Nací como cualquier humano, si humano, para eso vine al mundo, pero al pasar el tiempo las cosas cambiaron; me fui convirtiendo en una especie rara, distinta a lo que antes se había visto, empezaron las burlas, los maltratos, las mentiras, fue entonces que decidí envolverme en una esfera, en mi mundo, donde jamás me podrían hacer daño, o eso creía. El tiempo pasaba a mi alrededor, me convertí en adolescente, pero en mí no había muchos cambios, hasta que un día sucedió el primer golpe; mi escudo tembló a mi alrededor mientras yo observaba con terror una pequeña fisura en él, me concentre en repararla, lo más pronto posible, pero no fue el primer ni el único golpe, a este siguieron más y más, aun no sabía que era lo que me estaba atacando, ni siquiera quería saberlo, golpeaban varios a la vez, eran demonios que me rodeaban, no sabía con qué intención, pero querían entrar en mi mundo, pude rechazar a todos, pero el escudo había quedado débil, aún quedaban dos por atacar y yo me prepare a defender. Sus enormes ojos negros me observaron desde fuera y una sonora carcajada me hizo temblar, dio un suave golpe y se marchó, tal vez una distracción, pues enseguida el ultimo rompió todo lo que con tanto esfuerzo había logrado, parte de mi escudo se enterró en mi cuerpo causando heridas, caí, me hundí, en un gran abismo de soledad y dolor, no había nada más a mi alrededor, solo tinieblas, que parecían acuchillar mi cuerpo y me aplastaban como un pequeño insecto. Llore, llore la derrota; si lo hice, pero jure levantarme y volver a nacer, pues la oscuridad que ahora me envolvía me hizo más fuerte, mi escudo roto, sería remplazado por uno más grande, volvería a mi mundo y al mundo real, ahora sería yo quien se burlaría, y todos los que antes me hicieron miles de burlas ahora solo podrían decir: eso fue un ser, nacido de la luz, arrullado por la oscuridad.
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Editado: 20.01.2019