Faltaban tan solo 5 minutos, mientras me cambiaba para empezar a mover las cajas de la sala y estaba un poco nerviosa ya que los vecinos vendrían a ayudarme. Entonces pasó lo inevitable, tocaron la puerta y me resigné a abrirla.
Al abrir la puerta cual webtoon o wattpad aparecieron, Gabriel y Nell, parecía que detrás de ellos el sol iluminaba con fuerza.
-Hola linda, ya estamos aquí los chicos vienen en un rato- dijo Gabriel.
-Hola Emma- dijo en voz baja Nell- ¿podemos pasar?
-Ay si perdón, pasen, pasen.
Cuando estaba a punto de cerrar la puerta aparecieron. Isaac y Michel.
-Emma, ¿cierto?, Gabo me dijo que te ayudara con unas cajas, ¿podemos pasar?
-Claro pasen y si me llamo Emma-dije
Estando dentro de la casa Nell me dijo que los demás tenían pendientes y no podían ayudarme.
Isaac se sujetó el cabello con una liga para empezar a abrir cajas, Nell y Michel y yo llevamos las cajas a su lugar mientras Gabriel abría las cajas con los cuadros que irían en la sala.
- ¡Ho Dios mío! -gritó Gabriel
Fui corriendo pensando que le paso algo, pero al ver lo que tenía en las manos, me quede totalmente sorprendida
- ¿Qué pasó?, exagerado- dijo Michel
-Pero miren que tierna se veía de niña- dijo Gabriel.
Todos se acercaron a ver la foto, que le dije a mi madre que botara porque no me gustaba, era un cuadro floreado en donde estábamos con mi madre en la playa y yo estaba llorando porque tenía una herida en la rodilla, me veía totalmente ridícula, no sé cómo lo dejo ahí.
-Ese día me caí y me lastime la rodilla, pero no lo miren que me avergüenza, me veo ridícula-exclamé.
Nell me miró y se rió, era una risa tan angelical que purificaba mis oídos, hicimos contacto visual y yo me sonrojé y el esquivó la mirada.
-Tranquila Emma, estás muy linda, pero aún mas ahora-dijo Isaac tocando su cabello.
-Tiene razón, Emma, calma – dijo Michel, riendo.
-Bueno chicos sigamos abriendo cajas- exclamó Gabriel.
Cuando tan solo faltaba barrer, llego mi madre.
-Hola hija, perdón se me hizo tarde ¿terminaron con las cajas? -dijo sonriendo.
-Sí, ya terminamos faltaba, barrer y listo- le respondí
-Hola chicos como están, muchas gracias por lo de hoy, enserio se los agradezco, ¿cómo les puedo pagar?
-No se preocupe señora, ver a su hija hoy, fue suficiente- dijo Gabriel guiñándome un ojo.
- ¿Enserio?, bueno pueden venir cuando quieran, y cuando Emma quiera claro está, gracias otra vez.
Se despidieron todos y cuando Isaac iba a salir me dijo, mientras se soltaba el cabello recogido, que fue un gusto ayudarme y le gustaría vernos más seguido.
Mi madre fue corriendo a molestarme diciéndome, que cual de todos estos chicos guapos me gustaba, pero yo le dije que solo me avergonzaban y que no estaba interesada.
-Pero, hija, no viste como Gabito te guiñó el ojo, seguro siente algo por ti.
-No madre, solo me está molestando, esto no es una historia cliché, tú crees que todos se enamorarían de mí, por favor se más realista.
Mi madre y yo no parábamos de reírnos mientras terminaba de barrer.
-En todo caso, si les gustaras a todos, ¿a quién elegirías? -dijo mi madre con una sonrisa de oreja a oreja.
-Pues no sé, no pienso en esas cosas, deberías decirme que estudie y no que piense en eso, ¿qué clase de madre eres? - le dije entre risas.
- ¿Por qué no pruebas con todos?
-Ay mamá como crees que haría eso, come mejor, come.
Al día siguiente, me alistaba para comprar unos libros, pero al salir me encontré con Nell, estaba con un pantalón negro y un polo blanco con una camisa a cuadro, ¿será este mi ser amado? Pensé entre bromas.
Lo saludé y me dijo, que iría a comprar helado y que, si quería que lo acompañara, le dije que sí y aproveché en pedirle que me diga dónde queda la biblioteca
Felizmente me ayudó y me dijo que me acompañaría, pero primero comamos helado. Al llegar a la heladería, el pidió uno de chocolate para él y para mi uno de vainilla.
-Perdón, te gusta el de vainilla, ni te pregunté. -dijo apenado.
-Ho no te preocupes me gusta más el chocolate, pero tampoco me disgusta la vainilla-le dije sonriente.
- ¿Segura?, te puedo dar el mío si quieres, solo probé un bocado – dijo extendiéndome el vasito
- ¿No te preocupes, más bien gracias, ¿cuánto te debo?,-le dije sonrojada.
-Yo invito-dijo un poco triste.
-Que tierno, quiero acariciarle la cabeza- pensé.
O eso pensé ya que él se sonrojó y me dijo que no le importaba si quisiera acariciarlo, yo me sonrojé más y le dije que me disculpe por pensar así.
-Pero no me molesta, si quieres hacerlo-dijo agarrando mi mano.
-Está bien-dije nerviosa.
Tuve que pararme de puntitas, para poder acariciarlo. Su cabello era sedoso y olía a frutilla, el me miró de reojo y yo retiré mi mano.
Sentí una tensión en el trayecto a la biblioteca, no podía voltear a verlo por la vergüenza que sentía, pero cuando ingresamos a la biblioteca y elegí mis libros empezó a hablar de lo mucho que le gustaba leer ciertos escritores y que el leyó mucho libro cuando era niño, me quedé perpleja al escucharlo hablar, ya que habla muy poco.
La manera en la que le brillan los ojos a uno cuando habla de lo que gusta es maravilloso.
Regresamos a nuestras casas y él se despidió acariciándome la cabeza y deseándome buena tarde.
Yo solo le dije gracias y corrí a mi casa. Una vez dentro.
-Como puede ser tan lindoo-grité.
- ¿Quién es lindo? -dijo una voz masculina.
- Ay no - pensé.