Mirada Cruel

Capítulo 52

Más allá de la sala de trabajo de Claire y de las habitaciones de los ancianos, al fondo está la sala que, según Claire contiene los expedientes más antiguos. Me muestra dos habitaciones, una pegada a la otra. Me da instrucciones de no alejarme, porque, para mi excelente suerte, estoy en el pasillo con el último foco encendido.

A pocos centímetros de aquí, todo es oscuridad.

Me acomodé la chaqueta, siendo consciente de la baja temperatura y me ajusto la mascarilla por el olor a húmedo que inunda en el lugar. Solo necesito echarle un vistazo a las paredes amarillas para saber que nadie ha pisado este lugar en décadas.

Empiezo por los archivos del fondo, por suerte no están bajo llave. Y si, Claire estaba en lo correcto, hay expedientes viejísimos, casi destartalados, aunque no todos. Algunos siguen en buen estado. Mi objetivo es encontrar algo de Lenina, aunque no me molestaría también encontrar de Dylan.

No sé cuánto tiempo pasa, pero con cada minuto pierdo un poco la esperanza y la paciencia. De la fila de archivos ya voy por la última y no tengo los resultados que deseo.

Minutos después me mudo a la sala de al lado.

Repito el mismo procedimiento, estoy por dejarlo todo e irme, hasta que una luz de esperanza sucede al cambiar de hoja, una cara muy conocida.

Alfonso Santino Cacciatore Belluccini.

Edad: 17 años.

Nació el 2 de junio de 1967.

¡Alfonso tiene 50 años! ¿Acaso se tomó la pócima de la eterna juventud? Se conserva muy bien, lo acepto. Aunque debe ser una característica de los Cacciatore.

Pero no dejo que eso me quite la atención. ¡Por fin una buena noticia! Si encontré el de un Cacciatore, eso quiere decir que estoy buscando en el lado correcto. No llevo ni un minuto buscando, cuando una voz detrás de mí, me pega un susto. Me pongo de pie frenética, es Aretha en el marco de la puerta.

—Disculpe, no la escuche — le digo sonando nerviosa.

—¿Qué está haciendo? — Me pregunta entrecerrando los ojos.

—Estaba buscando algo para un trabajo de investigación — le respondo sin chistar —, de Saint Lincoln.

—Investigación de Saint Lincoln, que clases tan sosas tienes. — Me dice sonando desconfiada, su mirada ahora es atenta —, no me gustan los nuevos.

—Ya somos dos entonces — le respondo comprensiva y para no sonar grosera agregó —. No tiene de qué desconfiar, no pienso meterme con ninguno de ustedes.

—Eso espero — me dice barriendo el lugar con la mirada, algo le llamó la atención, ya que entrecierra los ojos desconfiada, su huesuda mano señala algo en el suelo a mi lado —. ¿Él es parte de tu investigación?

Sigo su punto de visión topándome con la cara joven de Alfonso en el suelo, por poco le pongo un pie encima. La recojo y la dejó en el folder donde estaba.

—No del todo — respondo nerviosa, ella pone ambas manos en su cadera esperando respuesta —. Pero si hablaré de este lugar, tengo que mencionarlos.

—Si claro, es importante hablar de esa basura, si quieres tener una buena nota — su mirada está puesta en la fotografía de Alfonso.

— Veo que no le agradan mucho — comentó sintiéndome un poco impertinente.

—¿Cómo te llamas? — Me pregunta después de bufar. Está claro que no le gusta hablar de los Cacciatore.

—Nataly — respondo a pesar de que se lo habían dicho con anterioridad.

—Lo sé, dime el resto — la miro un poco desconfiada, no quiero que metan a Claire en problemas por mi culpa —. No soy una chismosa, tu amiga nos habló de esto y guardaremos el secreto.

—Es Nataly Sanderson — a pesar de sus palabras sigo inquieta.

—No me suenas, aunque si estás ensimismada en averiguar sobre esta gente — señala el folder —, te aseguro que estás en el lado equivocado.

—¿A qué se refiere? — la miro extrañada por su cambio de tema.

—Solo digo que si quieres hacer una buena investigación no estás en el lado correcto, acá no encontrarás nada — se cruza de brazos y se pasea por el salón.

—Me imagino que usted conoce este lugar a la perfección.

—Imaginas bien — me sonríe de manera forzada —, en este nivel solo encontrarás expedientes, arriba estados de cuenta, más arriba pura publicidad. Abajo pura utilería basura, pero en el último nivel... digamos que se pone entretenido.

—Defina entretenido — me enderezo para lucir más confiada.

—Oh, eso lo sabrás si bajas chica — su mirada es entusiasta, no sé si eso me tranquiliza, aunque prefiero que esté de buen humor.

—¿Usted ha bajado alguna vez? — Pregunto cautelosa.

—Obvio, de lo contrario no lo hubiera recomendado — me dice volteando los ojos.

—Este sitio es un laberinto. ¿Por lo menos sabe a dónde tendría que ir? — Le señalo la puerta —, para no perderme en los pasillos.

—No es un laberinto, ni siquiera es tan grande, solo te aturdes por los pasillos —. Me dice antes de pasearse por la sala de nuevo —. Es un patrón, en los pasillos hay cinco salas de un lado y cinco salas del otro, después hay dos graderíos, uno que desciende, el otro lo contrario. Si en lugar de subir o bajar sigues recto empieza de nuevo el patrón de cinco salas, un lado y del otro.

—¿Eso cuántas veces se repite por nivel? — Preguntó aturdida por la información.

—Cada piso se divide por módulos, cada módulo tiene los cinco patrones que te acabo de decir.

—¿Y cuántos módulos hay por nivel? — Vuelvo a preguntar de la misma forma.

—No lo sé, unos diez quizás...

—¡Qué! — exclamó —, cómo puede decir que no es un laberinto, estamos hablando de quinientas salas solo por un nivel. ¿Y qué me dice de los cruces? ¿Eso hace parte de los patrones mencionados o son parte de otro?

—¡Por Dios niña, que insoportable! — Me dice impaciente —, solo tienes que recordar los patrones, deja de pensar en la cantidad.

—Está bien, gracias por la información — le digo avergonzada por mi actitud, ella asiente complacida.

Aretha retrocede, da media vuelta y antes de irse susurra —. No me creo del todo que tu investigación sea solo por un trabajo de clase, ten mucho cuidado muchacha — sus ojos saltones mandan un escalofrió por todo mi cuerpo que me tengo que ajustar la chaqueta.




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