Mirada Cruel

Capítulo 49

Estoy entrando a la cocina cuando escuchó una pequeña discusión entre Violet y Fabiola. Bueno, sus peleas son más como pláticas pasivo-agresivas que no llegan a problemas graves, pero sí a segundos incómodos. O graciosos como dice Joseph.

Cuando ya estoy adentro Fabiola decide irse, solamente me sonríe antes de seguir su camino. Violet está tomando una taza de café en el desayunador. Me echa un vistazo antes de seguir leyendo el periódico.

—¿Qué fue lo que pasó? — Le preguntó intentando sonar apenada.

—Nada novedoso, pequeña metiche, las pequeñas pugnas de siempre.

—Déjame adivinar, se volvió a enfadar porque insultaste a sus amigas — le recuerdo intentando adivinar —, a la mujer de los noticieros... ¿Cómo se llama?

—La petarda que con su marido no pudieron usar anticonceptivos y dejaron una decadente descendencia — me sonríe alzando una ceja.

—Dante Montessori — concluyó —, es de las pocas veces que concuerdo contigo.

—Pensé que se conformarían con Pia, pero no decidieron tener dos más y bueno...

—¿Dante tiene hermanos? — Pregunto curiosa.

—Una hermana mayor, Pia de veinticuatro años y uno menor, Mauricio, creo que tiene la edad de tu hermano.

—Wow, esas son noticias nuevas — comentó sorprendida.

—La chica no vive aquí, está de intercambio en Viena, junto con Leonardo Cacciatore — alzó una ceja confundida. — Leonardo es el hermano mayor de Kalia.

—Si sabía de su existencia, había olvidado su nombre — digo sintiéndome tonta por olvidar algo importante. — Se fueron juntos, que extraño.

—Nada extraño, ambos eran un desastre, rebeldes e inútiles — suelta sin tapujos —, además, tenían serios problemas con el alcohol y las drogas.

—¿En serio? — me tapo la boca asombrada.

—Un día los encontraron inhalando cocaína en un lugar de peleas clandestinas, un lugar donde solo van vagos e indigentes — tengo que inclinar la cabeza para que no note mi sonrojo.

—¿Y por eso los sacaron? — Le pregunto segundos después. — No hubiera sido mejor mandarlos a no sé... ¿Rehabilitación?

—Creo que no me estás entendiendo, ellos si fueron a rehabilitación — me dice recostándose en el desayunador —, y no los enviaron dulcemente, los echaron de una patada.

—Oh, bueno, eso tiene más sentido, es frío y cruel pero también es lógico — digo pensando lo fácil que es para los ricos resolver sus problemas.

Si tan solo mis abuelos hubieran tenido la mitad de la fortuna de los Cacciatore.

—Todo lo hicieron debajo del agua, si no se hubiera vuelto un escándalo irreparable — me explica sin que se lo pregunte. — Hubiera salido en esas estúpidas revistas de chismes.

—¿Y Kalia sabe eso?

—Nadie lo sabe, solo los del círculo cercano de Alfonso, la chiquilla sabe la versión oficial, la del intercambio. Mantener la imagen es lo más importante.

—Claro, a nadie le gustaría saber que la familia cabecilla tiene unos hijos incontrolables — razono más para mí misma, pero Violet asiente.

—Aquí entre nosotras, creo que Fabiola y Carmen los quieren casar — agrega y yo casi me atraganto.

—¿Qué? — Preguntó indignada. — ¿Acaso creen que vivimos en la época victoriana?

—Pues es lo que he escuchado, además, son hijos de familias amigas — menciona restándole importancia.

—Eso no es suficiente justificación, solo de pensar en que me obliguen a contraer matrimonio con una persona que no amo, me produce escalofríos.

—Eso depende — me responde mirando al vacío.

—¿De qué? — pregunto retadora, vamos háblame de Lenina, no quiero tener que averiguarlo mañana en ese pasadizo secreto.

—En la pareja, niña — me responde cortante, suspiro rendida. Es imposible sacarle más información a esta mujer.

Al menos ahora puedo pasar a otro tema.

—¿Violet por qué vives aquí?

—Déjà vu — dice antes de mirarme a los ojos —, ya me habías hecho esa pregunta.

—La vez anterior no me respondiste — me cruzo de brazos —, es ilógico que vivas aquí, no tienes la mejor relación con Fabiola, y te llevas muy bien con los sureños.

—Ilógico no es, vivo aquí porque valoro la tranquilidad — me dice con un encogimiento de hombros.

—Tranquilidad — tomó un sorbo de su café, ella no se queja —, así que las riñas de los niños se te hacen tranquilas, además de la voz de Fabiola y la actitud lúgubre de Alfonso. Es que todo aquí es tan pacífico — ironizo, eso hace que se ponga seria de repente.

—Niña, es mejor no poner juicios sobre un tema que ignoras — frunzo el ceño, confundida —, te llevo cierta cantidad de años, conozco más a esta gente que tú y te aseguro que hay una enorme diferencia entre esta casa y la de los sureños.

—Pero estuve ahí, vi cómo te comportas con ellos, la química que tienes con Katia no la tienes con Fabiola. Incluso te llevabas mejor con el personal de ahí — le recuerdo, ella no parece contrariada, en cierta forma creo que esperaba esa reacción de mi parte. — Además exageras, no vi nada fuera de lo normal en esa casa, son bastante hogareños.

—¡Bienvenida a la sociedad neoyorkina! — Exclama con los brazos extendidos —, donde hasta el jardinero te dará una actuación digna de un premio oscar, pero tres segundos después no dudará en regar con gasolina tus plantas, para después dejar caer un encendedor.

—Violet a lo que me refiero es... — empiezo paciente ignorando su comentario.

—No me está entendiendo — me interrumpe y se acerca más a mí. — Mírame a los ojos Nataly — le hago caso, su mirada es escrutadora, hace que sea imposible ver hacia otro lado —, lo que te voy a decir es por tu propia protección niña, tienes que recordarlo siempre.

Su expresión y su tono alarmante me asustan.

— Aquí todos hacen lo posible para dar su mejor actuación. Deja de poner tu confianza en personas que casi no conoces, porque vas a terminar decepcionada o mucho peor — y sin más que decir se va, dejándome con un torbellino de preguntas en la cabeza.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.