—No te confundas Alexa —Yako se acercó a la ventana—. Minerva, Emma y Oska no son como La Doncella, La Madre y La Anciana. No son la Triada mitológica, y no creo que quieran dialogar con cualquier otra persona que no sea aquel vampiro. Estas brujas dominan la magia negra, y si tienen la posibilidad de usarla, asesinarán a cualquiera que se interne en sus terrenos. Eres una wicca, pero si te plantas ahí sin tener una previa aceptación, entonces estarás en problemas.
—A diferencia de la Doncella, La Madre y La Anciana. Minerva, Emma y Oska son las representaciones de La Muerte, El Hambre y El Dolor.
—Pero si están en la premonición de Niar, ¿qué papel van a jugar en todo esto?
—No tengo ni idea —el Mandato dejó caer sus brazos.
—¿Y qué hay de ese último? ¿Qué significa? —Bruce apuntó hacia el cuarto dibujo—. Me parece que lo he visto, pero no recuerdo en dónde.
Samira se paró a su lado.
—Es el símbolo de los Mares del oeste.
—¿Y por qué me es familiar?
—Lo viste en el barco la noche que escapamos de los guardias renegados.
Bruce reposó su atención sobre ella. Entendió que la sirena quería referirse a la rápida huida que ellos dos llevaron a cabo, cuando los guardias renegados que conformaban el ejército de Magnus tomaron la iniciativa de asesinar al Cazador de las Altas Mareas.
—¿Recuerdas qué fue lo que viste respecto a este símbolo, Niar? —puntualizó la reina.
—Una cueva, creo. No. En realidad era… un manantial subterráneo, o estaba dentro de una cueva. No lo recuerdo. Solo recuerdo que había algo como agua, pero no era eso, parecía humo celeste que flotaba muy similar al movimiento de las olas.
—¿Manantial? Scott —Kharo corrió a él—. En el bunker, ¿lo recuerdas? Hayamos antiguas inscripciones que hablaban sobre un “Lago de deseos”.
—Dicen que ese bunker pasó a ser propiedad de Hécate Magnus, ¿no es cierto? —Samira se cruzó de brazos—. Y que Hécate fue aprendiz de su primer Mandato, Zacarías Carpathia. No sé ustedes, pero yo creo que El Cazador de las Altas Mareas, como su reino lo ha bautizado, siendo la mano derecha y el escolta más fiel de Magnus, sabrá sobre aquellas viejas inscripciones. ¿No les parece?
—El que haya sido la sombra de mi rey no me da derecho ni obligación a saber y hurgar en sus conocimientos. Hay cosas que Magnus aprendió del primer Mandato, y que nunca tuvo intenciones de confesarme.
—¿Qué tan verídica será tu versión?
—¡No insultes mi honestidad sobre mi reino, bruja de los mares!
Bruce le mostró sus colmillos, Samira le mostró sus dientes y Anara terminó metiéndose entre ellos.
—¡Basta! —los apartó—. Ustedes dos van a provocar un nuevo terremoto.
—Bruce —Scott lo miró—. Cuando tú y Magnus estaban restaurando la parte faltante del bunker, ¿nunca sentiste nada extraño?
—No, pero recuerdo que Hécate me hizo un comentario sobre una fuente de deseos. Me dijo que estaba tan contento porque “la fuente mágica de los deseos” había sucumbido a sus peticiones. Pensé que me lo estaba diciendo en broma, y por lo que estoy escuchando, no fue una broma.
—Al amanecer tomaremos uno de los barcos e iremos a Kreznna para encontramos con Dimitrio. Kharo, ¿tú y Bruce podrían encargarse de seguir buscando entre las paredes del bunker?
—Por supuesto.
—¿Preferirías que nosotras cinco fuéramos contigo, o que nos quedáramos a proteger el palacio en caso de que alguna otra torre llegase a caer?
—Agradezco tu oferta Yako, y aceptaré que se queden al cuidado de mi tierra. Me sería muy útil.
—Nosotros iremos contigo, Scott —Steve se señaló y posteriormente señaló al resto de la pandilla.
—Scott —Bruce caminó hasta su escritorio—. Hay un pequeño riachuelo que sale del bunker y desemboca en la costa. Me gustaría que me proporcionaras la ayuda de una criatura con la aleta lo suficientemente grande como para sumergirse en las profundidades del océano.
Samira abrió los ojos como platos.
—Samira, ¿puedo irme sabiendo que no lo vas a matar?
—No te prometo nada, Scott, pero lo intentaré.
—Pulcros —el Mandato caminó hasta la mesa en donde estaban sentados los cinco—. Creo que es momento para levantar sus voces si algo de aquí no es de su agrado. Después no quiero que justifiquen sus reclamos diciendo que no están enterados de nada. ¿Alguien gusta tomar la palabra?
Zairé miró a Kaín, Kaín miró a Cross, Cross miró a Bram, Bram miró a Alabaster, y Alabaster miró a Scott.
—Ve. Tienes nuestra aprobación.
—Bien. Partiremos al amanecer.
***
El palacio estaba en completo silencio. Desde donde ella estaba, ya solo se podían distinguir pequeñas hileras de humo negro que habían causado los incendios de los derrumbes. Pero a pesar de eso, y de que un aterrador peligro estuviera cerniéndose sobre Mortum, los vampiros parecían estar disfrutando de la noche como si esta fuese la última.
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Editado: 07.05.2024