Moonman

Capítulo 17

  • No deberías estar fuera de casa, niña rara. – Trague saliva y voltee a ver a MoonMan, su ceño fruncido hace una excelente referencia de su molestia.

 

  • No lo es… no lo tengo miedo a la oscuridad para hacerme en la cama, Arturo. – Un gruñido acompaño a las risas. Me puse de pie, MoonMan me imito y caminamos hasta el grupo de chicos para verlos.

 

  • ¿Sabes? Ya que esto no es la escuela…, – Hizo un ademan con las manos. – nadie está para detenerme y hacer que aprendas la lección y por fin aprendas a respetarme. – Ahora fue mi risa la que salió de mis labios, Arturo camino hasta mí, tomando el cuello de mi camisa con fuerza, MoonMan intento hacer algo pero Rafael se lo impidió.

 

  • Tú no mereces el respeto de nadie, menos el mío. – Lo empuje lo más lejos posible de mi cuerpo tratando de no caer. – Deben irse, somos dos contra dos, y son ustedes los que saldrán perdiendo. – Arturo negó divertido y le dio una señal a Rafael, quien no espero mucho en dar el primer golpe a MoonMan.

Solo por esa distracción Arturo me golpeo en el estómago, caí de rodillas en el piso, tosiendo tratare de ponerme de pie, y al lograrlo vi la sonrisa de triunfo en su rostro. También sonreí de la misma manera, moviendo mis brazos en posición de ataque lance mi primer golpe a su cara con mi brazo derecho, moví rápido el izquierdo dándome resultado al golpearlo en el diafragma. No me importo los golpes bajos, así que eleve mi pierna derecha dándole justo en la entrepierna y al verlo caer de rodillas como yo lo estuve, con sus dos manos ocupadas en la zona de dolor, vi mi oportunidad de por fin vengar todas las vergüenzas y humillaciones de su parte. La ira transformo mi cuerpo, obedeciendo solo una orden, no dejar de golpear su rostro. Goleando repetidas veces su mejilla izquierda, algunas lágrimas escaparon de mis ojos, irritando mis pupilas. Yo no puedo ser débil ahora.

  • ¡Camila! – Creo que fue mi padre quien grito, pero no pude buscarlo, pues al dejar de golpear la cara de Arturo, este me tomo de las piernas, sin permitirme detener la caída, sentí un golpe seco en mi cabeza y luego todo desaprecio.

El agua esta fría, y cuando abrir los ojos la oscuridad trata de reducir la pequeña luz que lucha por quedarse. Di vueltas con ayuda de mis brazos, y al ver la luz agotarse, preferí seguirla, comencé a nadar respirando con tranquilidad como si fuera posible. Pies y manos frías en un mar negro infinito, la luz desaparece con forme me acerco a ella.

El miedo llego a mí, alterando mi débil corazón del peligro. Y cuando creí que por fin llegaba a ella, la luz se perdió en la oscuridad.

Pare en seco, mire a mi alrededor, necesito encontrar otras luz, pero el tiempo pasa y ninguna otra aparece. Luego, todo se movió, como si una piedra entrara de golpe al agua. Y siguió repitiéndose.

Respire con dificultad, no me gusta para nada la situación… El agua dejo de existir, mi cuerpo dejo de flotar, cayendo. Grite sabiendo que nadie me podría escuchar, parece un lugar infinito, al sentir el golpe al final del camino, rebote un poco y cerré mis ojos.

Suspiro, mi cabeza duele y gruño por lo bajo al quejarme del dolor, mis oídos se llenaron de ruido, pero nada que pueda comprender, pestañeo varias veces, adaptándome a la luz blanca, mi consciencia va trabajando lento y al ver con claridad, note a mis padres hablando con un doctor, rodé los ojos, imaginando la situación en la que me encuentro.

  • ¿Alguien puede darme agua? – Pregunte, pero creo que mi voz no fue lo suficiente clara. Tosí un poco y carraspeé, lo intente de nuevo. – Agua… ¿Pueden darme algo de agua? – Todos voltearon a verme y MoonMan se acercó a mí, colocando frente mi boca un vaso con un popote. Tome un largo sorbo, hasta que sentí que era suficiente para mi cuerpo. Abrí mi boca, soltando el popote, sonreí como pude. – Gracias. – Lo vi a los ojos y después todo el rostro; tiene algunos moretones, ¿Cómo le paso eso?

 

  • Me alegro que hayas despertado Camila. – Mi atención se dirigió al doctor. – Mi nombre es Teodoro Rodríguez, soy el doctor asignado a tu caso cuando ingrésate de emergencia. – Solo asentí levemente. – Tuviste una contusión, reaccionaste bien, pero al ingresar al hospital te dio un paro cardiaco, has estado durmiendo alrededor de dos días al terminar el efecto de la anestesia. ¿Cómo te sientes? – Es una buena pregunta, ni siquiera recuerdo la razón del porque me encuentro en este lugar.

 

  • Supongo que bien… pero me duele la cabeza. – Trate de mover mis manos hacia ella, pero me dolió al hacerlo.

 

  • Ve con cuidado, el golpe que sufriste en el cráneo no fue tan grave, tal vez hasta tu memoria se borre un poco, pero solo eventos cercanos. ¿Recuerdas que paso? – Negué lentamente. – No te preocupes, lo harás pronto, pero necesitas descansar un tiempo más en casa y tomar medicamento para el dolor corporal. – Suspire, la verdad no quiero más medicamento para mi cuerpo.




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