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Capítulo II: La sociedad y sus mierdas

Fue una tarde de mayo, cuando salí finalmente de mi guarida.

Mamá y yo acabábamos de mudarnos por lo que tanto para ella como para mí, todo era nuevo.

No pasó ni una semana cuando mi madre me había dicho que por fin podría mezclarme entre las personas de mi edad.

-Pero las lecciones en casa me gustan…-Revolví mi plato de cereal – No puedo quedarme aquí? No conozco a nadie…

-Para eso irás. Conocerás gente nueva!

Su entusiasmo me abrumaba. Ella ya era una mujer adulta atrapada en el cuerpo de una chica linda. Mientras que yo, era un alma libre con pánico a la sociedad.

-Pero a esta edad todos son unos incompetentes…

Me observo detrás de él fregadero -Lenguaje.

-Perdón…

Sacudió los dedos dentro de aquella cosa metálica, para después tomar una toalla y frotarla contra sus manos – Tendrás amigos. No todos son puerbertos desesperados.

Rodé los ojos – Mamá, por favor no me obligues a tomar clases ahí.

-Muy tarde, ya le comenté a tus abuelos y están de acuerdo. – Vociferó antes de perderse arriba de las escaleras.

Tome la última cucharada de mi cereal y me levante de la barra para lavarlo.

Estaba claro que mi madre no cambiaría de opinión y no me quedaba más de otra que acatar su orden. Esa misma tarde, fui a despedirme de mis abuelos.

-Escuchame bien Brook -Me detuvo mi abuela antes de salir de su casa – Tú sigue siendo tú, aunque la sociedad te critique por todo lo que haces.

Frunci el ceño -La sociedad crítica?

-Sera la última lección por parte nuestra -Hablo mi abuelo desde una esquina – No permitas que te cambien.

-Yo no comprendo -Me sincere

Dominus enim noster, pueri! -Se quejó la abuela

Ella siempre se había caracterizado por su fuerte y cruda manera de ser , por lo que, tanto el abuelo como yo ya estábamos acostumbrados a sus quejas en latín.

El abuelo, siendo más comprensible conmigo, continuó- La gente de allá fuera es fuerte. Existen excepciones buenas, más no la mayoría.

Te toparas con todo tipo. Personas que te querrán cambiar e incluso hacer daño.

Solo ten cuidado y no te dejes llevar por las buenas sensaciones. Se listo y ganarás.

-Se codicioso y fracasaras -Completo la abuela antes de perderse entre las estanterías de la biblioteca.

El abuelo me dio una última mirada y siguió el camino de su esposa.

-Gracias…-Susurre para después darme la vuelta y salir de ahí.

 Mis pensamientos iban y venían sobre aquello que los abuelos me habían advertido, pues no terminaba de entender por qué si lo malo estaba afuera, caminábamos siempre al peligro.

Si es que las personas malas abundaban, como es que nos mezclábamos tan fácil?

Las personas malas se hacían pasar por buenas para arruinar todo? O las personas buenas fingían ser malas para no ser atacados?

Las dudas me comían el cerebro, tanto que por la noche no pude conciliar el sueño. Entonces me senté sobre mi escritorio y con la pluma de tinta que mamá me había regalado, comencé a escribir.

Puede existir luz en la oscuridad y viceversa? Puede una persona aparentar lo que no para sobrevivir?

Tal vez…

Pero es más como decir que un demonio puede regresar al cielo ya que este último siempre ha sido su casa.

Que los pecados cometidos no fueron pocos y que el destierro no fue suficiente…”

Me gustaba escribir pensamientos fugaces, aquellos que llegaban cuando menos lo esperabas y sonaban tan bien que tenias que escribirlo en algún sitio para que no se te olvidara.

En mi caso, mis pensamientos fugaces eran más para intentar darme respuestas. Filosofando a medias las posibilidades de que pudiera tener razón o pudiera equivocarme.

Así que, aquella noche demasiados pensamientos fugaces me invadieron y yo escribí cada uno en mi libreta personal.

No era un diario, solo una libreta más pero con información personal. Algunas cosas que me había guardado y pensado durante mucho...

Una vez termine de escribir cada pensamiento, tome la libreta y la deje sobre una repisa. Me recoste en la cama, descansando el cuerpo y relajando mis músculos. Cerre los ojos y comencé a imaginar cómo sería una vez llegara al instituto.

Había soñado con ir, después de leer que la mayoría de historias románticas se encontraban mezcladas entre el ambiente de aprendizaje. Más esa idea cambió después de que regrese de un viaje con los abuelos al exterior.

Gire el cuerpo, para quedar boca abajo, enterrando la cara entre las almohadas y refunfuñando. Necesitaba descansar y pensar en mañana simplemente me hacía no querer que llegara el sol.

Suspire mandando mis pensamientos por el desagüe, dándome a la tarea de perderme entre sueños.

(…)

A la mañana siguiente, mi madre y yo conversábamos en el comedor.

-Dime que dormiste lo que debías…-Hablo para después meterse un pedazo de manzana a la boca.

Se encontraba radiante (como ya era costumbre), observando el teléfono y haciendo gestos que más bien parecían muecas agrias.

-No pude dormir bien – Me sincere – Todo esto me tomo por sorpresa que incluso me quito el sueño…

Recargue mi mejilla en la mano, mientras el tenedor viajaba entre la fruta recién picada.

-Veras que no es tan malo como lo pintan. Se positivo cariño -Levanto los ojos y me sonrió.

-El abuelo me dijo…- Carraspee, sentandome recto – El abuelo me dijo que hay personas malas allá fuera.

Me observo con curiosidad – Por que te dijo eso?

-No lo sé, solo dijo que fuera listo y ganaría.

Soltó una pequeña risa – Tus abuelos saben sobre muchas cosas, pero la única desventaja que tienen es que no son positivos.

-Tal vez han vivido mucho y por ello lo dicen.

- Probablemente si, pero no deberían perder del todo la fe en el mundo.

-Y si es verdad? Y si pierdo?

Hizo a un lado su teléfono, juntando las manos sobre la mesa – Brook, claro que pederas.



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En el texto hay: escritos, primer amor

Editado: 08.05.2022

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