Capítulo 2

En las semanas siguientes, Mateo y Sofía exploraron la reserva natural juntos. Mateo documentaba la biodiversidad única del lugar, mientras que Sofía compartía con él su conocimiento y pasión. Con cada nueva especie descubierta y cada nuevo sendero recorrido, se encontraba disfrutando cada vez más de la compañía del otro.

"Mira esto, Sofía", dijo Mateo una tarde, señalando un grupo de mariposas azules que revoloteaban cerca. "Nunca he visto mariposas de ese color antes". Sofía sonrió ante su asombro. "Son Mariposas Morpho. Hermosas, ¿no?" respondió, admirando las criaturas.

Mateo la miró a ella en lugar de a las mariposas. "Sí, lo son", dijo, su voz más suave de lo habitual. Sofía sintió un rubor subir por sus mejillas, y desvió rápidamente la mirada.

A pesar de su deseo de mantener su relación estrictamente profesional, Sofía se encontraba cada vez más atraída por Mateo. Era su curiosidad insaciable, su risa contagiosa, su forma de mirarla como si fuera la única persona en el mundo. Cada vez que estos sentimientos surgían, se recordaba a sí misma su mantra. "Mil veces no", susurraba en silencio.

Por su parte, Mateo se encontraba en un terreno desconocido. Siempre había sido un soltero empedernido, disfrutando de su vida nómada y de los encuentros fugaces. Pero algo en Sofía lo atraía. Era su pasión, su dedicación, su fuerza. Quería conocerla más, quería ser parte de su mundo.

A medida que los días pasaban, la tensión entre ellos crecía. Las miradas se sostenían por más tiempo, las risas se compartían con más frecuencia, y los silencios se llenaban de palabras no dichas. Pero Sofía seguía repitiendo su mantra, tratando de mantener sus sentimientos a raya.

"Mil veces no", se decía a sí misma. Pero a medida que cada día pasaba, se daba cuenta de que era más difícil decir "no" a lo que su corazón estaba empezando a sentir.