Momento Oportuno

DOS

 

  “Sos la peor basura que he conocido en mi vida”.

  Así empezaba el monólogo que según la hora indicada, había sido enviado de madrugada, imagino que a raíz de alguna borrachera melancólica. A medida que avanzaba en la lectura, la descripción de mi congénere caía en picada, acompañada por una cantidad de adjetivos “descalificativos” que por buen gusto no voy a citar.  

  No les voy a negar que largué una carcajada, la cual intensificó el incipiente ardor en mi garganta, al leer que “la emisora de los halagos” no dudó en exponer su disconformidad no sólo con la anatomía del miembro masculino, sino con el flojísimo desempeño sexual del hombre en cuestión.

  La sonrisa que me había dejado el relato, se me borró al instante en que ví el último mensaje. Acompañando la sequedad en mi boca, mi masculinidad se hizo presente dejándome sorprendido. Hasta hacía unos minutos atrás, estaba medio muerto, desparramado sobre mi cama, la foto de aquella mujer con poquísima ropa me había confirmado que el trabajo en la villa me había consumido la vida en todos los sentidos, porque no fui capaz de recordar la última vez que tuve una erección. 

  En un acto espontáneo y desprejuiciado, totalmente ajeno al sentido común y práctico, con el que solía desenvolverme en la vida, le respondí el texto que había acompañado a la imagen. 

 




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