Llegamos a la cabaña del mago. Ivar detuvo su caballo junto a la verja baja de madera que daba al jardín. Yo lo imité. Desmontamos, amarramos los caballos y abrimos la verja. Atravesamos el jardín y llegamos hasta el porche de madera, en cuyo interior había una mesa y un banco de madera. Ivar llamó a la puerta.
Yo mientras me entretenía mirando el entorno que me rodeaba, era como si estuviéramos en un lugar que no pertenecía al Reino del Bosque, como si en él reinara otra persona, al margen de las normas.
Las largas enredaderas cubrían por completo parte de la cabaña y llegaban hasta el techo. La casa, de un color marrón oscuro, estaba rodeada por enormes árboles y otras plantas de menor tamaño, algunas con flores muy llamativas. Todo estaba inmerso en la más profunda oscuridad, como si el cielo estuviera cubierto de nubes tan solo sobre este sitio.
Sobre las hojas aún se podían distinguir gotas del rocío, tal vez fuera aquella la causa del frío que hacía en aquel lugar, a pesar de estar ya en verano.
La puerta se abrió y una voz ronca sonó tras el chirrido. Los ojos negros de Varg nos estudiaron desde la oscuridad.
_Entrad_ dijo.
Ivar y yo obedecimos. Nos invitó a sentarnos y sirvió unas tazas con alguna bebida de hierbas, supongo.
Varg se sentó frente a nosotros.
_¿Qué os trae por aquí?_ preguntó con su voz áspera.
_Venimos en busca de información_ dijo Ivar.
El mago posó sus ojos en él.
_Tal vez te intrigue cierto personaje vestido de negro.
Ivar y yo lo miramos sorprendidos.
_¿Cómo lo ha sabido?_ pregunté sin poder contenerme.
Varg señaló en dirección a unos huesos de animales, tal vez de pájaros, depositados sobre una bandeja.
_Tengo mis trucos_ respondió. Ivar no lo miró demasiado convencido_. Sí, ya sé que no son de vuestro agrado, señor del bosque, pero son eficaces.
Miré interrogante a Ivar.
_¿Qué ocurre con ese método?
Ivar miró a Varg, quien le indicó que me lo explicara.
_Consiste en un antiguo ritual empleado por los druidas humanos hace más de dos siglos. Es magia negra, quien busca respuestas debe realizar un sacrificio y escribir el nombre del espíritu que desea invocar. Cuando la carne del ser sacrificado desaparece y quedan solo los huesos, se dice que están cargados con una energía que te permite saber lo que ocurre, lo que ocurrió y lo que ocurrirá, todo en un plazo limitado...
_El tiempo que tarde la vela encendida tras el ritual en apagarse_ le interrumpió Varg. Se levantó y caminó hacia los diminutos huesos_. Una vez consumido el tiempo, se convierten en simples huesos_ dijo mientras cogía uno de ellos entre sus dedos.
Ivar seguía con el ceño fruncido. Como todo elfo, no aprobaba el sacrificio de un animal para esos fines.
_Con esto, señor del bosque, no solo he descubierto vuestras intenciones, sé quién es y lo más importante, cómo derrotarlo_. Volvió a mirar a Ivar_. También sé que acabó con la vida de Tarwe_ pude notar cierta incomodidad en Ivar ante la perspectiva de tratar ese tema_, pero eso es algo que no tiene nada que ver con lo que os quiero contar.
Ivar se relajó un poco.
_Dinos lo que sepas, por favor.
_Para empezar, tiene nombre, Métrax, también conocido como el Mago Negro. Métrax era considerado uno de los peores demonios por los sindas de Sigmalion. Su nombre no se tomaba a la ligera, sólo era invocado en situaciones extremas, y solo por un sacerdote que fuera capaz de controlarlo.
_¿Entonces qué hacía con los ghendas?
_Todo a su tiempo. Dices que encontrasteis unos libros bajo vuestro palacio, ¿no es así? De magia negra sigmalita.
_Sigmalita, no sinda.
Varg asintió.
_Porque tal vez alguien se llevó las escrituras sindas antes, tal vez la biblioteca ya hubiera sido descubierta mucho antes de que vosotros llegarais.
_¿Y qué podemos hacer?
Varg miró a Ivar de nuevo.
_Sólo existen unos seres capaces de destruirlo, pero llevan extintos siglos, todos... Menos uno.
Ivar lo miró con curiosidad.
_Tú eres lo más puro que queda de esa raza Ivar, tú eres el único que podría derrotarlo.
Ivar lo miró con incredulidad.
_¿Cómo voy a hacer eso?
_No en esta dimensión, desde luego.
_Explícate.
Varg no respondió enseguida. Yo los escuchaba atentamente mientras bebía lo que Varg nos había servido, en absoluto silencio; de todos modos, no tenía ni idea de lo que hablaban, poco podía aportar.
_Métrax puede moverse en dos dimensiones a la vez, esa es la razón de que esquivara tus flechas de aquel modo, en su dimensión todo ocurre mucho más despacio que en esta, podía ver y calcular la trayectoria de cada flecha. Pero, por si fuera poco, al ser invocado, puede intervenir en nuestra dimensión, al menos..._ Varg señaló a los huesos de nuevo_... Mientras el tiempo que se le da lo permita.
_Por eso se esfumó como si nada en mitad del combate_ dije de repente.
Ambos me miraron como si acabara de dar con la fórmula de la inmortalidad.
_Exacto_ dijo Varg con una sonrisa.
_Sí, eso es estupendo pero... Eso no me aclara cómo puedo derrotarlo, la única conclusión que he sacado es que no soy rival para él, y creo que es justo lo contrario lo que quieres hacerme ver_ le dijo Ivar a Varg.
_Tienes que entrar en su dimensión.
_Pero ¿cómo?
_Los espejos abren portales entre dimensiones y, si no me equivoco, en vuestro palacio hay uno cuya función es servir de puerta al mundo de los muertos... Y de los vivos.
_Bien, ¿y cómo lo cruzo?
_Eso debes averiguarlo tú, tal vez deberíais volver a la biblioteca.
Ivar asintió.
_Gracias por vuestra ayuda_ dijo mientras se levantaba y me indicaba que lo imitara.
_Una cosa más, hablando de los ghendas..._ el mago sacó algo de la manga de su túnica, era una carta_... Dale esto a Balder cuando lo veas.