― ¿Qué haces aquí? ― Le dijo su tía a Maia dirigiéndose a ella como sino hubiera visto al chico
―Estaba despidiéndome del maestro Choi―contestó Maia suplicando que su tía no hubiera visto el beso.
―Buenas noches maestra Silva― le contestó el chico con una reverencia casi de 90 grados, la tía se sorprendió, no sabía si era porque no lo había visto o porque sabía su nombre.
―¿Conoces mi nombre? ― le preguntó
―si, soy Choi Jin Young, trompetista de la filarmónica de Seúl.
―ahh si ya se quien eres. He escuchado mucho de ti, eres un verdadero talento.
―Muchas gracias, para mi es un honor conocerla por fin ―él dijo en un tono demasiado formal, esta actitud le recordaba a Maia los primeros días en que lo había conocido, por lo que provocó que tuviera ganas de reírse, pero hizo todo el esfuerzo para no hacerlo.
― Se que pronto va a tocar con la filarmónica—continuó el chico
―Si, este fin de semana fui invitada por el director De Vries.
― La filarmónica tiene el honor de tenerla y para mí es un placer escucharla.
―Fue gracias a ellos que estoy aquí. Espero también algún día escucharlo jovencito.
―Eso me encantaría― le dijo sonriendo él.
― Bien Maia supongo que cómo estabas despidiéndote podemos ir juntas al cuarto, así que vámonos― le dijo su tía a Maia― Me dio mucho gusto conocerlo― esta última frase se la dijo al chico un poco más amable.
Con los ojos que había puesto y lo duro de su semblante Maia no dudó en hacerle caso, así la chica volteó verlo y le extendió su mano en forma de despedida mientras le decía:
―Bueno profesor Choi me dio gusto volver a verlo para podernos despedir. Gracias por todo y no olvide que cuando quiera es bienvenido en México―él la había tomado su saludo y por la situación sólo pudo decir:
―Si a mi también me dio mucho gusto tenerte como alumna, espero continues como ahora y que no dejes de tocar.
―Claro que sí― le dijo ella y se marchó separando sus manos las cuales durante todo esa conversación las tenían entrelazadas.
Se acercó con su tía quien se despidió de él y comenzó a entrar al hotel. Maia volteo a verlo , él seguía parado ahí viéndolas irse sin moverse incluso siguió ahí cuando ambas subieron al elevador y la puerta de este se cerró.Durante todo el camino Maia pensaba en lo que había sucedido, se preguntaba si su tía los había visto.
―¿Estás bien? ―le preguntó su tía ya cuando habían pasado algunos minutos desde que habían regresado al cuarto del hotel y había pasado mucho tiempo desde que ella había hablado.
―Si, es sólo que me acordaba de todo lo que viví durante estas vacaciones, sólo es eso—mintió.
―Bueno ya mañana acaba la aventura para ti, que gracias a dios no tuvo repercusiones grandes.
―Lo sé, la verdad me alegra mucho que no hayas tenido problema― dijo ella y se levantó para cambiarse y terminar su maleta.
Cuando fue momento de irse acostar, no pudo conciliar el sueño ya que tenía en su mente todo los hechos ocurridos. Estaba feliz y a la vez shockeada de lo que había hecho, por un momento había dudado de sí él le respondería, aunque era más que obvio que él le respondería por lo ocurrido en la tarde. Pero aún así se alegro que lo hubiera hecho, solo que la idea que nunca más lo iba a ver provocó que se entristeciera y la hacía sentir frustrada, « por lo menos no se arrepentía de haberlo besado aunque no hubiera futuro entre ellos dos» pensó. Con este pensamiento fue que se quedó dormida.
Maia se despertó con el sonido del despertador, esta vez no le costó trabajo levantarse ya que el miedo a perder el vuelo la hacía estar más despierta. La chica se levantó y se vistió; cuando ya estaba lista tomó sus cosas mientras que su tía, ya arreglada, la acompañó hasta el lobby para despedirla y recordarle que le avisara cuando saliera de ahí, ella asintió y después de abrazarse se dispuso a caminar a la parada del autobús que la llevaría al aeropuerto.
Al momento de cruzar el lobby escuchó que alguien la llamaba, era Rebeca quien estaba esperándola. Ella sonrió y se acercó a ella.
―¿Qué haces aquí? ― le preguntó Maia, alegre por verla.
― Pues te dije que iba a venir para despedirme y traerte esto ― le dijo enseñándole una bolsa llena de cosas.
―Gracias ― le dijo cuando se la dio ― Realmente voy a extrañar esto ― dijo viendo los dulces y cosas que le había dado ella.
―Supongo que ya llevas prisa así que te acompañó al autobús ― le dijo su amiga viendo el reloj, esto hizo que Maia se fijará en la hora y asintió. Así las dos se dirigieron a la parada mientras conversaban.
―¿Y qué tal te fue ayer? ¿A qué hora te fuiste de la reunión? ― le preguntó Maia.
―Estuve otro rato más, ya sabes platicando y todo eso, se puede decir que me fue muy bien ― le dijo con una sonrisa picarona ― Y ustedes ¿cómo les fue ayer?
―También bien―le contestó la chica con una sonrisa.
―Oh, por dios― le dijo Rebeca interpretando esa sonrisa ―¿qué pasó?