—Bueno.. Seguro conocen a mi padre, Louis Mussolini, él es un empresario —me interrumpe Nicolas.
—¿El, es tu padre? —acota conmocionado.
—Si, bueno, él aparte de ser un buen empresario, es muy amoroso, adora a mi madre, la ama como no tienen idea, el amor entre ellos es hermoso —digo soñadora
—¿Y por qué estás aquí, Isa? —me tenso ante las palabras de Mauricio.
—Bueno, solo mis padres querían calmar mis constantes salidas a fiestas, pero un convento no me lo iba a impedir —sonrío porque quedo satisfecha con mis palabras.
—¿Y por qué te gusta ir tanto a fiestas? —esta vez es Nicolas quien pregunta
—Solo, me gusta divertirme, me encanta bailar y tomar —mis palabras fluyen sin notarse mis mentiras.
Seguimos hablando de trivialidades y luego nos marchamos cada quien a su convento.
Mauricio
Es obvio que a Nicolas le gusta Isabella, ella es tan hermosa, Dios, parece un ángel, no creí que fuera de chicas que van a fiesta.
—Te vi besándola —susurra Nicolas a mi lado.
—No lo pude evitar, pero me gusta la idea de ser su amigo —sonrío de lado.
Nicolas
Me quedé atónito con el beso entre Mauricio e Isa pero es obvio que se gustan ella le siguió el beso, es mejor, pensar en que siempre seremos amigos y no ilusionarme en que alcanzaré algo más con ella.
Había pasado una semana desde que recibí una nota, esta no contenía firma y sus letras eran recortadas de papel periódico con las palabras Nicolas, ¡Aléjate de Isabella! Pero igual no le hice caso a esa hoja.
Todas las noches salgo con Mauricio, para hablar con Isa, nunca nos cansamos de charlar, pero ella es la que dice que se va a dormir porque no quiere estar como un zombie al día siguiente, mientras Mauricio y yo lo aceptábamos y también nos íbamos a dormir.
Nos encontramos los monjes y monjas en una feria para brindarle apoyo a las organizaciones en la recolección de fondos de los niños que tienen Cancer, todos estamos concentrados en nuestras labores cuando se escucha un disparo, se escucha gente gritando por el momento y agachados.
—¡Isabella! —se escucha un grito desgarrador de un hombre.
Puedo presenciar a Mauricio cargando a Isabella junto a la sangre que corre por su brazo izquierdo, alojándose también en la parte izquierda de su traje de monja, las luces de la ambulancia llenan la feria, corro hacia ella y una lagrima recorre mi mejilla.
—¡¿Quién lo hizo?! —pido una explicación a gritos a Mauricio.
—Isa, resiste, por favor —digo acariciando su largo cabello.
—Tranquilo, todo estará bien —acaricia mi mejilla con su mano derecha.
Mauricio coloca a Isabella en la camilla y los paramédicos la meten en la ambulancia, la hermana Julia se monta en la ambulancia y no nos dejan a Mauricio y a mí, ir con ella.
Mauricio y yo nos introducimos rápidamente en un taxi para dirigirnos al hospital.
El silencio de la sala de espera es interrumpido por los sollozos de la madre de Isa y las palabras de ánimo que le da su esposo para que se tranquilice, diciéndole que todo estará bien, su mama es muy linda se parecen bastante, ojalá yo hubiera tenido la oportunidad de tener a mi madre viva.
Viene el doctor por el pasillo.
—Familia Mussolini, Isabella se encuentra en buen estado, la bala no afectó nada importante y ya fue retirada, pueden pasar a verla —los padres de Isabella se dirigen a la habitación siguiendo al doctor.
Qué gran alivio saber que no tuvo ningún riesgo.
Luego de que sus padres salieran, le siguió la hermana Julia, luego Mauricio.
Ahora era mi turno, fui a verla, abrí cuidadosamente la puerta.
Se dirigió hacia mí con una sonrisa esa hermosa sonrisa que la caracteriza que vuelve loco a cualquiera.
—¿Como te sientes? —pregunto.
—Muy bien, no fue nada, lo que no entiendo es de donde salió ese disparo —sus palabras también me ponen a pensar en lo mismo.
—Cierto ¿quien quiere hacerle daño a un ángel? [recuerda que no es tan Ángel cuando estaba haciendo el stripper] —Isa ve a un punto fijo de la habitación.
—Mi padre, averiguara quien fue el responsable —dice sin más.