Million Dollar Man

4

Tomé mi bolso y salí de allí. Necesitaba un poco de aire. Los recuerdos y mis viejos sentimientos me estaban jugando una muy mala pasada. Y no quería crear un pequeño show en mi primer día aquí. Lo último que necesitaba era convertirme en el comentario, suficiente tenía ya con ser la nueva.

Sentía como me estaba asfixiando poco a poco. Y el nudo de mi garganta le impedía salir al aire. Muchas veces en mi vida había estado frente a esta situación, tantas que no las puedo contar ni siquiera con los dedos de ambas manos.

Pero con el tiempo me había vuelto más inmune a estos. Había aprendido a manejarlos, gracias al yoga, y horas y horas sentada en el diván de mi psicólogo.

Lástima que cuando de Ryan se tratara, las cosas en mí, tanto en mi cabeza como en mi corazón, dejaban de funcionar como correspondían. Y entraban en cortocircuito. Era como si mi cuerpo se dividiera en dos y una parte tirara hacia el lado bueno y  el resto para el lado malo.

Mi dilema era, saber que a que parte hacerle caso.

Si había algo que odiaba en todo el mundo, era estar en la boca de los demás, ser la comidilla del resto. Irónicamente, luego de aquel "exabrupto" que nos involucró a Ryan y a mí, no fui otra cosa que eso por meses hasta que por fin pude marcharme a la universidad y dejar mi hogar natal.

Siempre fui una chica que tuvo un perfil bajo, casi invisible, realmente lo disfrutaba. No me metía con nadie y si alguien se metía conmigo, la verdad es que prefería obviar aquellos comentarios malintencionados y a veces hasta reírme de ellos, pero eso ocurría cuando se trataba de una o dos personas. 

Cuando una escuela entera se ríe de tú a tus espaldas al principio para luego perder la decencia y luego hacerlo justo en tu cara, el día a día en un lugar al que vas por obligación no es tan sencillo como parece.

Por suerte había tenido la oportunidad de irme lejos de aquí y empezar mi vida desde cero, para convertirme en otra mujer, otra persona. Ahora era más fuerte, más digna de ser admirada, y venía aquí para una cosa. Venganza.

Salí de mi oficina y  por suerte no me encontré con Ryan en los pasillos.

Los recuerdos me habían afectado demasiado sinceramente que mi corazón se sentía pesado y hasta parecía que el clima quería acompañar mi estado de ánimo  haciendo que unas pequeñas gotas comenzaran a caer y chocaran contra el piso.

Corrí a refugiarme en un café que estaba en la esquina. Mi pelo estaba totalmente mojado y para evitar una catástrofe cuando este se secara, lo sacudí un poco mi cabello y busqué una bandita dentro de él, la humedad y mi pelo no se llevaban bien y si lo llevaba mucho tiempo más suelto probablemente dentro de 5 minutos parecería una de las hermanas de Marge Simpson

Saqué mi celular para verme y trate de sonreírme  a mí misma mientras chequeaba mi nuevo peinado consecuencia de la lluvia.

Mientras me sentaba en una de las mesas que se encontraban desocupadas, la adrenalina en mi cuerpo bajó a la misma vez que mi nivel de ansiedad y me permití evaluar las cosas para llegar a la conclusión de que al final de cuentas había conseguido lo que quería, pero todavía así no podía evitar sentirme mal.

A pesar de que había intentado mantener ese recuerdo alejado el mayor tiempo posible, haberlo traerlo a mi mente fue un gran error.

— Hola soy Paul y la atenderé esta tarde — dijo un joven.

Su presencia me tomó por sorpresa por lo que tuve que fingir una sonrisa que ocultara mi expresión de alerta tras su repentina aparición.

Parecía realmente cansado, sus ojos lo delataban al igual que la sonrisa fingida que supongo era obligado llevar.

 — ¿Qué deseará tomar esta tarde? — sacó una libreta y un lápiz. Su voz sonaba harta y monótona.

 — Un té y una porción de torta, por favor.

— ¿Algo más?

Vaya, al parecer no soy la única aquí que odiaba su trabajo.

— No .Gracias — le respondí en el mismo tono en el que él se dirigía a mí.

Algo en su semblante cambió inmediatamente haciéndome preguntarme si tenía algo en mi rostro que no había percatado.

— En unos minutos volveré con su orden — dijo mientras se alejaba y me sonreía.

Decidí ignorar aquello y saqué mis auriculares de mi bolso y los coloque en mi celular. Puse en aleatorio el reproductor.

“Wings” de Birdy, era la canción perfecta para escuchar mientras veía la lluvia caer,

Amaba su voz, realmente lo hacía y entendía que las personas la encontraran un poco deprimente. Yo era una de esas fieles creyentes que pensaban que la música triste te ponía un poco más feliz cuando tu ánimo estaba por el suelo. Justo como el mío ahora.

Lamentablemente la lluvia no era lo único que veía por la ventana.

A veces tenía la ligera sospecha que alguien allá arriba disfrutaba con lo desafortunada que podía ser mi vida a veces. En una ciudad como esta era fácil ver millones de caras. Algunas amigables, otras que realmente daban miedo, algunas quisieras volver a verlas y en algunas ocasiones le rezarías a todos tus santos para no ver alguna en particular.

Yo creo que en aquella situación habría hecho eso. O tal vez hubiese rogado tener una pequeña lámpara dentro mi bolso y al mejor estilo Aladdin, frotarla y pedirle al genio que se encontraba dentro que me concediera tres deseos.

Para empezar desearía haber tenido y seguir teniendo este cuerpo por el resto de mi vida.

Luego pediría salud y bienestar en todos los aspectos para las personas que más amo, porque claro no iba a ser tan egoísta como para quedarme todos los deseos para mí.

Por último pediría que Ryan Klauss obtuviera su merecido.

Porque todo esto se trataba sobre él. Mi vida giraba en torno a él desde aquel trágico día. 

Las personas pensarían que estaba obsesionada, pues no. Solo quería que obtuviera lo que merecía y una vez que me asegurara que su corazón estaba tan roto como el mío, me marcharía de su vida. Para siempre.




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