de Carla, era como ir al infierno, bueno, esto era una opinión subjetiva, ya que, si le preguntabas al vecino de abajo, te diría: “es una persona tranquila y muy amable”, error en lo primero y aplausos por lo segundo.

—Sí me hubieses dejado en un basurero, me encontraría a salvo —argumenté con poca firmeza, ya que, me siento del carajo y lo único que pienso es dormir, pero no sería yo, si no hubiese un drama de por medio.

—Ja, ja, muy graciosa nos resultó la niña. Tranquila, todo estará bien.

—¿Sabes?, pareciera que me fueras a matar.

—Tal vez, pero de alegría —expresó mi amiga abriendo la puerta de su infierno personal.

                              ♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫♪♫

El baño con agua calientita fue lo mejor que pudieron haber inventado, pensé, mientras me vestía con mi ropa, ya que, si me vestía con la de Carla, me tiraría de este piso, y lamentablemente esté era el segundo piso, no llegaría nada.

Salí al corredor para tomarme un té y decirle a Carla que me iría acostar temprano, ya que, me sentía muy cansada, pero ni al haber dado dos pasos, se escuchó el comienzo de una música lenta.

Ay, no, ay, no. Protégeme virgen, que no sea lo que esté pensando, es muy temprano, son las ocho, después de las ocho Carla nunca hace nada, nunca, nunca.

—Súbele

—¿Esta bien, así?

—Súbele más.

Y ese “súbele más” fue mi completa perdición, apenas podía oír mis pensamientos y eso que evitaba pensar mucho, ya que mi delito crónico, era pensar mil pendejadas por hora y por día, mientras realizaba cualquier actividad, pero en este caso, no podía ni formular nada coherente.

—CARLAAAAAAAA! —Grité más por enojo, que para que pudiera oírme, pero parecía que me coloque un micrófono, porque llego al instante.

—Dime, bebé —dijo de forma seductora.

—En primer lugar, no me digas bebé, y en segundo y más importante — me interrumpió diciendo: —¿Si es importante porque me la dices en segundo lugar? — dijo con una sonrisa de burla.

Lo único que puedo aspirar a ser en esta vida, es ser contadora por obligación y una lectora en empedernida, pero si pudiera elegir otra profesión sería la de asesina, y asesinaría a alguien muy, pero muy específico.

Suspiré para tranquilizarme, y seguí como si nada.

—¿Por qué haces una fiesta en día semana?, es lunes. LUNES —enfatice muchas veces para que lo entendierá.

—Nunca está de más una fiesta.

—¿Con motivo de qué si se puede saber? —señale de forma sarcástica.

—A la vida —exclamó con simpleza.

Me le quede viendo, como ¿quéeeeee?

—No, enserio chama. ¿No has visto los mensajes del grupo de la empresa?

—No, porque me estaba muriendo, ¿recuerdas?

Puso los ojos en blanco y me dijo: —El jefe nos dio una semana libre, ya que anunciaron que habría mucho lluvia y tormentas, y sabía que la mayoría de sus empleados no teníamos transporte propio. ¡Qué generoso es! —agregó muy…melosa.

No quiero ni imaginar, porque lo dijo así.

Lo único que dije fue:

—Mmmm, está bien

Y me fui a engañarme que dormía, porque nadie podía dormir con esa música altísima, más que el señor sordo del segundo piso que decía: “es una persona tranquila y muy amable”.



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En el texto hay: romance risa amistad amor

Editado: 23.12.2023

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