Al día siguiente Maia se despertó a las cinco de la mañana. Todavía no había amanecido e intentó dormir otro rato pero no tuvo éxito. Fue entonces que decidió escuchar un poco de música, pasó así el tiempo y pudo ver como la luz comenzaba a filtrarse por debajo de las cortinas anunciando que ya había pasado una hora, fue entonces que le llegó el recuerdo del parque que había visto la noche anterior. Con esto en su mente decidió vestirse, tomar sus cosas, su instrumento y se dispuso caminar hacia el lugar.
Cuando llegó a la puerta del edificio el sol ya había salido por completo iluminando el lobby, en donde se encontró con un guardia que estaba dormido, así fue que salió sin hacer ruido. Afuera Maia caminó hacia su destino, durante este trayecto sólo se encontró con dos personas en la calle, contrario al número de personas que había en el parque ya que había demasiadas personas que se habían levantado temprano para hacer ejercicio.
Ella caminó un rato sintiendo el aire fresco de la mañana en su cara mientras disfrutaba del paisaje, después de un tiempo se sentó en una banca y observó cómo las personas paseaban. Este pequeño acto hizo que se despertará aún más y se sintiera con más energía, disfrutó tanto esa sensación que se sorprendió cuando volvió a ver la hora, momento que tenía que irse si quería desayunar sin prisas. Se levantó y se dirigió directo a la cafetería de la academia. Al llegar no tuvo que esperar su turno para pedir, porque casi nadie había llegado, y empezó a llenarse el lugar cuando iba a la mitad del desayuno, momento en que Soon-hee se unió a ella.
—No te vi cuando me desperté— le preguntó su compañera a Maia cuando se había sentado a un lado de ella.
—Fue porque me desperté muy temprano, ya sabes por el cambio de horario.— le contestó ella
—Es verdad, ¿cuánto tiempo de diferencia hay?
—Creo que 15 horas—contestó la chica, después de ver su celular.
—Si, que son muchas—admitió su compañera.
Después de esta platica se quedaron ambas chicas calladas hasta que finalizaron su desayuno moneto en que cada quien se fue a su respectiva clase. Por una extraña razón Maia se sentía más nerviosa que la clase pasada, tal vez por lo que le había dicho el día anterior su compañera-pensó.
Esta vez cuando entró sólo faltaba ella y dos de los chicos que habían estado la clase anterior, pero al poco tiempo se enteró que en realidad no iban a llegar ellos.
—¿Te acuerdas de los chicos que ayer vinieron que eran coreanos? — escuchó decir a su compañero llamado Jasper quien hablaba con la chica llamada Nadine
—¿Quiénes? —preguntó ella
—Los que llegaron al final — le volvió a contestar el chico
— Si, ya se quienes.
—Escuché que ellos son estudiantes del maestro en el conservatorio y vinieron para tomar la clase porque habían reprobado con él.
—¿En serio?
—Sí pero al final el maestro les dijo que no, que tenían que tomar el curso cuando les correspondiera. Pero eso provoca que tengan que perder un año.
—Pero ¿no es normal que los alumnos tengan que recursar sus materias cuando sea el momento? — preguntó uno de los chicos llamado Akihiro que al igual que todos los demás alumnos había prestado atención a su plática.
—Si, pero escuché de mi compañero de cuarto que en su grupo hay varios chicos que le pidieron permiso al profesor y aceptó. Parece ser que es muy común que hagan eso los de último año. — aclaróJasper.
—Bueno si es tu último año si es pesado el quedarte sólo por una materia— asintió otro de los chicos llamado Alek, esto hizo que todos coincidieran.
—Entonces ¿significa que nuestro profesor es muy estricto? — preguntó al aire la otra chica llamada Nguyen.
—Si es más que obvio, no vieron ayer que ni siquiera nos dejó tomar un pequeño descanso. — habló la chica cuyo nombre era Liu Xiang Ton
—Mi compañera de cuarto me dijo que es considerado uno de los maestros más estrictos del conservatorio— les compartió Maia, ya que sentía que era un hecho que debían saber.
—¿En serio? — preguntó un poco temerosa Nadine.
—No se me hace raro— comentó por último Jasper.
En eso el grupo de chicos escucharon pasos que se acercaban al salón, al temer ser escuchados, interrumpieron su plática. Por fortuna habían sido precavidos ya que se confirmó su temor cuando entró unos minutos después el maestro.
Al igual que el día anterior los saludo muy formal y volvió a pasarles un par de copias con una nueva partitura. Repitieron el mismo procedimiento de la clase pasada: la primera parte se dedicaron a sacar las notas, después todos juntos tocaron la melodía y repasaron la melodía del día anterior. Cuando finalizaron el maestro sólo les dio a entender con un pequeño comentario que debían de practicar más ya que no parecía que tuvieran el nivel que se necesitaba para estar en ese curso.
Este comentario desanimó a toda la clase lo que provocó que los alumnos se pusieran nerviosos cada vez que tuvieran su clase. Así durante esa primera semana se repitió la misma dinámica que el primer día, él les daba una nueva partitura y la sacaban individualmente durante la primera parte de la clase y durante la segunda parte tocaban todos la melodías. Durante la tarde después de sus clases teóricas todos ellos se dedicaban a ensayar en sus dormitorios o en las salas de prácticas donde había sobrecupo y peleas constantes por apartar una vacía.