En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
Génesis 1:1.
—En el principio solo existía un inmenso vacío, como el nuestro al querer buscar el sentido de la vida, la nada; suspendida en una densa oscuridad. El origen de la vida, ¿Quién conoce su inicio? El principio: el gran enigma de la ciencia, la incógnita que abruma a todo filósofo, la explicación que todo teólogo busca. ¿Quién lo sabe? Quizás nadie, será un misterio que se pueda resolver después de la muerte; o desaparecer tras ella.
Una luz se disipó entre las tinieblas, surgió el universo y con ello la vida. Una pluma cayó sobre el agua, una figura humanoide se formaba. Los ángeles fueron creados conforme a su categoría: ángeles, serafines, querubines, tronos, dominaciones, virtudes, potestades, principados y arcángeles. Los querubines sostenían el trono de oro del Poderoso; uno de ellos fue creado con la belleza perfecta, Elohim lo llamó Lucifer, el querubín más hermoso de todos.
Un día, su corazón se llenó de envidia, queriendo subir al trono que sostenía con su aura «subiré y seré semejante al altísimo». Elaboró un plan que consistía en llamar a la tercera parte de ángeles con él a la rebelión celestial. Gabriel y sus ángeles lucharon contra Lucifer, transformado en un dragón escarlata, fue desterrado, condenado a vagar en la Tierra, de esta rebelión surgieron los Siete Príncipes del Infierno.
Doscientos ángeles fueron encargados de vigilar a los humanos; no obstante, ellos se corrompieron con la hermosura de las hijas de los hombres, eran conocidos como Los Vigilantes. Un solo continente existía, llamado Rodinia, siete reinos dominaban sus tierras: Atlántida, Mu, Nazca, Aztlán, Sumeria, Lemuria y Nod, cada imperio tenía un rey o reina donde rendían culto a los Vigilantes, excepto por los sethitas. Un linaje predominaba entre ellos, los caínitas; hijos de Caín, la simiente maldita. Los Vigilantes fueron adorados como dioses, encargados de enseñar a la humanidad todos sus conocimientos en todas las culturas antiguas, a cambio de sus mujeres más hermosas, creando una raza híbrida de gigantes, llamada los Nefilim.
Hacía el suroeste, estaba los terrenos del fallecido Cus, sobre el río Gihon, su capital Atlántida, una ciudad de alta tecnología. El sabio Enoc construyó tres magníficas pirámides y un majestuoso león frente a ellas, el séptimo desde Adán, linaje de los sehtitas. Eran tiempos de Guerra, los Vigilantes y sus hijos los Nefilim, aliados con un joven Tubal Caín, comenzaron a devorar a los hombres y a las bestias del campo.
Enoc forjó un arma contra los Vigilantes, ocho insignias que representan valores morales de los hombres. Reclutó a ocho Nefilim que no estaban de acuerdo contra el temible Semyazza, estos semidioses reunieron a sus tribus y pueblos para combatir contra los gigantes y los ángeles malvados. Una gran guerra que duró tres años culminó con la derrota de los Vigilantes. Los arcángeles Gabriel, Rafael y Miguel se unieron a la batalla, Semyazza junto a Azazel y otros Vigilantes fueron derrocados en el monte Hermón, lugar donde habían descendido para procrear con las mujeres. Pasaron 200 años, dos nacimientos surgieron, por parte de los sethitas, el nieto del profeta Enoc nació, al cual pusieron por nombre Noah. Del otro, Thot y Ma’at tuvieron una hija.
Enoc, antes de ser ascendido al cielo y convertirse en un ángel, advirtió a Noah y Matusalén de la profecía que se cumpliría en el futuro: «temo el día en que los Vigilantes resurjan de nuevo, el día en que estos dos linajes se enfrenten una vez más y formen otra guerra. ¿Quiénes serán los elegidos para derrotar las fuerzas del mal? ¿Qué linaje perdurará en el futuro? La chica de la profecía nacerá miles de años en el futuro, descendiente de Ma’at, llamada: La Elegida, y cuando ella nazca, liberará con justicia; o lo castigará con injusticia. Volverá a reunirlos; en una próxima batalla final contra Semyazza y su Corte Celestial.
Que los Vigilantes tomen su castigo que merecen, en las prisiones eternas bajo la tierra. Yo Enoc, procuro juicio de mi boca: he aprendido todo de ellos y he comprendido que no hablaré para esta generación sino para una lejana que está por venir», profetizó.
Aquellos dioses prometieron volver otra vez, dejando sus conocimientos que podemos ver en todo el mundo antiguo, dejaron un legado; su simiente entre la humanidad —relató Mónica de sexto grado.
Mónica era una niña de once años, el sol iluminaba su peinado con colitas y listones rojos, cuando leía exponía sus ojos rasgados. Entre aplausos y ovaciones tomaba de nuevo asiento. Todos sus compañeros junto con la maestra quedaban impactados por los cuentos que relataba Mónica; su gran imaginación la convertiría en una gran escritora.
—¿Qué fue lo que pasó con esa generación?—respondió una de sus compañeras.
—Existe una profecía del profeta Enoc. Una raza de gigantes y sus padres los ángeles quisieron conquistar el mundo, Enoc, evitó eso junto con otros dioses. La profecía apunta a que una chica salvará al mundo cuando los Vigilantes, los Ben Elohim regresen —explicó Mónica.
—La profecía de la elegida ¿Por qué nadie habla de esto?—interrogó otro de sus compañeros.
—Es un cuento que me lee mi abuelita—, esbozó una sonrisa —nadie sabe qué pasará con esa chica, si llegue a salvar al mundo, o a condenarlo—.
Editado: 21.03.2024