Mi felicidad se ha reducido a cuatro paredes y dos ventanas, donde solo halla un alma, donde el alcohol acecha mi cama, y la neblina se hagan más densa al apagar la llama.
Mi amar, se redujo al de una mirada efímera de mujeres deseosas, de la entrega imprevisible, que transforma lo inesperado en algo extraordinario al dormir, y anhelado por las mañanas cuando solo son restos de sabanas lo que abrazas.
Extraño ese amor incondicional y codicioso que emana en su mirar, que me hacen sonreír, y que no sabe que lo hace, y lo sigue haciendo porque sus ojos saben que la voy a corresponder, con una sed insaciable de unir mi cuerpo con el suyo.
Sigue aqui.
No por mucho, pero sigue aquí.
No se por cuanto, pero ¿que importa?
No dejare de quererla, porque sé que igual se ira.