Capítulo 31

Mamá tardó a penas un par de días en recobrar la consciencia, aunque está sedada la mayor parte del día debido al dolor intenso que experimenta y que le es imposible dormir sin creer que está nuevamente en el sótano de una de las casas de Alfred.

La policía nos hizo declarar aunque no había un acusado al que culpar ante una corte puesto que este murió en mitad de su intervención quirúrjica. Estoy bastante aliviada de que él no siga con vida a pesar de que mi hermano piense lo contrario. A mi me da paz saber que ese hombre ya no nos podrá hacer daño a mí y a mamá.

– Eda.- miro a mi madre que acaba de despertar.- Te amo mi princesa mayor.

– Yo también te amo mamá.- ella me da una muy leve sonrisa pero lo hace.

Mi madre no tiene fuerzas para nada en absoluto, razón por la cual los médicos han decidido darle la comida mediante un tubo que tiene metido en la nariz, eso la ayudará a alimentarse correctamente y a subir de peso como los médicos quieren. Para mi suerte yo solo tengo que seguir una pequeña dieta que consiste en hacer tres comidas diarias con bastante comida. Y después de la escasa comida que tuvimos encerradas, no voy decir que no.

– Princesa.- miro a mi padre y luego a mi madre que se ha vuelto a dormir.- Han apresado a una de las personas que ayudaba a Alfred, un hombre.

– ¿Saben por qué lo ayudaba?- niega con la cabeza.- Supongo que no dirá nada nunca.

– Tampoco os hará daño.- besa lo alto de mi cabeza.- Cande está aquí para relevarte, tienes tu sesión semanal con el psicólogo.

– Vamos.- recojo mi bolso y salgo de la habitación a la que entra mi hermana pequeña.- Cande.- ella se gira.- Te amo.

– Yo también te amo Andrómeda, a todos.- sonríe con timidez.

Papá y yo salimos del hospital, no nos preocupamos por Candela ya que el sobrino de Eddi se queda con ella todos los días, no lo he visto entrar ahora pero seguramente haya ido a la cafetería a por algo que tomar. En estas semanas se ha convertido en la sombra de mi hermana y la verdad es que es algo bueno, ella parece sentirse segura con su presencia y eso es lo que deseaba después de lo que le hizo ese chico a mi preciosa niña.

A mi hermano pequeño Max lo ha llevado a su rehabilitación, no muchas veces quiere que nos quedemos con él pero parece que la presencia de Max le ayuda, supongo que tener un hermano es lo que necesitaba, somos muchas mujeres en casa. Ahora ya estamos equilibrados, ya estamos todo, la familia que mi madre siempre había deseado.

– Eda.- miro a mi padre.- Me alegra que estés bien, sé que he estado muy pendiente de tu madre estás semanas.

– Todos hemos estado pendientes de mamá, y es normal.- lo tranquilizo.- Sé que te alegras de tenerme a tu lado y yo agradezco todos los días y todas las horas que puedo pasar con vosotros.- le sonrío.

Hay cosas que él se llevó durante mi secuestro, por ejemplo mi valentía, ahora tengo miedo de cualquier mínimo ruido fuerte, siempre pienso que es una nueva explosión y que nuevamente van a volver a llevarme. También me ha traído traumas que poco a poco y con ayuda de un psicólogo estoy procesando. Pero no voy a dejar que una escoria como él se lleve mi sonrisa, no eso. Vi lo que hace el dolor, pude ver en Candela como se vería mi rostro sin una sonrisa, y sería el rostro de la derrota. Mi hermana fue derrotada por un dolor que la superó pero ahora está resurgiendo y volviendo a ser esa niña que tanto amo.

– Andrómeda.- miro a mi padre de nuevo, mientras conduce.- Sé que mis palabras son solo eso, palabras, pero mi niña quiero que siempre sepas que te amo con todo mi corazón, que de faltarme tú o alguno de tus hermanos mi vida no tendría sentido. No puedo imaginarme la vida sin vosotros y sin tu madre, ¿qué haría yo sin mi escritora favorita?¿Sin mis cantantes o mi artista?

– ¿Y qué haríamos nosotros sin nuestro padre? Papá, nosotros os necesitamos a los dos, puede que mamá sea el cerebro y la unión de nuestra familia, pero nada tendría sentido si cualquier de nosotros faltase, ninguno es imprenscindible.

– Siempre dices que no tienes buenas palabras al hablar, que solo eres buena con ellas cuando escribes, pero lo que acabas de decir es maravilloso.- río tímidamente.- Ya llegamos, te espero aquí abajo como todos los días.

Bajo del coche con la espalda recta, miro a todos los lados como si fuese a salir alguien a atacarme pero no hay nadie. Entro rápidamente al edificio donde está la consulta del psicólogo que papá se encargó de encontrar para que me ayudase en estos momentos difíciles.

– Buenas tardes Andrómeda, toma asiento mientras busco mi libreta.

Miro a mi psicólogo, un hombre de cincuenta años llamado Matthew Stein, como mi antigua profesora de matemáticas, creo que también fue profesora de mis hermanos pequeños. Esa mujer es eterna, no es mayor, solo es que empezó a trabajar muy joven en el colegio internacional al que asistimos los tres, a pesar de que mi hermano ya se ha graduado y Candela se gradua ya este año que entra.

– Ya estoy.- me sonríe enseñándome su perfecta dentadura.- ¿Cómo estás hoy?

– Mejor, supongo.

– Bueno, empecemos con algo que siempre te pone de buen humor, ¿cómo avanza tu relación con Russell?

– Bien, despacio pero bien.- sonrío.

Russell y yo hemos tenido varias citas para poder retomar lo que dejamos, al principio estaba tensa y bastante asustada por si alguien nos atacaba y porque la gente me miraba, mi madre y yo fuimos noticia por semanas así que era y sigue siendo normal que me miren. Pero a pesar de lo incómoda que estaba, él se aseguró de hacer que esa tensión y preocupación se disolvería hasta que quedó un ambiente bastante agradable. Fui cogiendo confianza poco a poco, no puedo decir que después de dos semanas le tenga una confianza extrema, pero he recuperado lo que había antes, esa seguridad vuelve a estar entre nosotros.

Mi psicólogo me escucha atentamente sin perderse ningún detalle, para él nunca hablo mucho, a veces me riñe porque hablo poco. Le cuento a donde fuimos el lunes, como lo pasamos bien mientras hablábamos de todo y de nada, simplemente estuvimos paseando agarrados de la mano mientras estábamos en nuestro propio mundo.