Opening:
♫ Volvemos a empezar, la historia se escribirá de nuevo.
A poca velocidad, lo sabemos bien.
Teñirse tú veras de rojo las nalgas de Milo y Kanon,
Salvarlos todos debemos, con valor. ♫
♫ Paraíso nunca fue, los 12 templos ya debes conocer.
Llevamos adentro, un putazo dormido.
¡Disfrútalooooooo!
♫ Atravesemos con decisión,
Los anos de los Dioses,
Difícil será sin perder,
¡No nos tienen que coger!
Y los putazos en acción,
Deja que te conmuevan el corazón,
Aquel mañana que se olvidó,
Volvamos todos a recordar,
En la nueva temporada que va a iniciar. ♫
Narrador: En el anterior capítulo de Milo y Kanon XX… Milo se encontraba solo en la playa, pero Kanon no se podía percibir por ningún lado, a lo que más tarde nos dimos cuenta de que se trataba de un simple sueño. Sin embargo, Kanon otra vez se encontraba encerrado en el cabo, y a todo esto, Milo intentó ayudarlo a salir, pero al no poder lograrlo, fue en busca de sus amigos para hacerle un piquete en el santuario a Atenea, quien ahora estaba casada con Saga y lo sometía a limpiar con su cepillo de dientes. A fin de cuentas, los chicos descubrieron que Saga no era el culpable de que Kanon estuviera encerrado, y mientras los muchachos buscaban la manera de liberarlo, Kanon se encontró con la llama que llama producto de unos hongos alucinógenos. ¿Podrán nuestros héroes salvar a Saga, digo, a Kanon? ¿Encontraran al verdadero culpable? ¡Todo esto y más en este capítulo!
—¡Regrésanos la gita, chanta de mierda! —gritaba Milo.
—¡Te vamoh a prender fuego! —gritaba el León con una antorcha en la mano.
—¡Si no te gusta la oferta de las muñecas de porcela no es mi pedo, ándate a elegir a otro presidente! —exclamó Atenea, quien ahora tenía a todos los dorados ahí metidos.
—¿Cómo mierda se armó este quilombo? —decía confundido Mu—. ¡Si sólo vinimos por Kanon!
—¿Viste? ¡Esto pasa cuando no le pagas a la gente en la primera temporada! —gritó Shaka.
—¡Cállate budista de mierda! ¡Y vos hace algo Saga, sé un poco más útil y mándalos a otra dimensión! —le dio un zape Atenea a Saga.
—¡Para mujer! ¡Deja de pegarme; esto ya es abuso doméstico! —exclamaba el gemelo de Kanon—. Aparte, no tengo nafta para ponerle a la armadura, y encima la mierda esa está re cara.
—¿Me estás jodiendo? ¿Cómo que la armadura lleva nafta? ¿Qué no te di Querosén la semana pasada?
—¡Lo vendí para pagar el Wifi! —aclaró Saga.
—¡Bien, entonces sólo nos queda huir! —después de que Atenea dijo esto, ella y Saga salieron corriendo detrás del santuario, en donde se encontraron al pelotudo de Abel.
—¡Que haces guachina! —dijo el peliceleste.
—¡Uh, y ahora se nos apareció este negro! —se detuvieron de repente los dos ante la presencia de Abel.
—¡Eh! ¡Un poquito más de resto a tu hermano que te viene a salvar el culo, guacha! —le reprochó Abel en un estilo re guachiturro.
—¡Ahí está el otro chorro de mierda! —los señaló mascara de la muerte.
—¡Vamos a cagarlos a palos todos juntos, a ver si le quedan ganas de robar en Grecia! —anunció Aldebarán y todos estuvieron de acuerdo, menos Mu, quien no entendía nada.
—¡Cómo se atreven a levantarle la mano a un Dios! —el Dios Apolo se metió en medio de Atenea y Saga—. ¡Les voy a hacer sangra el culo a todos!
—¡No te voy a dejar! —gritó Milo quien salía de entre la multitud—. ¡Acá nadie me roba protagonismo! —y entonces Milo se puso en posición de pelea—. Te voy a taladrar con mi aguja escarlata.
—Eso ya lo veremos —Apolo extendió su mano hacia Milo—. ¡Técnica secreta, mil agujas de penes!
—¿Agujas de qué? —preguntó Aioria quien miró hacia arriba junto a sus compañeros.
—¡Están lloviendo pijas de punta de verdad! —exclamó Mu al ver venir penes cortados hacia ellos—. ¡Cúbranse! —la gran mayoría de los caballeros dorados sucumbieron ante el ataque tan poderoso de Abel.
—¡Jujuju! ¿Qué les parece el poder de la penetración? —mencionó la fujoshi de Atenea.
Mu y Aioria habían zafado del ataque al ponerse detrás de unas columnas.
—¡Esto está mal! ¡Tienen el poder de la penetración Fujoshi! —le avisó a Aioria.
—¿Qué vamos a hacer ahora? —le preguntó alarmado el León.
—Lo peor es que Milo ha caído entre ellos, y a este paso, ¡ni el chapulín colorado nos salva! —se lamentó el del pelo rosado, pues veía desde lo lejos cómo su amigo había sido descaradamente violado, o al menos eso pensaba.
—Eso les enseñará a no oponerse a nuestro partido político —aclaró Abel quien le dio la espalda a los dorados caídos en batalla.
—Pobre Milo, le haremos una tumba junto a Camus, eso seguro que lo pondrá feliz —se llevó una mano al pecho Aioria.
—¡Nada de eso! —exclamó el Escorpiano que renacía de entre los muertos. Al parecer, había usado a Shaka de escudo.
—¿Cómo es esto posible? —exclamó Abel al ver que Milo se levantaba de entre ellos.
—¡Milo! —gritaron los supervivientes.
—El culo de Shaka es aún más virgen que el mío, ¡y usándolo como escudo pude sobrevivir a tu ataque infernal! —quería escucharse cool, pero la realidad era que él era un patán.