Con los tres cristales de la vida en su poder, los amigos regresaron a la reina del bosque. Ella les explicó que ahora debían unir los cristales en un ritual para liberar el poder de la vida y derrotar al hechicero malvado.
El ritual debía realizarse en el corazón del bosque, en un lugar sagrado llamado el Altar de la Vida. Pero, para llegar allí, debían atravesar el territorio del hechicero, donde acechaban peligros y trampas.
La reina del bosque les dio un amuleto de protección y les deseó suerte en su misión. Los amigos se abrazaron, se desearon suerte y se adentraron en el territorio enemigo.
A medida que avanzaban, el bosque se oscurecía y el aire se llenaba de energía maligna. De repente, una figura emergió de las sombras...