Moonlight

Capítulo 9

Pienso en todo lo que tuvo que pasar Andrómeda a tan temprana edad, no debió ser nada fácil asimilar todo aquello con tan poca edad. Recuerdo que de pequeña Andrómeda era un extensión de su madre, donde iba una iba la otra, y no porque Eleanor la obligase, ella misma no quería separarse de su madre. Y seguro pasar dos semanas sin saber donde estaba, sin verla o hablar con ella fueron lo más duro, claro que estando en coma tampoco hablaban pero al menos podía ver a su madre.

Max se despierta con los ojos cansados, duerme poco y llora mucho, ha sido muy duro para él romper con su novio y yo solo quiero romperle la cara a ese idiota por hacerle daño a mi mejor amigo. De algo estoy seguro, el novio de Max no se ha dado cuenta ahora que es hetero, su familia no lo acepta y por miedo a decidido dejarlo, lo que es bastante triste, todas las personas tienen derecho a amar a quien quiera, y a él le han cortado esa libertad.

- Te ves pensativo.

- Lo estoy.- él se sienta a mi lado en la cama.

- ¿Por qué?

- Anoche bajé a beber agua y me encontré a Andrómeda llorando.- suspiro.- ¿Recuerdas el caso de secuestro francoaleman?

- Por encima, un alemán famoso secuestró a una francoamericana, algo así era ¿no? Era pequeño, tendría solo seis o siete años cuando aquello.

- Si era y es, Philip Müller secuestró a la madre de Andrómeda.

- A ELEANOR.- chilla.

- No grites, que escandaloso eres cuando quieres.- él se disculpa.- Y si, Eleanor... Desde pequeña Eleanor ha adorado a su madre, y aunque era pequeña de eso le quedó un trauma. Anoche lo recordó y no sé si tuvo un ataque de pánico o uno de ansiedad pero no podía dormir ni tampoco dejar de llorar.

- Pobrecita.- se lamenta.- En esas situaciones lo mejor es estar a su lado, dejar que se desahoguen y no estresarlas.

- ¿Eres psicólogo?

- No, pero creo que es lo acertado.- me sonríe.- Vamos galán, tengo hambre, el despecho me abre siempre el estómago.

Bajamos a la cocina donde ya tienen el desayuno preparado para todos. Hace menos de una hora que subí a mi cuarto y no había nadie ni nada en la cocina, ¿estás personas son magos? No entiendo como hacen las cosas, pero tampoco me voy a quejar porque yo no tengo que hacer nada, solo comer.

Andrómeda no baja a comer, y a nadie le sorprende así que no es la primera vez que esto le pasa. De seguro sus padres saben que hacer mucho mejor de lo que yo hice anoche pero puedo decir que di lo mejor de mi para que se calmase, y que estuve apoyándola todo lo que pude.

- Eleanor.- la nombrada y sus hijos menores me miran.

- ¿Qué quieres de mi madre?

- Einar.- lo regaña con un tono severo.- ¿Qué necesitas Russell?

- ¿Puedo hablar un momento contigo?

- Estamos hablando ya.- se ríe.

- A solas.

- Claro que no puedes...

- Einar, al chico yo no le intereso, baja tus niveles de celos y posesividad.- se burla su madre mientras que él gruñe.

- Papá, mira lo que dice tu mujer.

- Esta mujer es tu madre Einar.- lo reta.- Y hace lo que quiere cuando quiere.

- Que no se note que es la jefa.- se ríe.- Vale, me calmo.

- Y deja de ser tan celoso.

- Eso si que no.- se ríen.

- Ves, otra cosa que heredaste de tu padre.

- ¿Y yo cuando fui celoso?- se queja su marido.- Lo tuyo es decir que nuestros hijos heredaron su peor parte de mi.

- Sip.- le sonríe.- Ahora voy a hablar con el chico, ciao bellos.

Eleanor se levanta y me invita silenciosamente a que yo también lo haga. Salimos al patio y nos sentamos en la hamaca colgante en la que me senté el día que consolé a Max y anoche cuando estuve con Andrómeda.

Ella se sienta primero, no necesita ayuda, con su altura llega perfectamente a la hamaca, no necesita brincar ni nada parecido, ser alto es un lujo la mayor parte de veces.

- Dime Russell, ¿qué es lo que ocurre?- ella me mira con tranquilidad.

Sus ojos azules pueden transmitir muchas cosas igual que los de Einar y los de Andrómeda, en cambio los de Candela solo parecen expresar dolor o miedo, no sé cual de las dos podría ser.

- Anoche, Andrómeda estaba llorando.

- Lo sé.- me sonríe un poco más decaída.- Os vi por la ventana.

- ¿Nos espiaste?

- No, necesitaba estar pendiente de ella Russell, o tu sabes que hacer en la situación que se te presentó anoche.- niego algo avergonzado.- ¿Por qué te escondes Russell? Es muy normal que no sepas, yo tampoco sabía, Jackson menos todavía pero todos aprendimos.

- ¿Tú también tienes ataques de ansiedad y pánico?

- Claro que los tengo Russell.- se encoje de hombros.- Pasé dos semanas secuestrada, siendo torturada y más noches de las que me gustaría admitir me levanto gritando, sudando y llorando al recordar aquellos días, al recordar el tiempo lejos de mi niña, del hombre que amaba y de las personas que me importaban.

- ¿Hicisteis terapias familiares?

- Claro que las hicimos pero no por esto sino por otra cosa.- la miro con confusión.

- ¿Por qué entonces?

- Andrómeda fue una bebé secreta, Jackson no supo por casi tres años que tenía una hija, así que por eso fuimos a terapia familiar.




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