Moonlight Serenade

Canta, canta, canta (Sing Sing Sing) Segunda parte

Al día siguiente después del ensayo general Maia corrió hacia su habitación a cambiarse y arreglarse lo mejor que pudo, salió hacia la parada del camión en donde no tuvo que esperar demasiado. Cuando llegó a su destino no había nadie así que Maia se sentó y esperó mientras observaba a su alrededor. Estaba tan ensimismada que se sorprendió cuando llegó el chico.

— Hola ¿Observando el horizonte?— dijo él.

— Hola— contestó ella mientras él se sentaba a su lado— algo así, estoy contemplando la ciudad.

— ¿Es tan distinto de donde vienes?

—Algo, aunque tal vez es porque no salgo a muchos lugares aquí pero a veces se me hace una ciudad más tranquila y ordenada.

— ¿Tranquila?

— Si. No se como explicarte pero se siente mucho caos de donde vengo. Empezando por el transporte el cual no tiene horario y muchas veces no hay paradas específicas. Tendrías que verlo para saber de que te hablo.

—mmm, esta bien tendré que ir si me das el recorrido—sugirió el chico.

—Claro, aunque tú no me hayas dado uno aquí —bromeó la chica.

—Por eso hoy te voy a sacar. Vas a conocer otro lado de aquí que no has ido.

—Bueno. Si me gusta entonces cuando vayas a México te daré el tour gratis, no te cobraré.

—Va— terminó de decir el chico con una sonrisa.

Antes que se le acelerara el corazón a Maia, por este gesto, un camión se detuvo enfrente de ellos.

—Es este vamos— dijo el chico levantándose.

Así ambos se subieron. A diferencia de otros días no había tanta gente en él por ser sábado, así que ambos se sentaron juntos.

—¿En dónde es el concierto? —le preguntó ella una vez que se habían acomodado.

—En una zona donde hay muchos bares, se llama Hongdae es la zona cercana a la universidad del mismo nombre, ahí siempre hay mucha gente.

—ahh ya, suena bien— dijo Maia mientras recordaba cómo había ido ya ahí con los otros chicos, por lo cual actuó como si nunca hubiera ido antes.

En el momento en que llegaron a la parada donde se tenían que bajar ya estaba oscuro, pero parecía que eso había hecho salir a todas las personas ya que había muchos chicos que caminaban por la acera, incluso había demasiado tráfico, tanto que caminaban en una línea. El chico se puso enfrente de Maia quien lo siguió intentando no perderse pero hubo un momento que se separaron cuando una pareja se interpuso entre ambos. Cuando llegaron cerca de una tienda él se metió para dejar pasar a las personas y volvió a ponerse junto a ella.

—Vamos que no falta mucho— le dijo él, poniéndose atrás de Maia mientras la tomaba de los hombres y la guió entre la multitud, después de una cuadra y media sintió como le dio una golpecito en el hombro derecho, después le susurró el chico en el oído la instrucción que girara a la derecha en la siguiente calle. Ella asintió e hizo lo que le había dicho.

Al llegar a la calle él la soltó y se puso a su lado ya que la calle estaba vacía, exceptuando por una fila de personas quienes estaban a unos metros adelante esperando para entrar a un bar. Caminaron hacia la fila y se quedaron atrás de la última persona.

—Es aquí, hay que esperar—le dijo él, Maia asintió.

Se quedaron callados mientras él sacaba su celular y mandaba un mensaje, mientras Maia se dedicó a observar a su alrededor en donde cada vez más chicos comenzaron a ponerse atrás de ellos por lo cual aumentó también el ruido de la gente quienes estaban conversando entre ellos. En eso llegó Ji quien los saludó y empezó hablar con el chico, cuando terminaron él volteo a verla y le dijo:

—Espérame aquí, no me tardo.

—Claro.

Maia se quedó sola mientras más personas empezaban a llegar, llenando el ambiente de expectativas y emoción, esto contagió a la chica quien se comenzó a animar y crecieron sus ganas de entrar. En ese momento no supo por qué pero recordó a Rebeca, con quien no había hablado desde el día antes del incidente, así que decidió mandarle un mensaje escribiéndole:

"hola Rebeca ¿Cómo has estado?" Cuando acabó de escribir el chico apareció, trayendo una pulsera de papel consigo.

—Es para entrar y para que tengamos bebidas de cortesía— le explicó a Maia dándole una de las pulsera.

—Gracias—le dijo ella tomando una. A pesar que sólo era un pedazo de papel a Maia le costó trabajo entender el modo en que se quitaba el pegamento para ponérsela por lo cual el chico le terminó diciendo:

—Dámelo, te ayudo— tras esto él tomó el papel y le quitó el pegamento del extremo, después le tomó la muñeca a Maia para ponérsela, este pequeño detalle hizo que el corazón de Maia latiera rápido.

—Gracias— le dijo ella una vez que el chico había terminado mientras ella ignoró ese cambio en su ritmo cardpíaco.

—No hay problema, entonces ¿qué te parece este lugar? —le preguntó él.

—Interesante, hay mucha gente y tiene mucha vida.

—Como te decía esta es una de las zonas que es muy conocida por tener muchos bares y restaurantes.




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