MilÁn: Las Marcas Del Pasado

Octava Marca: La Distancia

Negarme, eso fue lo primero que hice al escuchar eso. No quería mudarme del otro lado del planeta, no quería iniciar de cero, no quería dejar a mis hermanas y menos a Sofía, no sabiendo que él estaba allí.

—Es una decisión tomada.

Con esa frase me dijeron que no había marcha atrás. ¿Eso era todo?

Iba a parecer que huía de Julio, pero en realidad eso era lo que menos me interesaba. No quería estar solo en otro país.

 

Pase la tarde en mi habitación, debía empacar porque el vuelo estaba previsto para el día siguiente, ya lo tenían todo preparado solo les hacía falta decírmelo.

 

(...)

 

Estaba a horas de irme, ya estaban las maletas listas con algunas de mis cosas, ya que no me podía llevar todo. No sabía cuánto tiempo me quedaría. Pero según Cristal debía sacarle el mejor provecho, ella esperaba que me sirviera para reflexionar de todo lo que ha pasado.

 

Tocaron la puerta y me acerqué a abrir.

 

—Hola.

 

Tan solo con escuchar su voz mi corazón se aceleró.

 

¿Me estaba hablando nuevamente?

 

—H-Hola. —Tartamudee.

 

Me sentía nervioso.

 

—¿Podemos hablar? —Pregunto.

 

Se veía algo diferente, el cabello corto de verdad le quedaba muy bien. Y su rostro ya no se veía tan apagado como los días anteriores.

 

—Claro. —Le dije.

 

Ella se apartó y comprendí de inmediato.

 

Salí y cerré la puerta atrás de mí.

 

Ella se sentó en el piso y yo repetí su acción.

 

Eso me recordó a una vez que ella se sentía mal y se desahogó conmigo junto en ese mismo lugar.

 

Ambos miramos al frente, no nos mirábamos a la cara o al menos yo no lo hacía.

 

—Quiero pedirte disculpas. —La escuché y me giré a verla.

 

Su mirada estaba perdida en algún punto en el suelo.

 

—Fui una tonta al no creerte y dejarte por ir tras un chico que no valió la pena. —Siguió hablando.

 

Yo solo la observaba, a pasar de todo lo que pasó yo nunca la dejé de considerar mi mejor amiga.

 

—No te merezco. —Dijo y en ese momento vi caer la primera lágrima —Desde el primer día fue así... —Volvió a hablar y cayó la segunda —Cuando preferí ganar la carrera y no ayudarte.

 

Mis ojos picaban levemente.

 

—Tú siempre estuviste para mí y yo simplemente te abandoné. —En ese momento levanto la mirada, pero aún no me miraba, su visita ahora estaba en el frente. —Pensándolo mejor no merezco ni tu perdón. —Susurro mientras se cubría el rostro con ambas manos.

 

Allí volví a sentir la misma punzada que sentía cuando la veía triste.

 

La distancia entre ella y yo era mínima y decidí acortarla.

 

Me acerque a sus manos y las aparte suavemente de su rostro.

 

En ese momento su vista se posó en mí. Sus ojos estaban levemente irritados por haber llorado y su cara con una leve tonalidad roja.

 

Se veía tan linda...

 

Nos quedamos mirando un momento.

 

—¿Un abrazo? —Le pregunté.

 

Ella sonríe y se apegó a mí.

 

Estañaba sentirla así de cerca.

 

—Eres mi mejor amiga, nunca dejaste de serlo.

 

Y así estuvimos un largo rato, disfrutado de la cercanía del otro. Mi corazón latía rápido y podía sentir que el de ella latía igual o quizás aún más rápido.

 

Al separarnos ambos sonreímos.

 

—Ten. —Dice extendiéndome una foto, era de cuando teníamos ocho años, la cual recordaba perfectamente. —La saque del álbum familiar así que espero que eso demuestre cuan sincera es mi disculpa.

 

—Gracias. —Es lo único que dije.

 

La foto era del cumpleaños de ella y era una foto que ni siquiera nos dimos cuenta de que habían tomado, era de un momento especial y algo vergonzoso para ambos.

 

—Esa foto me ha perseguido desde el día que la tomaron— Dijo riendo levemente —Y más cuando vienen mis primos de visita.

 

—¿Y ahora quieres que mis hermanas me molesten con ella?

 

Ella solo se encogió de hombros.

 

—Para que siempre me tengas presente mi caballero. —Dijo guiñando un ojo a lo que yo reí.

 

—Con o sin esta foto recordaría siempre nuestro primer beso mi bella dama. —Digo siguiéndole el juego.

 

Parecía que no hubiera pasado el tiempo.

 

—Lo sé, pero así tendrás una prueba irrefutable.

 

Verán, en ese cumpleaños de Sofía jugamos un juego que nos dijo mi padre o uno de mis tíos, no lo recuerdo y se trataba de bailar con otra persona con un globo en el centro e impedir que se caiga este último.

 

Sofía y yo hicimos pareja, pero alguien se quiso hacer el gracioso y mientras sosteníamos el globo entre nuestras caras lo exploto causando que nuestros rostros se unieran y nos rosáramos los labios, momento que fue capturado en cámara.

 

—¡Milán! —Escuche a mi madre llamarme.

 

En ese momento recordé en medio de que me encontraba, me estaba mudando a otro país.

 

—¿Quieres pasar? —Le pregunto a los que ella asintió.

 

Una vez dentro lo primero que vio Sofía fueron mis maletas en medio de la sala.

 

—¿Tu padre se va nuevamente? —Pregunta.

 

—Sí...

 

—¿Sucede algo?

 

—Mi padre se va—Inicio a hablar — y yo me voy con él.

 

Ella queda en silencio por un momento.

 

—¿Por cuánto tiempo?

 

—Tengo fecha de ida, pero aún no hay fecha de regreso.

 

Otro silencio. Ella estaba tratando de digerir lo que sucedía.

 

Me miro un momento y me volvió a abrazar.




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