El miedo consumió la magia que mantenía tibia tu memoria, que abrigaba el latido de tu corazón al pensar en mi. Agobio esas ganas de que tu mirada se entregara a mi.
Y si te confesara que el brillo incandescente vivo de tus ojos sigue devorando mi alma, reflejando determinación en los míos, despertando en mi mil y un deseos de quererte.
He querido que me quieras a tu lado en esta y todas mis vidas. Quiero tus ojos desbordantes de poesía, floreciendo en mi un hombre tenaz.
Extraño tus suaves y delgados labios, rosa en las mañanas y carmesí en las noches, que impregnaron cada rincón de mi. Ahora no pienso en ti, y lo extraño, no estas en mi mente por las mañanas, y lo extraño. Intente cocinar y fracase.
Carezco de inspiración desde que deje pensar en ti. Aprendí amarme en silencio. Aprendí amar el vació de mi cama. Aprendí a cantar a escuchar y sonreír por las mañanas. Mi corazón se redujo, mi alma se hizo grande y mi mente inalcanzable e incomprensible, mis ojos un vacío inmenso y así me amo.