Millonaria por sorpresa

CAPÍTULO 2

 

La fulana atenta a su noviecito porque no tarda en mostrarme el Visto mediante las tildes azules de WhatsApp.

—Por qué hiciste eso—me pregunta Kevin.

No le contesto y arrojo el móvil bien lejos, en dirección a la plaza. Pero la verdad es que no tengo idea adónde cae, podría haber sido un proyectil directo para alguien. Espero que haya caído en la cabeza de Frida, aunque sería mucho mejor darle en los cocotes a este sujeto.

—¡VETE!—insisto.

Estamos afuera, la gente escucha, los vecinos no tardarían en llamar a la policía de notar que algo así sucede. Lo último que necesito es tener problemas con la ley por culpa de ocasionar disturbios públicos.

—Entremos. —Insiste—. Estamos montando una escena acá…

Pues, fíjate que acabas de darme una magnífica idea, muchas gracias.

Acto seguido, me encaramo llena de fueras y me apresuro en entrar yo, consiguiendo que él quede afuera, al otro lado de la puerta. La cierro y le paso llave antes de que intente meterse antes.

—¿Renata? ¡Renata, por favor!

Le doy un golpe a la puerta y ya no me sale la voz para gritarle. Solo caigo al suelo, me abrazo las rodillas y me echo a llorar en el suelo.

No sé cuánto tiempo pasa, pero posiblemente unos segundos hasta que me empieza a vibrar el móvil en el bolsillo.

No puede ser Kevin ya que se acaba de quedar sin celular, pero es posible que sea alguien más así que lo miro y descubro que mi mejor amiga que vive un par de puertas más allá en este mismo edificio (la mayoría son apartamentos rentados por estudiantes universitarios), es quien me está marcando.

Al atenderle, me alejo de la puerta, no quiero que me escuche Kevin si es que sigue ahí. Si es que la dignidad le da como para que alguien salga de su apartamento, se lo cruce y le pregunte si va todo bien y él deba decirle que lo que sucede es que su novia acaba de descubrir que todo este tiempo le estuvo metiendo los cuernos.

¡Siempre! ¡Todo este tiempo, me lo dijo y, para colmo, pretende que le ayude a “superar su problema”!

—¿Ho…hola?

—¡Amiga! ¿Está todo bien? Escuché los gritos. —Inspiro profundamente al sentir una voz conocida y amigable que intenta hacer que me sienta bien, alguien que se de verdad se preocupa por mí.

—Lo siento… No quería…preocuparte.

—¿Es Kevin, verdad?

—A…ajá…—asiento, llorando.

—Puaajjjj, otra vez ese sujeto. ¿Necesitas alguien que le corte el maní, me darás el honor finalmente?

—N…No. ¿Puedes verlo desde tu puerta?

—¿Para qué querría verle? Solo me darían ganas de arrojármele encima como una hiena, lo cual no sería mala idea.

—No, solo dime si lo ves, por favor.

—Mmm, a ver. Sigue ahí, pero está titubeando. Aguarda… Listo, se fue.

—¿Puedes…venir? —Mi voz está quebrada, al borde seguro de soltar un llanto desconsolado. Necesito llorar en el hombre de mi amiga mientras puedo superar las penurias que me invaden.

—Por supuesto, allá voy. Si me lo cruzo, dime qué tan grave fue y es el nivel de daño que le ocasionaré.

Por un instante me invade la opción de decirle lo que me hizo.

Lo que me viene haciendo a lo largo de todo este tiempo.

Lo despreciable que soy por no ayudarlo.

Lo genuino que fue él al pedirme ayuda.

Lo humillante que es para mí misma no reconocer que sus palabras son una excusa y que lo mío es terrible por no pensar en eso como algo maléfico, venenoso, inaceptable.

Inspiro profundamente, evado mis pensamientos y le admito:

—No le hagas nada.

—Mira que si me lo dices, le pongo todos los dientes de anillos en los dedos. ¿Qué te parece así?

—Solo ven—le pido.

Parece soltar un bufido al otro lado.

—De inmediato, Renata. Pero ten por seguro algo: no voy a permitir que quedes tirada llorando por ese sujeto. Tú, mi amiga, volverás a ser la misma de antes, ¿me entendiste? Haré que te olvides del idiota de tu novio. ¡O tu ex, mejor dicho! ¡Eso espero!

 



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En el texto hay: deseo, millonario, lujuria

Editado: 16.05.2022

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