Million Dollar Man

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Acomodé las pocas cosas que llevaba, La oficina era pequeña, pero acogedora a su manera. Nada que un poco de pequeños adornos no pudiese mejorar. Podría traerme algunos cuadros de casa y pedirle a mi hermana las luces de nuestro viejo árbol de navidad, al parecer, teniendo en cuenta lo que había visto en las demás oficinas, la gente podía decorarlas a su gusto.

Tenía un don dentro mío para estas cosas. Recuerdo que en mi adolescencia la gente entraba a mi dormitorio y se quedaba asombrados al ver como estaba decorado. Era como si entraran al país de las maravillas. El país de las maravillas de Stella. El lugar estaba rebosante con fotografías, mías, de mi familia, de mis amigos y alguna que otra con Ryan.

En algún momento mi madre había sugerido que estudiara decoración de interiores, a lo que me negué rotundamente. Siempre creí que estaba destinada para algo más grande y ahora estaba aquí, de vuelta, para destruirlo.

Mientras caminaba a mi oficina había visto desde fotografías familiares, parejas disfrutando de sus vacaciones en El Cabo, y algo llamó potentemente mi atención. Había una oficina en particular que llamó mi atención, quiero decir, como no lo haría si estaba repleta de figuras de acción.

Me aseguraría de mantenerme alejada de ella. En especial porque eran todos de DC y yo era más de Marvel, Deadpool y su ingenio era mi "súper héroe" favorito.

Las oficinas por otro lado, de las chicas de mi edad, eran tan femeninas que hacían doler los ojos por la cantidad de colores rosa y pastel que había allí. Fotografías de ellas inundaban las paredes, y el olor a perfume caro revoloteaba por el aire.

Fragancias que por supuesto combinaban con su ropa costosa.

Nota mental: debía comprarme ropa acorde al nuevo trabajo que había conseguido allí.

Me preguntaba cuántas de ellas habían pasado por la cama de Ryan para llegar adonde estaban, y al minuto que ese pensamiento apareció en mi cabeza, quise golpearme a mí misma. No es que me considerara una feminista hecha y derecha, pero dudar de la integridad de las mujeres que estaban aquí, hablaban muy mal de mí.

Después de todo la impostora en este cuento era yo. Y quien esperaba pasar por la cama de Ryan era yo, para luego romperle el corazón como el me lo había roto a mí.

Desterré esas ideas de mi mente. Lo más rápido que pude.

No es que planeara pasar mucho tiempo alli.Solo tenía que cumplir mi misión y marcharme hacer lo mismo que él había hecho conmigo. Conmigo y 2902348230948 chicas más

En un momento y sin razón alguna mi mente viajó a mi baile de Graduación en el año 2005.Culpaba a mi cabeza y su habilidad por tener esos flashbacks espontáneos y que venían a mí sin ser invitados, generándome miles de sentimientos.

Ahora ya no estaba en mi oficina. Sino que estaba en aquel frío gimnasio.

El dj había puesto temas lentos. Algunos chicos bailaban con las chicas que habían llevado, otros eran valientes y sacaban a bailar a las pobres chicas que había ido sin pareja y otros se quedaban parado al lado de la mesa donde estaba el ponche.

 — Esta noche te ves realmente hermosa.

Dijo apoyando su frente en la mía un Ryan Klauss de 18 años. No era muy diferente al Ryan de la actualidad. Era un poco más alto y no tenía tantos rizos, pero en todo lo demás era exactamente igual.

— Gracias .Tu también. — lo besé parándome en puntas de pies ya que nuestra diferencia de altura era más que obvia y un pequeño obstáculo a la hora de demostrarnos nuestro amor.

O por lo menos lo que yo creí que era amor.

El hecho de salir con el chico popular había elevado mi ego un poco. Solo un poco nada más. Por lo menos ahora no me importaba tanto la manera en la que me veían estaba tan pendiente de esas cosas. Él se encargaba de hacerme sentir hermosa cada uno de los días que pasábamos juntos.

En los pasillos nos miraban raro. Cómo alguien como el salía con alguien como yo? Sus comentarios no me importaban, hacía rato que dejaron de hacerlo Yo era feliz con él a mi lado. Quiero decir ya tenía todo lo que necesitaba, porque preocuparme por lo que gente entrometida pensara.

— Ya vengo. Iré al baño — dijo separándose de mi — Espérame aquí-plantó un beso en mi coronilla antes de irse.

— Apúrate ya elegirán al Rey y a la Reina — grité por sobre la música que retumbaba en el lugar.

— No tardaré — me guiño el ojo y se dio vuelta para perderse entre la multitud de estudiantes.

La música paró y por los parlantes la estridente voz de Sherry Stevenson o S.S. cómo a ella le gustaba que la llamaran anunciaba la coronación del rey y la reina de la graduación.

Todos corrieron literalmente a la orilla del escenario mientras los candidatos subían al escenario. No todos, faltaban Ryan y Madison. Hice una mueca de asco al recordarla.

— La Reina y el Rey son — se hizo un silencio en el que se podía sentir el latido de los corazones de esas pobres chicas que añoraban la corona y de alguno de los chicos — Stella Jenkins y Ryan Klauss.

Los reflectores iluminaron a la nada misma, porque ninguno de los dos estaba allí.

Si no aparecen inmediamente, los suplentes ocuparan su lugar.-dijo con su molesta voz Sherry pero estaba demasiado ocupada para prestarle atención. Necesitaba encontrar a Ryan.

 — Ten — dije entregándole mi bebida  a una chica que estaba a mi lado.

Me dirigí al baño. Sabía lo importante que esto era para él y no dejaría que otros tuvieran lo que a él lo haría feliz. Antes de entrar miré en todas las direcciones posibles para no ser atrapada por algún directo. Al ver que nadie andaba cerca entré y me arrepentí de haberlo hecho.

Ryan estaba acorralando a Madison contra la pared, manoseándola.

Mis pies se estancaron por un momento a ese piso. Para luego reaccionar nuevamente y permitirme alejándome de allí, no sin antes hacer una salida triunfal y dramática como las de las películas de amor. Él salió corriendo tras de mí, pero ya era demasiado tarde. Al año siguiente ellos comenzaron a salir y yo me cambié de escuela, pero hiciera lo que hiciera, siempre llevaría en mi frente la estampada:




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