En el momento justo que el complejo explotó con furia, un hombre vestido con traje de neopreno saltó del alto acantilado, él cayó rápidamente al mar, miles de escombros volaron por los aires, mientras el fuego que produjo la ruidosa explosión iluminaba la noche.
Aquel único sobreviviente nadó bastante hasta llegar a la playa, tenía una enorme herida en la mejilla derecha y, poseía un agujero en el brazo izquierdo que no dejaba de sangrar, se tocó la oreja en donde poseía un auricular, y conversó lo siguiente:
-Señor, ¿puede oírme?
-Por supuesto soldado, ¿qué pasó? ¿Estás bien?
-El complejo de laboratorios del acantilado estalló por completo, los sesenta terroristas murieron, me infiltré, puse explosivos c4 en los cincuenta cultivos de ántrax, pero los paramilitares me descubrieron, nos disparamos, por eso recibí un impacto de ak-47 en el brazo y otro me rozó la cara, espero llegar a salvo hasta la base.
-¡Buen trabajo!, el submarino llegará pronto a recogerte, ahí va un paramédico para curarte.
-Gracias general.
-Serás condecorado otra vez con grandes honores; pero en secreto, para no revelar tu identidad a nuestros enemigos, el mundo está a salvo por ahora, se detuvo a tiempo el ataque del bioterrorismo iraní.