- ¿Te dijeron que estás re buena?- parpadeo un par de veces, pensando que fue algo que me jugó una mala pasada mi mente- ¿Sos exclusiva?- abro los ojos cuando hace da los pasos hasta que queda frente a mí y su gorro ya desapareció de su cabeza.
-¿Si soy qué?- apenas puedo mantenerme en mis cinco sentidos por su cercanía- ¿Qué es eso?- pregunto eso lo sé muy bien, pero la verdad es que estoy tan perdida que le puedo llegar a preguntar como me llamo.
- ¿Ser exclusivos? ¿No sabés lo que significa?- pregunta desviando su mirada de mis ojos a mis labios y sonríe- Lo deberías saber...
- ¡Sé lo que querés decir!- digo al ver como acerca su rostro al mío y me alejo de él. Mi corazón late desbocado en el pecho- Soy de las que prefieren a largo plazo, con sentimientos de por medio.- miento. Prefiero eso a no atarme a alguien, ya bastante me estoy implicando con Abel aunque no tenemos nada. No voy a cometer dos veces el mismo error.
- No te cuesta nada, acaso que ya tengas un novio o algo por ahí.- cubro el rostro con mis manos, aún sin creer lo que estoy presenciando.
Y por más que estoy por llevármelo a mi cuarto y que haga lo que quiera conmigo, hay otra parte que se niega a que lo haga. La parte racional me dice que si me meto en esto, no va a salir nada bien. Solo debo encerrarme en la abstinencia, más cuando en cuestión de días tengo que volver a Alemania para terminar con la recuperación.
Bajo la cabeza, cierro los ojos y respiro profundo un par de veces hasta que tenga la mente en blanco. No va a ser difícil ignorarlo, solo pasar de él y encerrarme en mi cuarto. No será, ¿No?... Abro los ojos y hago por mi mente manda, voy a la cocina a juntar lo que usamos para comer y me encierro.
No solo me encerré el sábado a la noche, sino que todo el día de ayer. Solo salí para preparar el desayuno, el almuerzo, la merienda y la cena... Eso sin contar las salidas al baño. En todo ese tiempo me dediqué a los ejercicios que no se me permitía hacer, al menos esos ejercicios que no requiera usar las piernas ni mucho menos la que tengo en terapia intensiva. No sé como es que no aumenté de peso, pero me mantengo bien.
Hoy viene el kinesiólogo para ver si puedo caminar sin la necesidad de usar las muletas. Eso me tuvo en vilo toda la noche, ya quiero volver al ruedo lo antes posible. Lo mas seguro es que no pueda correr por razones obvias, pero caminar alrededor de una cancha es un buen comienzo.
En este momento, Sabrina no deja de mirarme con el ceño fruncido y después hacer lo mismo con Abel que ahora está preparando los materiales para tapar los agujeros en el techo. La tensión es tan palpable que mi amiga se muerde la lengua por preguntar, y yo no quiero ni hablar. Todavía no caigo en lo ocurrido el sábado a la noche y tampoco quiero pensar en ello, solo que en mi cabeza se reproduce una y otra vez.
- ¿Todo bien?- pregunta ella y sigo sin mirarla- No me digas que te quisiste pasar de viva...
- ¡No!- le corto exaltada y miro hacia donde está Abel, pero él ya no está. Esto lo tengo que hablar con Jimena, ella sí me va a entender- Solo es que el sábado nos pasamos de copas y bueno... Me preguntó todo ese rollo de exclusividad.- suelto esto último en susurro y cierro los ojos al recordar de nuevo ese momento.
- ¿Es broma?- abro los ojos y la veo bastante aturdida- ¿Te pidió ser exclusivos? ¿Sin nada de por medio?- escuchando eso de otra persona suena demasiado estúpido, cuando hasta hace un par de semanas lo vivía sin pudor- Es como si Ariel me dijera de probar todo eso del poliamor. Me llevó tiempo tenerlo conmigo como para que me salga con eso, sin dudas lo mando a la mierda.
- Necesito que me lleves a algún lugar que tenga buena señal de wi-fi.- cambio de tema y Sabrina asiente en lo que mira afuera, mas bien al cielo que se ve unos nubarrones bastantes negros a causa del sol que viene del norte- Si puede ser ahora, mejor.
- Entonces le digo al médico que venga mañana a ver tu rodilla.- asiento veo como con los pasos de los segundos, esos nubarrones está asomándose por el río Paraná.
Me pongo de pie con las muletas y voy a mi cuarto para buscar la notebook y el celular. La señal es intermitente por esta zona y para lo que quiero ahora no me sirve.
- Hay que preguntarle al doctor si sabe inglés, al menos puede poner al tanto a la kinesióloga del equipo.- grito para que la rubia me escuche en lo que guardo todo en la mochila.
- Podemos ir al hospital, capaz lo podemos encontrar ahí todavía.- escucho su voz cerca y me giro para verla en la puerta cruzada de brazos- O en todo caso pedir al director del hospital que nos pueda dar la dirección de su casa.- se encoge de hombros concentrada en mis movimientos.
- No tenemos mucho tiempo si queremos estar antes de que se desplome.- señalo la ventana donde la imagen del cielo se ve peor y le entrego la mochila.
Salimos de la casa directo al garaje por el Falcon de mamá. Mi amiga deja la mochila en los asientos traseros y se acomoda mientras yo espero a que se acomode para colocar las muletas para que no moleste.
No llevó mucho tiempo llegar al hospital cuando veo una persona que me llama la atención, y no es el doctor Aguirre. Sé que esa persona reconoce el auto porque frenó sus pasos en su salida. Ni bien mi amiga le pone freno de mano, abro la puerta y agarro las muletas para ponerme de pie para colocar las mismas debajo de mis axilas.
Ese hombre de pelo negro, piel blanca, ojos celestes claros... Se ve más maduro desde la última vez que lo vi. Claramente era ese adolescente inmaduro que me vio la cara de estúpida, y que ahora no me afecta como sí lo hizo en ese entonces. Esos ojos que tanto me encantaban se encuentran con los míos, son tan fríos que no me trasmiten nada como esos años que era feliz.