En alguna parte del pueblo.
—¿Escuchaste la noticia?
—¿Qué ocurrió?
—Alguien entró a robar unos documentos en la oficina del presidente municipal.
—Pero ¿cómo es posible?
En otra parte del pueblo.
—Parece que están entrando a robar comida a las casas.
—Dios, que horror.
—Dicen que ya están buscando al ladrón.
—¿Y cuándo piensan terminar el puente?
—Ya casi no hay comida.
Natalia ya estaba más tranquila, ya que había podido dormir bastante bien y su aspecto había regresado a la normalidad.
Mientras caminaba, se daba cuenta de que la gente estaba más alterada que el día anterior. En algunas ocasiones, escuchaba a gente hablar de forma radical, exclamando que colgarían al ladrón.
Natalia solo pensaba que si la gente que decía eso, tendría el valor de quitarle la vida a alguien y vivir con la conciencia tranquila, lo cual era gracioso, ya que ella estaba entrenada para eso. Aunque, a su parecer, lo mucho que su conciencia le permitía era noquear a alguien.
Estaba tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta que había llegado a la parte oeste del pueblo.
Al darse cuenta, se detuvo en seco. Levantó la vista y vio como los edificios que se extendían delante de ella estaban en ruinas.
Todos los edificios a su vista estaban quemados.
Natalia hizo una mueca de aso, no por la imagen, si no por el olor fétido que desprendía el lugar.
<< cuando se disipo el fuego, quedó un olor a mierda, un olor que no ha desaparecido aun en estos días >>
Recordó de pronto.
Por alguna extraña razón, sentía la respiración de los edificios. Una respiración que hacía eco como si fuera una cueva o peor sentía que algo la vigilaba desde adentro de los edificios.
La chica dio un paso atrás y se alejó corriendo del lugar.
Editado: 03.07.2018