Muerta en Vida (saga Sweet #1)

Capítulo 01: "La Huida"

Estaba acostada en la cama, mirando el techo. Era de noche, y la luz de mi habitación estaba apagada. No sabía por qué demonios miraba al techo si éste estaba oscuro.
La razón de por qué me había acostado a dormir a las nueve de la noche era porque trataba de ignorar los gritos de mis padres. Pero aún así podía escucharlos perfectamente.
A veces me hubiera gustado cerrar los ojos y no abrirlos nunca. No tenía ningún recuerdo feliz. Casi toda mi vida había sido miserable.
Mi padre frío e insensible, nunca demostró que me quería; recuerdo que cuando tenía 6 años él no me abrazaba, siempre hacia como si yo no existiera.
Mi madre, en cambio, siempre me decía que me amaba, que yo era lo que ella más quería en el mundo.
Pero la frialdad de mi padre me había convertido en una roca; era incapaz de sentir las emociones adecuadamente, incluso demostrar lo que realmente sentía respecto a muchas cosas.
Si mi padre se dirigía a mí, lo hacia con un odio en su voz, que hasta mi madre se daba cuenta. Aquello era la razón por la que siempre discutían.
Mi padre también decía que yo no era normal, y yo sabía que tenía razón. No estaba acostumbrada a que me demostraran que me querían; siempre me sentía estúpida cuando le decía a mi madre "te quiero" e incómoda cuando ella me abrazaba radiante de felicidad.
A menudo, trataba de no mostrarme fría, indiferente e insensible con mi madre, y debo admitir que funcionaba; lograba sonreír, pero cuando ella se iba mi sonrisa desaparecía tan rápido como apareció.
Sin embargo, nunca ocultaba mi odio hacia mi padre; mi odio era tan grande que no lo llamaba padre, sino por su nombre; Alex.
Cerré los ojos para intentar dormirme, pero los abrí de inmediato cuando escuché el sonido de un plato roto.
Me levanté rápidamente, me dirigí hacia la puerta, la abrí, salí y bajé las escaleras de dos en dos.
Alex estaba sentado en el comedor, al parecer había tirado su comida al suelo, y mi madre lloraba.

—¡¿Qué le hiciste a mi madre?!— grité a Alex, entrando en la cocina.

—NO PERMITIRÉ QUE ME HABLES EN ESE TONO, MOON— repuso él, muy furioso levantándose de la mesa—. SOY TU PADRE.

—TE HABLARÉ COMO YO QUIERA— repliqué, gritando más alto.

—¡SILENCIO!— gritó.

"¡Mejor no hubieras nacido!"

—Tuviste la oportunidad de impedir que naciera hace 16 años. ¡¿Por qué no lo hiciste?!

—Porque pensé que serías normal como las otras chicas— respondió Alex—. Y ya te tengo dicho de que no escuches mis pensamiento.

—Es algo que no puedo evitar— repuse, rechinando lo dientes.

—Eres anormal, las chicas normales no escuchan lo que piensan los demás. De haber sabido que serías así, jamás te habría dejado vivir.

—¡Mátame ahora!— grité—. ¡Aquí estoy! ¡No no lo impediré!

Se hizo un silencio. Mi madre sollozó con más fuerza. Alex solamente me miraba furioso.

—No soy tan estúpido para ir a prisión, Moon— dijo—. De todas maneras, mañana te irás de la casa.

—¿Qué quieres decir?— pregunté bruscamente.

—Vas a ir a un internado. Ya no te soporto, no quiero anormales en mi familia.

—Yo no quiero a un padre problemático como tú— repliqué —. Y no iré a ningún lado porque me voy ahora mismo de la casa.

Antes de que Alex dijera nada, me dirigí hacia la puerta principal, la abrí y salí a la calle. Ni siquiera agarré mi chaqueta.
Cuando llegué a la acera, enfrente de mi casa, me detuve. Puse mis manos en mi cabeza, parecía que iba a estallarme en cualquier momento. Ya no soportaba a Alex, preferiría vivir en la calle que volver a ésa casa.
Escuché que la puerta se volviera a abrir, me volví y vi que era mi madre. Ella caminó hasta llegar a mí.

—No te vayas, Moon— suplicó entre sollozos.

—Sabes que no obedeceré, mamá— dije con calma, pero aún así se escuchaba la rabia en mi voz.

—No le hagas caso a tu padre, no sabe lo que dice. Mira, entremos y...

—No— repuse, sin darme cuenta de que había levantado la voz —. No volveré donde Alex esté.

—Es tu padre— dijo, sollozando más fuerte.

—¿Demostró alguna vez que era mi padre? Siempre se avergonzó de mí, mamá.

"Yo te quiero, Moon", pensó ya que no podía hablar porque estaba llorando.

—Pero él no— dije entre dientes—. Desde que nací me rechazó, mamá. Jamás demostró que me quería. Siempre me restregó en la cara que era diferente.

Mi madre sollozó más fuerte que antes. Ella sabía muy bien que yo tenía razón. Verla llorar hizo que me sintiera un poco mal, pero no lo suficiente para hacerme cambiar de opinión.



#23387 en Fantasía
#9372 en Personajes sobrenaturales
#32353 en Otros
#4478 en Aventura

En el texto hay: vampiros, angeles, humor

Editado: 30.05.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.