Moonlight Serenade

Serenata a la luz de la luna (Moonlight Serenade) Segunda parte

Después de desayunar, y de mentirles a sus amigos que había quedado con sus compañeros de trompeta para practicar, Maia se dirigió donde había quedado de ver a Rebeca. Al llegar a la parada acordada, no había nadie pero después de unos minutos la chica apareció. Ambas se saludaron y se dirigieron al lugar, en el camino Maia le dijo:

—Muchas gracias por estar al pendiente.

—No te preocupes fue muy fácil. La casa está a unas cuadras de donde vivo—le dijo la chica para que no se sintiera mal.

—Pero aún así, muchas gracias no todos harían eso por una extraña—insistió Maia

—Eso es verdad, pero debo decir que soy un poco chismosa y me intriga mucho acerca de porqué una persona cruzaría el oceano buscando a alguien—esto hizo que se rieran ambas chicas.

—Eso tiene mucho sentido, prometo contarte la historia mientras te invito a comer algo para agradecerte ¿qué te parece? — le sugirió ella

—Bueno, no puedo negarme a una comida gratis— aceptó la chica sonriente. 

Con este acuerdo fue que terminaron su conversación ya que habían llegado a la puerta de la casa, Maia estaba un poco nerviosa y en ese momento dudaba en tocar, pero la otra chica fue quien dio el primer paso y tocó a la puerta antes de que se arrepintiera. Al principio no hubo respuesta, pero después de tocar dos veces fue que alguien contestó, Rebeca le dijo algo que Maia no entendió, pero esas palabras hicieron que la persona abriera la puerta. Era un hombre de aproximadamente treinta años, él las saludó con una inclinación, siendo respondida de la misma manera por las dos chicas, después Rebeca se encargó de hablar con el chico. Maia al no entender nada solo se dedicó a observar las expresiones de ambos intentando entenderlos, en una de esas su acompañante se volteo a verla y le pidió la foto que tenía para enseñarsela al chico, Maia se las dio y cuando la vio éste hizo un gesto de negación dando a entender que no habían tenido éxito. En eso el chico volvió a entrar a la casa dejando la puerta entreabierta esto provocó que Maia no entendiera nada, Rebeca volteo a explicarle:

—Me dijo que no lo conoce y nunca lo ha visto. Que él vive aquí desde hace unos 4 años pero que tal vez la señora que les renta sepa algo. Fue por el número de ella — saber eso animó a Maia ya que significaba que había esperanza de poder encontrar a esa persona. A los pocos segundos él regresó y les enseñó una tarjeta con un número, Rebeca sacó su celular y lo anotó, después le dio las gracias al chico quien de nuevo se despidió con una inclinación y cerró la puerta dejando a las dos chicas solas. Rebeca se volteo a ver a Maia y le dijo:

—Este es el número de la señora, me dijo que se llama Kim Sojeong, vamos a hablarle de una vez ¿qué te parece?—Maia asintió, mientras la otra chica empezaba a marcar en su celular. Ambas  esperaron en silencio mientras el teléfono sonaba, nadie contestó.

—Al rato le volvemos hablar— sugirió la chica, Maia asintió teniendo emociones opuestas sintiéndose aliviada a su vez que preocupada

—Pero bueno ya sabemos que al menos hay un modo en que podemos encontrar a la persona que buscas ¿no?— le dijo la chica animándola.

—si exacto—dijo María sonriendo. «Parecía definitivamente una chica muy optimista» pensó ella.

—Muchas gracias de nuevo— le dijo Maia a la chica.

—Ya te dije que no hay ningún problema—Le contestó Rebeca sonriéndole.

—Bueno ahora déjame invitarte un café o lo que quieras comer por lo de hoy— insistió Maia.

—Va, abajo de la calle hay un restaurante al que podemos ir—sugirió Rebeca

—entonces yo te sigo—dijo Maia

Así ambas chicas empezaban a caminar cuesta abajo hacia la parada, en el camino comenzaron a platicar.

—¿Desde hace cuántos años vives aquí?—Le preguntó Maia

—Llevo ya unos 5 años en total, aunque no han sido seguidos ya que primero vine a estudiar por unos dos años el idioma y cuando termine mi curso volví a México. Y hace unos tres años conseguí un trabajo aquí por el cual regresé.

—Llevas algún tiempo.Supongo que te gusta mucho aquí.

—Claro, es un lugar muy bonito para vivir—Le respondió animada la chica

—También hablas muy bien el coreano.

—Ni tanto, hay veces que sigo sin entender algunas cosas. Aquí es—dijo señalando un pequeño negocio que estaba enfrente de ellas.

Ambas chicas entraron y se sentaron en una mesa. Después que su acompañante le explicará a Maia los distintos platillos que ahí vendían pidieron algo.

—¿Y tú, cuánto tiempo llevas aquí?— le preguntó la chica a Maia.

—Tres semanas más o menos—dijo la chica después de hacer cuentas

—¿Entonces viniste aquí para ver lo de esta persona nada más?

—En parte sí, pero en realidad he estado haciendo otras cosas. Estoy estudiando en un programa de música— le dijo Maia.

—En serio wow debes de ser muy talentosa para entrar a algún programa así—le dijo la chica.

—Pues en realidad no soy buena—aceptó la chica

—No lo creo, las escuelas de aquí siempre piden un nivel alto para poder estudiar en ellas.




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