Un grito interrumpe la conversación nocturna que teníamos Max y yo, en la que mi mejor amigo me daba consejos para una bonita primea cita con Andrómeda.
Ambos salimos corriendo del cuarto y vamos en dirección del grito o más bien gritos, porque se suceden uno detrás de otro. Son gritos bastante desagradables, no hay gritos agradables pero estos parecen peores que cualquier otros. Al llegar, no damos cuenta de que es a habitación de las chicas, pero ellas no están o más bien no están mi hermana y Andrómeda, que se han ido a cenar las dos juntas.
Intentamos abrir la puerta pero está cerrada por dentro. Ambos nos miramos presas del pánico, y aunque podríamos crear un gran desastre, prefiero hacerlo y saber que Candela está bien sino me sentiré fatal.
- ¿La tiramos?
- La tiramos.
Buscamos una silla, somos fuertes pero tampoco como para tirar una puerta, y tampoco somos tontos, no iba a ser especialmente agradable cuando se pasase la adrenalina. Juntos estampamos varias veces la silla contra la puerta hasta que comienza a hacerse un agujero. Menos mal que la puerta es de madera sino esto no hubiese sido para nada fácil. Cuando el hueco es lo suficientemente grande entramos.
La habitación está oscura y los gritos son ahora mayores. Consigo dar con el interruptor de luz y lo enciendo, viendo a Candela Emerson completamente destrozada. Está dormida pero no deja de dar vueltas y gritar “para” mientras que llora.
Me acerco rápida a ella e intento despertarla, lo que al principio parece misión imposible, parece estar en un sueño o más bien pesadilla muy profunda.
- Candela.- la muevo ligeramente, tampoco quiero hacerle daño.
Al tocarla noto como tiembla, y al estar más cerco veo las grandes gotas de sudor y lágrimas que bajan por su cara.
- Candela.- la zarandeo, intentando que salga del sueño.
Ella abre los ojos completamente aterrada, me mira con miedo. Sus ojos siguen derramando lágrimas, no parece haber despertado completamente del sueño porque sigue viéndome presa del pánico, como si yo fuese todavía parte de su sueño.
- Candela.
- NO, por favor no hagas nada.- dice yéndose contra la pared.
La miro con pena, me da sentimiento que esté tan mal y no saber como puedo ayudarla todavía me hace sentir peor.
- Por favor no te acerques.- solloza con miedo, escondiendo su cara entre sus piernas.
- Candela, soy Russell.
- ¿Quién? ¿eres su amigo? No he hecho nada malo, lo prometo.- dice nuevamente con dolor.- Lo juro, juro que he sido buena, no he salido de la casa.
- Candela, mírame.- ella niega.- Por favor, juro que no voy a hacerte daño.
- Él también jura esas cosas.
- No soy él Candela, soy Russell.- ella me mira, aterrada pero al fin lo haces.- Solo fue un sueño Candela, un sueño.
- No, es real pero es pasado.
- Entonces Candela, es solo pasado, no va a volver.- ella comienza a respirar con más tranquilidad.- Ven aquí.
Me acerco lentamente a ella, intentando que no huya de mi, ella no lo hace y termino de acercarme. Rodeo el delgado cuerpo de la mediana de los Emerson y dejo que lloré más pero tranquila contra mi hombro.
- Lo siento.
- No tienes que disculparte.
- Seguro estaban hablando de sus cosas, y yo les he interrumpido.- se lamento.
- Da igual Candela, a nosotros nos da igual.- la tranquiliza también Max, quien también la abraza.- Ya todo pasó y nosotros no hablábamos de nada interesante, solo cosas de tíos.- aunque es mentira no voy a contradecirlo.
Nos quedamos abrazados hasta que Candela se siente más relajada, poco a poco respira con más tranquilidad y eso instala una instantánea relajación en mi cuerpo. No tengo ni la menor idea de que fue lo que le pasó pero no debió ser para nada bonito.
- Te mojé la camiseta con mis lágrimas y mocos.-solloza.
- Eso se puede lavar, no te preocupes.- le sonrío con tranquilidad.
- ¿Qué pasa aquí?- todos nos giramos al escuchar la voz de Einar.- ¿Qué le han hecho a mi hermana? ¿por qué esta llorando?
- Einar.
- No, Einar nada.
- Mierda Einar, escucha antes de creer en tus propios pensamientos.- le riñe.- Tuve un mal sueño, por eso estoy así. Ellos son los que han venido para sacarme del sueño.
- ¿Enserio?- asentimos.- Yo...no voy a disculparme, tengo mis razones para ser tan susceptible.
- Nadie te ha dicho que no.- le dice Max.- Creo que tu sabes mejor que nosotros que conversación mantener con tu hermana.
- Si, y gracias.- nos da una pequeña sonrisa.
- Os dejamos.
En vez de volver a nuestro cuarto, bajamos a la sala de estar y vemos una película hasta que después de dos horas escuchamos los coches de mis padres y de los Emerson, deben de haber recogido ya a las chicas.
- Hola chicos.- saluda primero mi madre.
- Hola Max.- le sonríe a mi mejor amigo.- Hola Russell.- me sonríe esta vez a mi.
- Eleanor, Jackson.- les llamo la atención.- Max y yo sentimos lo de la puerta.
- ¿Qué le hicieron a la puerta? ¿A qué puerta se refieren?- nos mira Eleanor bastante confusa.
- La de la habitación que usamos Eda, Cloe y yo.