Mountain Lake: El lago guarda sus secretos

I

Capítulo I

 

 

Afuera llovía, como si los cielos amenazaran con derramarse completamente. Eran las doce y media de la noche, de un pesado día de junio, donde el calor agobiaba por el día, mientras que la noche era muy fría. Estaba sentada en la pequeña pero bonita oficina en su casa, situada a las afueras de la ciudad, viendo como el manto de lluvia azotaba con gran fuerza a la acera de en frente. Revolvía algunos papeles, buscando uno en especial. Katherine Collins era fiscal, una de las mejores del estado. Y no era para más, desde su comienzo en el trabajo de las leyes, no había perdido ningún caso. Los criminales le temían, y la gente le admiraba. Con todo el dinero compró una pequeña y lujosa casa, así como un auto nuevo modelo. Tenía la vida perfecta, añadiendo que en el mes siguiente su boda se consumaría con el chico perfecto que le dio un enorme anillo de compromiso. Pero esa noche lluviosa, mientras intentaba trabajar, su cabeza llegaba al pensamiento que le había atormentado desde que se enteró de ello.

La fiscal se recargó en el respaldo de la silla reclinable, dejando los papeles en el escritorio de madera tallada. No se sentía cómoda al esperar tanto por su llamada. Había estado esperando a que Leo, su prometido, le contestara la pregunta que ella le había hecho días antes. Y la esperaba tanto porque tal vez cambiaría su vida por completo.

Se levantó de la silla para ir al comedor, mientras se deshacía el sencillo peinado, dejando su cabello negro suelto hasta los hombros. Aun llevaba puesta la camisa blanca de botones y la falda ajustada, atuendo que siempre cargaba consigo. Pensó que su ropa era aburrida. Llegó al comedor, pintado alegremente de color blanco y amarillo, y agarró una manzana del frutero en la mesa de madera. Le dio una mordida grande, y se encaminó hacia la sala, donde había dejado su celular. 

Se sentó en el sofá más grande, situado a un lado del pequeño ventanal con vista al bosque, y alcanzó su celular de la mesita de cristal, donde le había dejado cargando. Presionó el botón de encendido, y la pantalla se encendió, dejando ver en la pantalla una imagen de ella y Leo abrazados. No tenía ninguna llamada perdida. Se sentía tonta por seguir esperando a tan altas horas de la noche, pero aunque tratara de dormir, sabía que no lo lograría. Dejó el celular a un lado en el sofá, y le propinó otra mordida a la manzana.

Se levantó a tirar la manzana al bote de basura una vez que la terminó. Sintió ganas de refrescar sus ideas, así que se dirigió al baño, arrastrando sus pantuflas en el suelo de mosaicos. Se recargó en el lavabo, y abrió la llave del agua fría. Mojó su cara, y sintió que el agua estaba helada, provocando que su piel se pusiera de gallina. Levantó la cara y se miró en el espejo. Tenía unas profundas ojeras, que le recordaban las noches que se pasó en vela pensando en Leo, y no precisamente cosas buenas. Sus ojos verde claro parecían ser más grises por el agotamiento. En unas horas su tiempo de descanso se acabaría, y tendría que volver al trabajo. Pero antes tenía que saber la verdad. Un leve vibrar le sacó de sus conjeturas, y la fiscal se dirigió rápidamente a la sala. El celular estaba encendido donde lo había dejado antes, y su pantalla tenía una llamada entrante.
Se acercó hasta distinguir el nombre de Leo en la pantalla. Sus dedos acercaron  el celular a su cara, y dudó en contestar. Tras unas vibraciones más, presionó el botón de contestar en la pantalla del celular.
<< Hola, Leo>>
<< Hola Katherine… tenemos que hablar>>
<< Solo quiero que me respondas lo que te pido, eso es todo lo que quiero saber>>
<< Te he dicho que no sé de lo que me hablas>>
<< ¿Te acostaste con Eleonor?>>
<< Ya te dije que no… esa noche no sucedió nada Katherine>>
<< Eres un maldito mentiroso… no tienes el valor para decírmelo, ni siquiera por teléfono>>
<< Te estoy diciendo la verdad>>
<< Deja de fingir, lo sé todo, Leo… ella me lo contó>>
<< Lo siento, Katherine, lo siento mucho>>
<< Déjame preguntarte algo, ¿Por qué, habiendo tantas mujeres en el jodido mundo, te acostaste con mi hermana?>>
<< Deja que te explique… no sé lo que sucedió, ella me sedujo… no fui yo, Katherine, estaba muy borracho…>>
<< Vete al demonio, Leo, eres un maldito idiota>>
<< Tú eres la idiota aquí, Katherine>>
<< Si, ya lo creo>>

La llamada terminó. Katherine comenzó a sentir rabia dentro de ella. Gruesas lágrimas comenzaron a salir de sus ojos cansados, mojando sus mejillas. Sollozaba profundamente, mientras dejaba atrás la fachada de fuerza que adquiera en los tribunales, abrazando una almohada entre sus brazos. Lloró hasta que sus pulmones dolieron, y su cara se hinchó enrojecida. Se sentía pesada e inútil. Era la primera vez que sentía algo así, y la primera vez que le rompían el corazón.

No quería estar en ese lugar. Todo lo que veía alrededor le traía un recuerdo que había pasado con él, haciéndola sentir miserable. Agarró su bolso, y se dirigió al pequeño mini bar en el comedor, para tomar una botella de vodka de él. Descolgó su abrigo en la entrada de la casa, y penetró en el frio aire de afuera. La lluvia se había convertido en pequeñas gotas, que mojaron la delgada camisa que llevaba puesta. Sacó las llaves de la bolsa, y presionó el botón para hacer que la puerta del garaje se abriera. Esperó unos segundos para que se abriera completamente, dejando a la vista el BMW negro que se había comprado unos meses atrás.



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En el texto hay: psicologico, desapariciones, terror

Editado: 29.08.2018

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