Tras un descanso el doctor retomó su tarea.
_Bien, continúa.
_ Tras un año casi viviendo en el Valle de les Hadas con Liviana, nos hicimos íntimos. Nos lo contábamos todo_ yo sonreí_, me habló tantas veces del guardia de la reina que le gustaba... Ambos sabíamos que no tenía una eternidad, mi tiempo se agotaba, pero no nos importaba, lo único que teníamos en mente era disfrutar de nuestro tiempo juntos, pero...
_Pero...
_Ocurrió algo que ninguno teníamos previsto.
_¿Qué ocurrió?
_Me enamoré. Fue una tarde de otoño, recuerdo que había salido al bosque para vigilar a un grupo de asaltantes de caminos; los perdí de vista, tan solo un momento, pero al parecer les bastó para hacer de las suyas. Oí un grito proveniente de las profundidades del bosque y fui corriendo hacia allí con la esperanza de que no fuera demasiado tarde. ¿Sabe? Esta gente trabaja rápido, en los minutos que los perdí de vista, les dio tiempo a capturar a una mujer y a herir a su acompañante.
_¿Y qué hiciste?
_Usé mi enfermedad para sacarlos del apuro. Sabía que todos temían a los leprosos, así que no dudé en emplearla. Funcionó, y muy bien. Los asaltantes de caminos huyeron dejando allí a los dos viajeros. Ella estaba muy asustada, así que me acerqué a ella, con la intención de soltarla. "Eres preciosa" fue lo primero que me salió al verla, no se puede imaginar la vergüenza que pasé en aquel breve instante. Cuando la solté, todavía tuve que demostrar que no era peligroso, así que me quedé con ellos y la ayudé a curar a su compañero. Las heridas de él eran graves, pero no llegó a morir. Aquella noche la pasó con fiebres muy altas y no pudimos quitarle ojo, pero, a pesar de eso, conseguí averiguar alguna que otra cosa de ellos. Ella se llamaba Tarwe, y el hombre era su marido, se llamaba Ivar. Vivían en un lugar llamado El Bosque de las Sombras Y estaban allí para entregar un regalo de parte de Arnuïr a la reina Eluir del Valle de Oro. Durante el trayecto de vuelta los habían atacado...
Tarwe me miró.
_¿Y cuál es tu nombre?- Preguntó mientras humedecía un pañuelo para ponerlo sobre la frente de Ivar.
_ Gardar.
_¿Y de dónde vienes, Gardar?
_Vivía en una tribu del desierto de Harar.
Ella asintió con la cabeza.
_Estás lejos de tu casa.
_Con el debido respeto, esa ya no es mi casa, ahora vivo en el Valle de las Hadas.
_¿Y qué te hizo abandonar tu tribu, Gardar de Harar?
Yo me señalé.
_La lepra, estoy enfermo de lepra.
Ella me miró extrañada.
_¿Y no te cuidan?
_Todavía tengo que agradecer que no me mataran.
_Nosotros venimos de un buen lugar, allí nos cuidamos los unos a los otros.
Yo le sonreí.
_Ojalá fuera siempre así.