Mis Vecinos

Capitulo 3 : Ay no

Faltaban tan solo 5 minutos, mientras me cambiaba para empezar a mover las cajas de la sala y estaba un poco nerviosa ya que los vecinos vendrían a ayudarme. Entonces pasó lo inevitable, tocaron la puerta y me resigné a abrirla.

Al abrir la puerta cual webtoon o wattpad aparecieron, Gabriel y Nell, parecía que detrás de ellos el sol iluminaba con fuerza.

-Hola linda, ya estamos aquí los chicos vienen en un rato- dijo Gabriel.

-Hola Emma- dijo en voz baja Nell- ¿podemos pasar?

-Ay si perdón, pasen, pasen.

Cuando estaba a punto de cerrar la puerta aparecieron. Isaac y Michel.

-Emma, ¿cierto?, Gabo me dijo que te ayudara con unas cajas, ¿podemos pasar?

-Claro pasen y si me llamo Emma-dije

Estando dentro de la casa Nell me dijo que los demás tenían pendientes y no podían ayudarme.

Isaac se sujetó el cabello con una liga para empezar a abrir cajas, Nell y Michel y yo llevamos las cajas a su lugar mientras Gabriel abría las cajas con los cuadros que irían en la sala.

- ¡Ho Dios mío! -gritó Gabriel

Fui corriendo pensando que le paso algo, pero al ver lo que tenía en las manos, me quede totalmente sorprendida

- ¿Qué pasó?, exagerado- dijo Michel

-Pero miren que tierna se veía de niña- dijo Gabriel.

Todos se acercaron a ver la foto, que le dije a mi madre que botara porque no me gustaba, era un cuadro floreado en donde estábamos con mi madre en la playa y yo estaba llorando porque tenía una herida en la rodilla, me veía totalmente ridícula, no sé cómo lo dejo ahí.

-Ese día me caí y me lastime la rodilla, pero no lo miren que me avergüenza, me veo ridícula-exclamé.

Nell me miró y se rió, era una risa tan angelical que purificaba mis oídos, hicimos contacto visual y yo me sonrojé y el esquivó la mirada.

-Tranquila Emma, estás muy linda, pero aún mas ahora-dijo Isaac tocando su cabello.

-Tiene razón, Emma, calma – dijo Michel, riendo.

-Bueno chicos sigamos abriendo cajas- exclamó Gabriel.

Cuando tan solo faltaba barrer, llego mi madre.

-Hola hija, perdón se me hizo tarde ¿terminaron con las cajas? -dijo sonriendo.

-Sí, ya terminamos faltaba, barrer y listo- le respondí

-Hola chicos como están, muchas gracias por lo de hoy, enserio se los agradezco, ¿cómo les puedo pagar?

-No se preocupe señora, ver a su hija hoy, fue suficiente- dijo Gabriel guiñándome un ojo.

- ¿Enserio?, bueno pueden venir cuando quieran, y cuando Emma quiera claro está, gracias otra vez.

Se despidieron todos y cuando Isaac iba a salir me dijo, mientras se soltaba el cabello recogido, que fue un gusto ayudarme y le gustaría vernos más seguido.

Mi madre fue corriendo a molestarme diciéndome, que cual de todos estos chicos guapos me gustaba, pero yo le dije que solo me avergonzaban y que no estaba interesada.

-Pero, hija, no viste como Gabito te guiñó el ojo, seguro siente algo por ti.

-No madre, solo me está molestando, esto no es una historia cliché, tú crees que todos se enamorarían de mí, por favor se más realista.

Mi madre y yo no parábamos de reírnos mientras terminaba de barrer.

-En todo caso, si les gustaras a todos, ¿a quién elegirías? -dijo mi madre con una sonrisa de oreja a oreja.

-Pues no sé, no pienso en esas cosas, deberías decirme que estudie y no que piense en eso, ¿qué clase de madre eres? - le dije entre risas.

- ¿Por qué no pruebas con todos?

-Ay mamá como crees que haría eso, come mejor, come.

Al día siguiente, me alistaba para comprar unos libros, pero al salir me encontré con Nell, estaba con un pantalón negro y un polo blanco con una camisa a cuadro, ¿será este mi ser amado? Pensé entre bromas.

Lo saludé y me dijo, que iría a comprar helado y que, si quería que lo acompañara, le dije que sí y aproveché en pedirle que me diga dónde queda la biblioteca

Felizmente me ayudó y me dijo que me acompañaría, pero primero comamos helado. Al llegar a la heladería, el pidió uno de chocolate para él y para mi uno de vainilla.

-Perdón, te gusta el de vainilla, ni te pregunté. -dijo apenado.

-Ho no te preocupes me gusta más el chocolate, pero tampoco me disgusta la vainilla-le dije sonriente.

- ¿Segura?, te puedo dar el mío si quieres, solo probé un bocado – dijo extendiéndome el vasito

- ¿No te preocupes, más bien gracias, ¿cuánto te debo?,-le dije sonrojada.

-Yo invito-dijo un poco triste.

-Que tierno, quiero acariciarle la cabeza- pensé.

O eso pensé ya que él se sonrojó y me dijo que no le importaba si quisiera acariciarlo, yo me sonrojé más y le dije que me disculpe por pensar así.

-Pero no me molesta, si quieres hacerlo-dijo agarrando mi mano.

-Está bien-dije nerviosa.

 Tuve que pararme de puntitas, para poder acariciarlo. Su cabello era sedoso y olía a frutilla, el me miró de reojo y yo retiré mi mano.

Sentí una tensión en el trayecto a la biblioteca, no podía voltear a verlo por la vergüenza que sentía, pero cuando ingresamos a la biblioteca y elegí mis libros empezó a hablar de lo mucho que le gustaba leer ciertos escritores y que el leyó mucho libro cuando era niño, me quedé perpleja al escucharlo hablar, ya que habla muy poco.

La manera en la que le brillan los ojos a uno cuando habla de lo que gusta es maravilloso.

Regresamos a nuestras casas y él se despidió acariciándome la cabeza y deseándome buena tarde.

Yo solo le dije gracias y corrí a mi casa. Una vez dentro.

-Como puede ser tan lindoo-grité.

- ¿Quién es lindo? -dijo una voz masculina.

- Ay no - pensé.




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