Miss Cecil

Capítulo 3

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Esa tarde Ian estuvo de muy mal humor. Derek su mejor amigo le había dicho que no podría salir hoy porque Miss Cecil dejó mucha tarea.

¿Qué se creía esa anticuada bruja?

Después de decirle cobarde y despotricar contra su mejor amigo lanzó el teléfono tan lejos y fuerte que se estrelló contra la pared, crujió pero no le importó después de todo tenía el suficiente dinero como para hacerse de otro aparatito y mucho más costoso que el anterior.

Lo único levemente reconfortante era la venganza. Tirar basura y rayar su vieja chatarra era sólo el comienzo. La haría plañir. Haría que en menos de una semana miss Cecil se largara de su vida. Así podría disfrutar más de sus días antes de la molesta universidad.

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Sirvió el té mientras su madre jugaba cartas con sus amigas. Como casi todos los días Cecil debía tolerar las charlas de las amigas de su madre.

Parecía que todas competían por ver quien tenía los hijos más exitosos y maravillos, su madre siempre perdía cuando Eleonor sacaba a resulicir a su hija casada con un banquero y con dos preciosos niños.

La madre de Cecil haría una rabieta más tarde por tal motivo. Para ella Cecil no era lo suficientemente buena pero dependía totalmente de ella. —¿Aída y cuando piensa casarse Cecil?

Aída Stone notó el veneno y burla por parte de su querida amiga Margarita. —No hay prisa Margarita, debe buscar un buen partido.

—Pues debe darse prisa, porque más joven no se esta haciendo—el resto de las cacatúas soltaron sonoras carcajadas que Cecil quiso ignorar. Si su vida con su madre era difícil con esas mujeres lo era aún más.

Siempre la hacían sentir mal con sus comentarios molestos. ¡Te haces vieja Cecil!

¡Tu reloj biológico avanzada rápidamente! ¿Eres machorra?

Todos los días de su insulsa vida era lo mismo. Para rematarlo en las reuniones familiares la cosa pintaba igual. Sus primas menores tenían esposos e hijos, divorcios y en otros casos hasta viudas eran ya, pero a sus veintisiete años no tenía ni siquiera un gato.

Sólo la compañía de su anciana madre.

No era que no quisiera casarse o tener hijos. En verdad quería esas cosas pero su madre no era de gran ayuda, siempre metiéndose en sus relaciones y recordándole su pasado adolescente.

No había tiempo para el amor por ahora. No podía darse ese lujo.




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