Natalie
Tomo el tubo lleno de líquido rojo y lo vacío en otro que ya está medio lleno. Harold está a un lado con una libretilla haciendo anotaciones, puedo ver su cara escondida llena de diversión.
—Así que tú y Shawn… —Le lanzo una mirada mordaz de reojo y continúo con el experimento, no quiero causar una explosión.
—Cállate —susurro.
—¿Qué? Antes te gustaba hablar de él todo el tiempo. —Retiene la risita.
—Apunta: debo callarme mientras Natalie opera líquidos que podrían ser mi destrucción.
—Solo sacan ronchas —dice.
—Recuerda que soy amiga de Jasmine —canturreo reajustándome las lentes de protección y echando hacia atrás la manga de mi bata blanca.
Mi comentario hace justo lo que quiero, Harold cierra el pico y sigue trabajando. Sí, a él le gusta Jas, nos sentíamos identificados porque es chistoso que nuestro enamoramiento sea por el mejor amigo del otro. Me agrada Greg, pero me gustaría más que estuviera con Har, porque es un buen chico. Es como ella, no el otro lado de la tortilla. Jasmine no lo sabe y no creo que se entere nunca mientras tenga novio y siga perdidamente enamorada de él.
En el vestidor me pongo mi atuendo deportivo, retraso todo lo que puedo el momento, no quiero salir al gimnasio con todos esos chicos mirando mis piernas, tampoco quiero que se burlen de que no puedo atrapar una estúpida pelota. Yo no tengo la culpa, parecen misiles queriendo estrellarse en mi cabeza, tengo el derecho de esconderme.
Curiosamente la entrenadora disfruta colocándome en la portería.
—¡Muy bien! ¡Diez vueltas a la cancha! ¡Por cada distracción es una más! —Suena el silbato. Santo Jesús del pesebre de madera, ¿qué hice para merecer esto? ¿Diez vueltas? ¿Quiere que mis piernas se conviertan en palillos para tejer o qué carajo?—. Andando, señorita Drop, ¿o quiere que sus compañeros sufran las consecuencias?
Todos se quejan y me lanzan miradas de reproche, y refunfuñando inicio la carrera. Antes podía fingir que tenía cólicos o que me dolía el tobillo, pero la profesora terminó dándose cuenta de que eran mentiras. Tal vez por eso me odia, por eso y porque una vez la golpeé con el balón.
No me gustan los deportes, prefiero hacer cosas más simples como sentarme en el sofá a comer Cheetos. Quiero Cheetos ahora. Mi condición física es pésima, alguien debería hacer más ejercicio y ponerse a dieta.
—Si respiras por la boca te vas a cansar más pronto, preciosa. —Le doy una mirada de soslayo, ¿cómo hace para verse bien mientras corre? Quiero detenerme para admirar su cuerpo sudoroso, sin embargo, no deseo correr más vueltas.
—Ha hablado Michael Jordan. —Su risotada ahogada me hace bufar.
—Michael Jordan fue el mejor basquetbolista. —Se burla de mí dándose la vuelta y corriendo de espaldas—. Un beso a que le doy la vuelta y te alcanzo.
Lo imagino poniéndose delante de mí con los labios fruncidos queriendo que corra para alcanzarlo y besarlo. Creo que he visto
muchas películas románticas últimamente. Necesitas acción, Natalie, acción que te haga correr.
—Eso es injusto, eres un atleta, yo soy más artística. —La respiración comienza a fallarme, sé que si sigo hablando me desmayaré. Eso no es una mala idea, si me desmayo Shawn podría llevarme en brazos a la enfermería.
—Respira por la nariz —dice agitado. Siento el impulso de abofetearlo, ¿cómo quiere que respire por la nariz cuando se pone tan parlanchín?
Creo que voy a tropezar, así que me estabilizo. Levanto la vista para darme otra probada de su imagen, pero no lo veo. ¿Ahora es un vampiro? ¿Damon, eres tú?
Escucho las risas del alumnado, busco la causa. Shawn está corriendo como un maldito guepardo. Los esquiva a todos zigzagueando. Acelero el paso, sintiéndome ridícula, al menos perderé luchando como una verdadera guerrera.
Quiero gritar de euforia. He dejado atrás a unos cuantos, siempre soy la última de la gran fila. Escucho sus pisadas antes de que se detenga y siga corriendo a mi ritmo. Antes de que podamos hablar, un silbato se escucha desde el centro del gimnasio.
—¡Una vuelta más porque a su compañero le gusta alardear!
Un coro de jadeos indignados se escucha, pero estoy divertida. Sí, yo, Natalie Drop, me estoy divirtiendo en la clase de deportes.
Al final la entrenadora se apiada de nuestros muslos temblorosos y vacía una red de pelotas de fútbol en el suelo brilloso. Al parecer quiere apiadarse de mí y mis esfuerzos, no me pone como portera, pone a Shawn.
Me formo en la fila, les doy mi lugar a muchos de mis compañeros hasta que la profesora niega medio furibunda. Cuando estoy frente al balón apretujo los ojos, ¿por qué tengo que ser tan torpe?
Los ojos de Shawn brincan con emoción, su sonrisa de suficiencia me hace apretar los puños. Luego me avienta un beso y empiezo a ponerme nerviosa. Todos se dan cuenta y gritan cosas que me hacen enrojecer.
Se coloca en posición, yo respiro profundo y pateo la bola con mi pie. Esta vuela y cae en sus manos, justo ahí. Sé que lo ideal sería meter un gol, sin embargo, para mí significa muchísimo lo que he logrado. De aquí a las olimpiadas hay un solo paso.
El timbre suena indicando el término de la clase, suelto el aire. Voy a dirigirme a los vestidores como el resto de mis compañeras, pero alguien me detiene por el codo. Lo enfrento. Quería evitar que me viera sudorosa y apestando a pez muerto, pero al parecer no le importa, porque quita un mechón mojado de mi frente y me sonríe.
—Estuviste genial —murmura.
—Yo siempre —respondo divertida.
—Gané nuestra pequeña apuesta, ¿no crees que me debes algo?
—Yo nunca acepté la apuesta, listillo. —Se encoge de hombros.
—No perdía nada intentándolo. —Se ve tan tierno que quiero besarlo yo misma, en serio—. Ya quiero que sea viernes.
—Yo también, pero en este momento quiero tomar una ducha rápida porque apesto a perro muerto. —Sonríe y abre la boca para contestar, pero antes de que diga algo que me obligue a quedarme, me aproximo y me pongo de puntitas para depositar un beso en su mejilla—. Eres muy guapo.