Mirada Cruel

Capítulo 87

—¡Joseph! — grito con las manos extendidas buscando a mi hermano —, Joseph en donde te metiste — lo intento de nuevo a pesar de que mi voz desesperada se pierde con los gritos.

Empiezo a caminar a pesar de toparme con mucha gente, pero antes de siquiera poder alejarme, unas manos me toman de la cintura y me jalan, llevándome al lado contrario de donde iba.

—¡Suélteme! — le grito desesperada mientras me retuerzo —, suélteme ya — la impaciencia aumenta al no poder ver nada, estoy siendo llevada por un túnel blanco lleno de gritos angustiantes. Cuando el agarre se afloja intento escapar, pero de nuevo esas manos me vuelve atrapar, escucho como se abre una puerta y esa persona me mete con brusquedad.

Tardo en reconocer que estoy en una bodega de mantenimiento, regreso a la puerta que ya está siendo cerrada por mi captor. Alzo la vista solo para toparme a Skandar.

—Te vas a quedar aquí y por nada del mundo se te ocurra salir — me dice acelerado.

—¿Qué rayos está pasando? — subo la voz por todo el griterío —, hubiera sido amable que te identificaras antes de agarrarme de esa forma...

—No tenemos tiempo para discutir ahora Sanderson — me dice alterado —, y por lo que más quieras no salgas, yo te vendré a buscar cuando no haya peligro.

El problema era que, entre todos lo que estaba sucediendo yo no estaba pensando en mi protección.

—Mi hermano, mi hermano, ¿¡en dónde está!?— le repito intentando ir a la puerta.

—Todos salieron huyendo en cuanto se escuchó la explosión — me dice y se me hiela la sangre. — El humo me complico ubicarte y cuando menos lo espere ya no había nadie cerca.

¡Mi hermano se fue! ¡Se fue!

—¿¡Qué!? — exclamó sin poder creérmelo, vuelvo a intentar salir, pero él se interpone —, ¡tengo que buscar a Joseph, no me iré sin él!

—Lo iré a buscar yo mismo, pero si tú sales, corres el peligro de no encontrarlo y de ser atacada — alza la voz —, no salgas Sanderson, y espérame.

—¡Pero le podría suceder cualquier cosa! — prosigo intentando salir —, déjame ir contigo, no lo puedo dejar solo, demonios.

—Es mejor que solo se vaya uno, a ti te podrían atacar o te podrías perder, por favor hazme caso, aunque sea hoy — insiste viendo con frenesí a la puerta.

Los sonidos de miles de pisadas, golpeteos y gritos penetran en mis tímpanos. No puedo entrar en pánico, ahora no. Tomo una decisión rápida, le daré un mínimo de tiempo y confiaré en Skandar, si no tendré que salir por mi cuenta.

—Está bien, pero no te demores — le suplico rendida —, y no me vayas a encerrar por favor — agrego viendo una llave es su mano.

Suspira.

—Toma — me entrega las llaves —, no salgas por favor, yo vendré por ti. — Y así de rápido se va corriendo, intento ver un poco de afuera, en donde estaba Joseph, guardando la esperanza de que siga ahí vagando, pero no está. El sepulcral silencio me anima a cerrar con llave.

¿Se habrá ido con Fabiola? Lo más probable, espero que sí. O que Violet lo haya arrastrado a un lugar a salvo. Porque si le pasa algo a Joseph yo...

No puedo ni considerarlo.

Los gritos y golpes siguen, incluso escuché balazos en algún punto. ¿Y si alcanzo a mi hermano?

¡No pienses en eso, maldita sea Nataly!

El corazón se me acelera y los pensamientos del paradero de mi hermano no cesan. ¿Qué era ese ruido? ¿Por qué justo cuando estábamos firmando? Está claro que alguien no quería que esto se completara, pero ¿quién? Quizás algún sureño que me odia, bueno, aunque Skandar también tiene sus enemigos.

¿Y si vienen por mí...?

¡Basta, no puedo esperar más!

Meto la llave en la cerradura y le doy una vuelta.

La puerta cede por completo dejándome la vista del desolado y polvoriento pasillo. Salgo de un solo y comienzo acelerar el paso hacia el lado contrario de la sala del evento. Los gritos no han cesado, incluso me atrevo a decir que están peor que nunca. Aceleró el paso, encontrándome con personas que están huyendo.

Todos estamos desesperados, por eso la llegada a uno de los vestíbulos es acelerada. El problema empieza cuando me doy cuenta de que frente a mí están las puertas de salida y no encuentro a mi hermano por ninguna parte. Saco mi teléfono y lo llamo, no me contesta a las primeras cinco llamadas. Llamó a Janice, Violet, Fabiola a todos y es lo mismo.

Tengo que regresar. No me puedo ir sin Joseph, tengo que buscar ayuda. No regresó al salón porque sería una estupidez, pero me dedico a gritar su nombre mientras troto por los pasillos laterales. El vestíbulo del ala opuesta está igual de vacío. Regreso por donde vine hasta que siento como alguien me jalonea del brazo, dejó de trotar y me volteo paranoica.

Es un hombre desconocido, detrás de él vienen otros dos señores de forma agitada.

—¡Señorita la hemos estado buscando! — me dice el que me tenía agarrada —, por favor venga con nosotros.

—¿Quiénes son ustedes? — pregunto desconfiada, forcejeando un poco con el hombre.

—Somos norteños, mi nombre es Jeremy y él es Craig — señala al hombre regordete —, venga, la pondremos a salvo.

Todo es demasiado conveniente, demasiado para ser verdad.

—No puedo, estoy en busca de mi hermano y... — intento retroceder, pero el señor que venía más lejos acaba por interrumpirme.

—¡Háganse a un lado! — dice entrando en escena, Craig y Jeremy se mueven como si le temieran al hombre que acaba de entrar —, señorita mi nombre es Fabio Grimaldi, asesor del norte, asesor de don Alfonso. — Me ofreció su mano, la estrechó por compromiso. — Venga con nosotros, estará a salvo de este ataque armado le prometo que somos de fiar...

Ataque armado.

—No puedo, señor Grimaldi mi hermano desapareció y no puedo ponerme a salvo sin saber de su paradero — empiezo a excusarme para que me ayuden.

—Lo sé señorita y créame ya mucho logramos con localizarla — me dice honesto —, y le prometo que bajo ningún motivo la pondremos a usted y a su hermano en peligro, mucho ponemos en juego.




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