Muerte en el quirófano

[Entrada #987]

[Entrada #987]

Haines aún mira en las noches por la rendija de la puerta. Sé que lo hace para vigilarme, así como estoy seguro de que no se ha dado cuenta de que estoy al tanto de sus movimientos. Algunas veces solo tarda unos cuantos minutos antes de irse, pero es más difícil fingir actuar con normalidad cuando tarda alrededor de dos horas. Aunque me hago la idea de qué puede esperar con eso, quisiera decirle que es patético vigilar a una presa si esta lo acecha a su vez.

No soy ningún conejo como los que les da a sus pacientes más pequeños. Tampoco sé lidiar con ellos. Ya se lo he demostrado en más de una ocasión. ¿Por qué poner tanto empeño? Un sinfín de dolores en vano al día siguiente, a eso se reduce la ardua tarea que él mismo se encomendó en estos casi tres años.

Como he escrito antes, yo también lo vigilo siempre que baja a esta planta. Sé cuántos escalones hay entre esta recámara y la siguiente, y cuántos segundos transcurren desde que se cierra la puerta a su espalda hasta que dejo de escuchar el eco de sus pasos.

Sé más de lo que a él le gustaría… y por eso me tiene preso entre los libros que una vez le hubo prestado mi padre en sus tiempos de juventud y las notas de su propia autoría, las cuales me han inspirado para crear mi propia bitácora en la única de mis pertenencias que aceptó que me quedara, la preciada libreta de Rosario.

Tuve cuidado de no malgastar el papel. Después de todo, es lo único que me permite mantenerme cuerdo cuando solo las imágenes de lo que pasó esa noche vienen a mi cabeza. Me sumerjo entre textos cada vez más complejos. Poco a poco me acerco a la intrincada mente del Dr. Hoffmann.

Pronto, él se habrá arrepentido de haberme puesto la primera cadena. Entenderá la verdad de mis amenazas. Y suplicará, por más viejo y deteriorado que esté, a causa de las secuelas de sus lesiones.

Ha intentado manipularme y burlarse de mí con lo que sucedió. Dice que se ha encontrado con Mauro y que este le ha ofrecido una cantidad de dinero suficiente para permitirse vivir el resto de su vida en comodidad y brindarle al hospital todo de cuanto le he escuchado quejarse. Sus pacientes no podrían estar más agradecidos por semejante trato y él no duda en dejar en claro que en cualquier instante se le podrían escapar una o dos palabras al respecto… Y que yo dejaría de ser una amenaza.

Sin embargo, nunca ha roto la complicada tregua desde nuestro encuentro. Ambos sabemos que solo lo hace para probar qué tan firme estoy y qué tanto de mí se ha perdido con el paso del tiempo.

Soy todo. Estoy completo. Poseo la única experiencia de la que él carece y lo sabe, por eso me tiene miedo aunque el brillo de sus ojos sea tan intenso como siempre. Es la razón por la cuál me vigila y yo finjo que no lo veo, me muevo errático unos días, y tal como él lo espera otros pocos.

Jamás permitiré que él me domine.

Solo tengo que esperar el momento adecuado.

Me ganaré su confianza.

 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.