Hace dos semanas
Oficial Rogers.
Oficina Policial del centro.
Servir y Proteger. Ese era el lema cuando realice la preparación para policía, lo que no dijieron es que tendría que pasar todo el día detrás de una silla recibiendo llamadas inconclusas, niños jugando, personas que solo llaman para saber si realmente el 911 existe. ¿Es que esto sería toda mi vida?
Recibir y pasar las llamadas a mis superiores. Mi vida diaria o simplemente, el Rogers ve a por café, Rogers recoge unos papeles, Rogers contesta las llamadas y sigue el protocolo. Nadie tomaba en serio mis ganas de más, nadie notaba que me desgastaba detrás de un escritorio.
El teléfono suena por primera vez en el día, me enderezó en la silla y lo tomo mientras hago click en mi boli para tomar notas.
— Oficina Policial del centro, ¿en qué puedo servirle? — digo con mi tono de autoayuda, pero con mi cara de cansancio.
— Emm, si, hola — una señora dudó en continuar hablando —. Soy Fredinch Morgan, esté, vivo en el norte de la ciudad, casi en el centro pero a la vez en la salida de la misma.
— Un gusto — suspiro —, ¿en qué puedo servirle? — pause — ¿Se perdió? ¿La robaron? ¿Su perro se escapó y solo conoce este número y no el de la perrera? — pregunté.
Y no lo decía por ser odioso, es que no sería la primera vez que esto sucede.
— No — respondió seca, umm, tal vez tenía carácter fuerte —. Le llamó porque he notado unos comportamientos extraños con mis vecinos, ellos...
— ¿Venden droga? — añadí— ¿Realizan fiestas? ¿Hacen mucho ruido? — soltaba cosas sin parar, cosas que normalmente suceden. — Si es así, son cosas normales, al menos que la sigan molestando podremos tomar cartas en el asunto.
— ¡Escucheme! — grito a través de la línea y me sobresalté —. Dejé de ser odioso, tal vez por eso está tras el teléfono y no hace más nada.
— Oiga señora, esa actitud...
— Escuché — me cortó —. Mis vecinos son los dueños de Madison's Comporer's. Podrán parecer pacíficos y buenas personas pero no.
— ¿Qué se supone que hacen de raro los Madison? — agregué
— Ya sabe dónde vivo, venga y sabrá. — dijo y colgó.
Suspiré con estrés. Que señora tan... desagradable. Sólo espero que sea una llamada de broma. Más sin embargo, la duda creció en mí.
Anoté todo lo que la señora había dicho en mi libreta mientras pensaba que estaba al borde de la locura si le hacía caso a esa señora.
Tomé la libreta y camine a dónde Johnny, mi jefe, superior, general, comandante, como quieras decirle. Caminé sintiendo la mirada de todos sobre mí.
No los culpo solo me levanto de mi asiento para ir al baño o por café. Soy esa persona que está y nadie nota. Que miran porque se siente la mirada de alguien en el lugar. Realmente, no era alguien importante en el departamento.
Una vez frente la puerta de su oficina, toque la misma y suspiré. Se oyó un pasé y eso hice.
— Señor — saludé una vez adentro.
— Rigui — respondió sin mucho interés llamándome por ese nombre que sabe que detesto.
— Rogers — respondí entre dientes —, hace unos momentos llamo una señora con la idea que la Familia Madison, los de la compañía, tienen comportamientos.... extraños — solté y le tendí el papel.
Ni siquiera lo miró, en cambio me miró a mí y sonrió arrogante.
— ¿Te crees que tengo tiempo para esto? — habló con esa voz que rechinaba en mi mente como taladro. — Resuelvelo tú, realmente no creo que esa gente sean malos. — volvió a mirar su computador
— ¿Q-que yo vaya allá? — mi voz salió en un aludido y me aclare la garganta.
No me creía lo que escuchaba.
— Si, ¿acaso no escuchaste? Resuelvelo tú, estoy ocupado, ve y habla con esa señora. — me miró y señaló la puerta — Cuando salgas cierrala.
Asentí con la emoción a flor de piel. Por primera vez no dejaría pasar una llamada, está vez, yo me haría cargo.
***
Detuve el auto y volví a mirar el papel en mi mano izquierda, levanté la mirada miré la casa frente a mí y salí del auto.
Caminé por la acera gris mármol a la entrada de la casa, que si no me equivocaba, era la casa de la sra Fredinch Morgan. Caminé por el camino estrecho subí las escaleras del porche y toqué la puerta.
— ¡Un segundo! — alguien grito, si no me equivocaba era una mujer.
Metí mis manos nerviosas en mis pantalones y giré para ver el resto del lugar. En lo que mi respecta, es un lugar tranquilo.
La puerta se abrió dejándome ver a una señora con lentes pero que no parecía mayor. La misma me miró de arriba abajo y se sonrojo un poco.
Genial. Una loca psicópata.
— Usted es.. ¿La señora Morgan? — pregunté y no demostró nada. — Soy el Agente Rogers, hablamos por llamada hace unos minutos.
Agente Rogers. No iba a esconder la alegría que sentía al decir eso sin que alguien me corrigiera.
Hoy era el Agente Rogers...
— Ah, si, soy yo — sonrió y salió de su casa y bajo el portal. — Esa casa — señaló la casa de su izquierda —. Es de la familia Madison.
— ¿Podría decirme que tienen de extraño? — asenti aún con mis manos en los bolsillos.
— No tenga contacto visual con esa casa — siseo por lo bajó —, ellos lo ven todo.
¿Qué? Esta señora está loca definitivamente.
— E-esa familia esconde algo. Algo grande, no son normales. — siseo la señora, algo nerviosa de nuevo, aún con la mirada baja.