Monstruos Y Sombras, El Rey Elfo

No Estás Solo

Sentí unos dedos aferrándose con fuerza a mi antebrazo, impidiendo mi movimiento.

_No dejaré que hagas eso_ dijo una voz.

Alcé la mirada hasta el espejo. Junto a mi reflejo se alzaba la esbelta figura de un hombre con enormes alas blancas extendidas en pose amenazante. Su mano era la que sujetaba mi antebrazo.
Menee la cabeza con indicios de rabia.

_Ya basta_ exclame _. Estoy harto de todo esto, estoy harto de que juegues conmigo _ grité con la mirada fija en el espejo.
_Gardar, estoy aquí de verdad_ dijo el otro mientras ponía su mano libre bajo mi mentón y me obligaba a mirarlo.

Mis ojos se cruzaron con unos ambarinos, unos que conocí enseguida. Eran los ojos color oro de Anharel.
Mi primera reacción fue de confusión, pero luego mi gesto se relajó. Empecé a reír.

_Buena jugada, sí, muy buena_ el otro me miró como si no supiera cómo reaccionar_. Esto sí que tiene gracia. Deberías esforzarte más, sé que no es él, se fue hace siglos, antes me creería que Balder ha vuelto.

Los ojos del supuesto Anharel me miraron con incredulidad e incluso con tristeza. 
Apoyó la rodilla izquierda en el suelo y se puso frente a mí.

_Gardar, estoy aquí de verdad.

Lo miré con desconfianza. El otro cogió mi mano libre y la llevó hasta su rostro.

_Soy real.

Sentí su piel bajo la palma de mi mano, el tacto de su cabello y el plumaje de sus alas, parecía tan real como yo, y digo parecía porque aún después de haber comprobado su veracidad, una parte de mí seguía creyendo que era una ilusión, muy bien lograda, pero una ilusión. 
La daga cayó de mi mano produciendo un ruido metálico. Con un veloz movimiento, Anharel la guardó y soltó mi brazo.

_¿De verdad estás aquí? _ dije con tono vacilante, tal vez debido a que llevaba varios días sin descansar correctamente y empezaban a pasarme factura. 
_Sí, estoy aquí.

Me quedé en silencio, lo que le dio vía libre para seguir hablando.

_¿Dónde están los demás, Gardar?

No respondí enseguida.

_Ya sólo quedo yo_ dije mientras me levantaba y comenzaba a caminar con paso vacilante. Al no oír los pasos del otro me volví_. ¿Vienes?

Anharel, que aún continuaba agachado frente al espejo, se levantó y caminó detrás de mí.

Lo guié a través de los desiertos pasillos y las húmedas mazmorras hasta llegar a las criptas. Anharel me siguió en silencio durante todo el camino hasta que llegamos junto a las lápidas. Me detuve frente a la de Ivar y señalé las demás, cada una con una vela encendida. Anharel las contempló con aquellos extraños ojos color dorado. Pude notar una mezcla de tristeza e incredulidad en su mirada.

_No es posible_ dijo casi en un susurro_, no es posible que haya pasado tanto tiempo, sencillamente, no me creo que estén muertos.

_Pues es la realidad_ le dije, luego lo miré_, todos morimos algún día.

Permanecimos un instante más observando las tumbas hasta que decidimos marcharnos de aquel lugar. 

Aquella fue la primera noche desde la muerte de Balder que pasé en la superficie, en compañía de Anharel. Encendimos la chimenea y nos sentamos en los sillones que la rodeaban, como tantas veces lo habíamos hecho siglos atrás. Anharel lo miraba todo a su alrededor.

_En aspecto no ha cambiado_ dijo.

_Me alegra oírlo, mucho me he esforzado para que eso sea posible.

Me senté junto a él.

_¿Qué ocurrió en mi ausencia?

Tardé un momento en responder, tratando de ordenar los acontecimientos ocurridos en mi mente.

_Nos atacaron los Ghendas, trajeron con ellos a una especie de demonio. Mató a Tarwe e Ivar no dudó en ir a buscarlo. Conseguimos en cerrarlo. A los pocos días Ivar murió. Tras su muerte empezaron a irse todos los compañeros, unos a otros lugares y otros tras Ivar y Tarwe. Balder y yo nos quedamos solos en el palacio durante siglos hasta que a él también Le llegó la hora. 
_¿Cuánto llevas sólo?

Me quedé pensativo un momento.

_Realmente no lo sé. No sé cuánto tiempo ha pasado desde la muerte de Balder. 
_¿Cada cuanto le ponías una vela? 
_Cada semana, más o menos. 
_Pues entonces llevas ocho semanas solo.

Guardé silencio mientras analizaba sus palabras.

_Ocho semanas durmiendo en las criptas. 
_¿Por qué duermes ahí? 
_Porque ellos están ahí, y es donde debería de estar yo también. No sabes lo que es ver morir a todos y cada uno de tus seres queridos, viendo que no puedes hacer nada por impedirlo. No sabes lo que es levantarte un día y descubrir que la persona que ayer se sentaba junto a ti hoy ya no está, tener que aceptar que no vas a volver a verla_. Hice una pausa_. Eso es lo que llevo tratando de aceptar todo este tiempo, pero mi mente se niega a olvidar. Todavía me parece oír sus voces llamándome, y sus sombras atravesando los pasillos.

La mirada de Anharel se ensombreció.

_No son ellos.

Lo miré interrogante.

_Explicate. 
_Tú mismo lo has dicho, encerrasteis a un demonio. Está aprovechando tu soledad para conseguir que lo liberes. Tener a un demonio encerrado no es como una mascota. Luchará por volver a su dimensión, donde es más fuerte, y si puede te arrastrará a ti también. Debes tener mucha fuerza de voluntad.

Bajé la mirada.

_Pues si no hubieras llegado cuando lo hiciste, tal vez habría logrado su propósito. 
_Por ello estoy aquí, para ayudarte.

Lo miré confundido ante sus palabras.

_No entiendo... 
_El primer día que pisé el palacio pude sentir una gran cantidad de energía negativa, muy fuerte. No era el espíritu furioso de Marshell lo que me preocupaba, no, era lo que había oculto tras él, y creo que él también sabía de su existencia. Durante el ritual que realicé logré contactar con él y me dio algunas pistas sobre lo que había encerrado en aquel espejo_ dijo señalando en dirección al pasillo en el que se encontraba. Me miró _. Esa fue la razón de que me marchara, por aquel entonces no era rival para él, pero ahora sí, sé cómo combatirlo. 
_Combatirlo_ dije con cierto desánimo.



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En el texto hay: elfos, demonios, dragones

Editado: 11.10.2020

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