Miss Doyle

La hora del té

Son las 5:30 de la tarde, está soleado, la brisa fresca hace que las hojas de los árboles se muevan pero nada más. El silencio es placentero y no se oyen voces o coches o niños de bajos barrios jugando al otro lado de la verja de la casa de los Doyle. Como es costumbre los cinco hermanos: Elizabeth, George, Amelie, Timothy y Olivia se reúnen en el jardín trasero para tomar el té.  Sentados bajo la pérgola que los protege levemente del sol disfrutan de un té de limón helado acompañado de scones de nata, pastel de manzana y pie de arándanos.

Timothy lee un libro de matemáticas, Olivia una novela romántica que según su madre son aberraciones que solo buscan desviar a las jovencitas para que busquen fantasías en sus vidas; George dibuja un retrato de su hermana menor, Amelie que lee un libro de toxicología forense; en cambio Elizabeth mira el paisaje con nostalgia, las rosas el pequeño lago, los patos que nadan en él, el invernadero del que se apoderó una de sus hermanas. Divaga en el pasado, en cuando era la niña de los ojos de sus padres, pero siendo honestos siempre ha sido la predilecta de su madre.

La más pequeña suspira y cierra su libro que recién termina.

— ¿No es bonito el amor?— preguntó Oliva—. Quisiera enamorarme alguna vez.

Todos dejaron sus actividades menos Amelie, ella sonrió sin despegar la vista de su libro; una sonrisa tierna ante el dulce e inocente comentario de su hermanita.

— Le das demasiado importancia al amor querida Olivia— tomó un sorbo de té Elizabeth.

— ¿Acaso no debería? Es el amor—repuso—. Lo más hermoso que hay.

— El amor es algo secundario; debes buscar prestigio, estatus y dinero a la hora de casarte querida porque si buscas esa tontería acabarás pobre, desdichada y sin tener donde caerte muerta—  se pueden  notar la amargura y mordacidad en sus palabras.

Amelie miró a la mayor furibunda y cerró el libro produciendo un golpe sonoro, enarcó sardónica las cejas sintiendo como sus entrañas se revuelven; ha dicho palabras exactamente iguales a las que su madre hubiera utilizado.

— Tú...— sentenció dejando el libro sobre la mesa.

George le miró suplicante;no deseaba que la paz  permaneciera entre los consanguíneos, paz que tan solo había durado unos treinta minutos.

— ¿No deberías dejarle a madre el trabajo de arruinar sus sueños y esperanzas? Hasta donde tengo entendido tienes tu propia criatura a la cual arruinarle la vida, más de lo que le hará está sociedad— continuó Amelie—, pero, por supuesto no te basta con arruinarle la vida a tu hija. Eres el reflejo de nuestra madre.

George llevó sus dedos índice y pulgar a el puente de su respingada nariz; sabe que significa semejante comentario y eso es una batalla.

Los más pequeños guardan silencio, y mientras Olivia mira la escena triste, Timothy se esconde tras el lomo y la tapa de su libro de álgebra para evitar que pidan su opinión, siendo él el punto intermedio entre la ideología de su padre y la de su madre.

— Al menos yo no soy la comidilla de toda la alta sociedad de Londres, ni una salvaje o la prostituta de un loco amante de los muertos— contraatacó Elizabeth orgullosa de sus palabras;se ha excedido y lo sabe.

Todos los presentes le miraron con aversión. Porque si creen que existe ese amor de hermanos, están muy equivocados.


— ¿Me ayudas a organizar mis libros de álgebra Amelie?— Timothy observó a su hermano que le regala una pequeña sonrisa—. Es que no me gusta en el orden en el que lo hacen las sirvientas— añade antes de que Elizabeth pueda decir algo más.

— Yo tengo que revisar los últimos mapas y las rutas de comercio que me dió padre — se excusó George poniéndose de pie.

— Tengo que elegir el vestido para la fiesta de té que iré mañana en la mañana— titubeó sintiendo un poco de angustia por dejar a su hermana sola.

Todos se fueron dejando a Elizabeth sola, bajo la pérgola con el té y los postres todavía calientes. Y, aunque su mente le dice que ella tiene razón, su corazón le dice que cometió un gran error...otra vez.

La casa de los Doyle  no tiene nada que envidiar a otras familias de clase alta;se conserva bien, muy bien; la fachada exterior tiene pequeñas enredaderas y musgo que la hacen ver  antigua y hermosa, grandes ventanales en la planta baja y alta, dividida en el salón de baile donde se encuentra un piano, la sala de estar, cocina, varios cuartos de  baños; uno en cada habitación, 8 piezas en total; una para cada hijo, la del matrimonio y dos para las visitas y un amplio jardín trasero que, como ya saben, cuenta con invernadero, un pequeño lago y una pérgola para descansar a la sombra.


La residencia que ha pasado de generación en generación hasta la de Víctor, el actual dueño y señor.

Víctor bajó de su estudio encontrándose con todos sus hijos iendo a sus respectivas habitaciones cerrando de un portazo sus puertas.

— Está vez duraron más tiempo del que imaginé juntos— se dirigió a su esposa, Candace que disfruta de unos aperitivos mientras borda junto al fuego.


— Seguro volvieron a discutir— responde como si fuera algo totalmente normal en esa casa, que de hecho, lo es—. Es tu culpa, si no fueras tan permisivo con ellos ¡ Amelie es una dama y se comporta como un hombre!— añadió enojada.

Su marido le ignoró sentándose junto a ella, encendió la pipa y cogió con sumo cuidado el periódico que dejó Max (la mascota de Amelie) en el sillón.

— El Dr Taylor ayudó a cerrar otro caso— anunció orgulloso.

— Ese hombre— el desdén en la voz de la mujer es notable. Cada vez que mencionan el apellido Taylor se irrita, más que de costumbre— No debería permitirle a Olivia ir a la fiesta de té— cambia de tema; algo común en ella.

— Es tu hija has lo que quieras— pasó la página del diario con la pipa ya encendida  entre sus labios.

— Iré con ella ,no se sentirá sola  en casa y hace buenas amigas. Tal vez así deje de juntarse tanto con sus hermanos— siguió con su bordado tras solo recibir por parte de su marido un ruido de aprobación desinteresado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.