Dado que el otoño aún no llega a su etapa más fría, aun puedo darme el lujo de salir sin tanto abrigo, pero cada vez se siente el aire más frío, así que eso de usar una jardinera con una playera solamente se acabará dentro de poco. No recordaba los otoños en la ciudad, y la verdad es que son bonitos a su manera. Los árboles comienzan a soltar hojas, pintando las aceras de diferentes tonos marrones. Lo veo todo fugazmente, ya que estoy en la camioneta de Mike, quien se ofreció a llevarme a mi re-reencuentro con Jake.
—¿Quieres que te acompañe? —pregunta. Está usando una gorra y unos lentes de sol.
—No, gracias —niego con la cabeza—, no creo que sea una charla intima si tengo a un guardaespaldas —suelto una risa.
—Entonces estaré en el patio de comidas —anuncia mientras busca donde estacionarse en el centro comercial. Encuentra un lugar y caminamos juntos hasta la entrada.
Hoy no hay demasiada gente, no como los fines de semana, donde esto es casi imposible de cruzar por el mar de cuerpos que se mueve de aquí para allá.
Mike y yo entramos juntos, más acabamos separándonos luego de subir al segundo piso, en el que se encuentra el café a donde me encontraré con Jake. Como he venido otro par de veces y conozco el lugar, con tan solo cruzar la puerta me dirijo a las mesas que están un piso más arriba y me acomodo en la mesa más apartada, en la esquina entre la pared y la ventana que te deja ver parte de la ciudad. Allí me siento y espero.
Una mesera viene a tomar mi orden, más le pido que vuelva en unos minutos porque estoy esperando a alguien. Se retira sonriente, dejándome de nuevo sola, para pensar en qué pasará a continuación. Por suerte, la llegada puntual de Jake no da cabida a mi mente para buscarle algo negativo a la situación.
Luce aún mejor de lo que suele lucir Mike. Es decir, ambos se ven como modelos de revista, pero sin duda Jake estaría en la portada. Nunca lo he negado, es de verdad un chico muy guapo. Camina hacia mi vistiendo un atuendo que nunca antes había visto en él: suéter azul oscuro dentro de pantalones de cuadros de distintos tonos entre negro, gris y blanco. Un estilo nuevo, al parecer
—Hola —me saluda sonriente al sentarse. Se ha dejado el cabello bastante largo, por lo que lo tiene amarrado con una liga.
—Hola —le sonrío de vuelta. A pesar de todo lo que pasó, me alegra verlo—. Lindo look.
—¿Te gusta? Estoy probando nuevas cosas —dice mientras mira su ropa.
—Te queda bien —asiento. Veo a la mesera volver a acercarse—. ¿ordenamos?
Él pide churros y una malteada de galleta con crema. Ya que me tienta, pido lo mismo. Mientras esperamos a que traigan la orden, hablamos de forma casual, como si nada hubiese sucedido un par de meses atrás, como si no me hubiese besado sin mi consentimiento, como si no me hubiera insultado por no elegirlo a él, como si no lo hubiera dejado de lado aquel día que lo comenzó todo para irme con Ian. No, aquí solo hay dos amigos platicando de cómo uno está tomando cursos para postular a una buena escuela de teatro y cómo la otra explica el embrollo sobre la mentira de su familia.
Contarle la historia completa le deja atónito. De alguna manera, ninguno de los dos era totalmente sincero con él otro. Él me ocultó sus sentimientos y su lado menos bonito, mientras que yo cubría mi pasado con mentiras sobre la muerte de mis padres para no tener que contar la realidad del asunto. Me doy cuenta de que, aunque sean casos distintos, no puedo juzgarlo por ser falso, de alguna forma también lo fui yo.
—Quién diría que la chica perfecta tenía un pasado oscuro —comenta.
—Y que mi amigo de años estaba enamorado de mí —le sigo.
—Cada persona tiene sus propios secretos, hasta Ian —en lugar de decirlo con disgusto, lo dice como una verdad inofensiva. No trata de dejarlo mal, cosa que me parece un avance.
—Sí, los tiene, te lo aseguro —me deja pensando. ¿Habrá algo más, además de Sammy, en el pasado de mi novio? Posiblemente, pero ese no es el asunto de hoy.
La orden llega, y con ella también vuelve a mi mente la razón de estar aquí. Estoy por ser quien rompa la burbuja de ''reencuentro amistoso'' para iniciar la conversación seria, mas Jake se me adelanta luego de que toma un sorbo de la malteada.
—Me tomo bastante. Varias semanas de pensar y reflexionar, de pasar malos ratos y no tener a Miranda ahí para darme ánimos; solo entonces me di cuenta de que en verdad había sido un estúpido, no una, sino dos veces —comienza—. Entendí que tenía dos opciones: resignarme a no volverte a tener en mi vida, o intentarlo una vez más, aún cuando eso incluyese el verte con un chico que no soy yo. Y, bueno, solo en una podía tener la posibilidad de sentarme frente a ti y charlar.
Toma otro sorbo de malteada, sin mirarme. A diferencia de la última vez, no hay rastro de enojo. Solo arrepentimiento.
—Me hiciste mucho daño, Jake. EN dos ocasiones te di el chance de arreglar las cosas, y en ambas me heriste. ¿Qué me dice que esta vez no será diferente? —pregunto.
—¿La tercera es la vencida? —se hace el gracioso, y a pesar de que logra hacerme reír, el ambiente no cambia—. Y... por más que me duela, me rindo.
—¿Eso significa que ya no estás enamorado de mí?
—No. Todavía tengo el sueño imposible de que acabemos juntos, pero es eso, un sueño imposible, y lo acepto. ¿Quién sabe? Tal vez si no hubiese aparecido Ian, o si no hubiese sido tan idiota, habría un mínimo chance. Perdí ese mínimo chance —se encoje de hombros.
Está triste, muy triste.
—Te he extrañado, Jake —admito—. Ir a la playa sin ti fue un recordatorio constante de tu ausencia, y pasar estos meses sin ti fue tan raro... Te quiero de vuelta en mi vida, pero tengo miedo de que...
—¿De que lo arruine de nuevo? —completa, yo asiento—. Lo sé, hasta yo temo cometer otro error, mas, a diferencia de la última vez, he cambiado. No soy perfecto, pero ya no me oculto detrás de una máscara como si lo fuera. Soy cien por ciento yo, para bien o para mal.