Durante el duro y largo confinamiento en casa por culpa del maldecido covid-19, conocí lugares nuevos que jamás había visto de mi propia casa, ayudé por primera vez en los quehaceres a mi esposa, aprendí el importante hábito de la lectura, llamé a viejos amigos que hace bastante tiempo no tenía noticias de ellos, descubrí la verdadera personalidad de cada uno de mis hijos, hasta ellos se sorprendieron al platicarles tanto, incluso jugamos divertidos videojuegos e hicimos tareas del colegio, pues nunca antes había estado tanto tiempo en casa debido a mi trabajo en la oficina, después de haber sobrevivido a la horrorosa pandemia, le prometí a Dios nunca más ser indiferente con mis seres amados.