Muerte en el quirófano

[Entrada #1422]

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Noviembre 17.

Es el día en que cumplo por fin la mayoría de edad. Ya no tengo la protección de la que gozaba hasta entonces, y sé que bastaría con que Haines confesara que ha cuidado de un criminal los últimos… ¿cuatro años?

Tuve éxito escondiendo este cuaderno de él. Cada vez tengo que hacer las anotaciones más cortas e incluso algunos días me he obligado a reservarme mis pensamientos para no acabar la herencia de Rosario.

Aunque lo niegue, sé que me costará renunciar a ella cuando termine la última de las páginas; después de todo, es lo único que me queda del pasado.

He dejado de verme en los espejos. Un día, hace varios meses, por accidente alcé la cabeza muy pronto mientras me lavaba las manos: no fui capaz de reconocer al hombre que me devolvía la mirada, pero sin duda, lo más duro fue ver el deterioro que la falta de sol y el ejercicio habían causado en él. Lucía como una versión demacrada de mi padre y por un instante pensé en que Haines podría lidiar conmigo en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo. A pesar de la comida y el fantasma de libertad del que ahora disfruto, no me conformo con la imagen del sujeto pálido y ojeroso con el que me encuentro.

Esa revelación, aunque en otro momento me pudo parecer me mal augurio, ahora la tomé como lo que en verdad era: la señal que necesitaba para enfrentarme a lo que me estuviera esperando, aun si Haines estaba o no de mi lado. Deseaba que sí. Necesitaba la pequeña fortuna que había acumulado toda su vida. No había dejado descendencia que pudiera arrebatármela y si tenía suerte, sería toda mía.

Quizá la sangre hace su trabajo, y me parezco más a la última familia que tuve hasta que me vi obligado a asesinarla. De lo poco que supe al revisar entre los archivos que hacían referencia a la investigación de la triple muerte de esa noche, se encontraron pocas pistas y un par de sospechosos de donde lograron reunir suficiente al parecer para declarar culpable a uno de ellos. Pienso que lo han hecho así para no demostrar incompetencia. Pero no los juzgo, ni pretendo humillarlos. Solo fui superior a su inteligencia.

Fui mejor.

Es lo que necesito para continuar mi camino.

Ah. Salir, por fin. Me pregunto si Mattia logró su cometido, al igual que yo, muy pronto. Después de ese día no volví a verle, y solo Haines sabe las razones de haberme mantenido alejado del sótano y ser el único encargado de ese piso. Nadie ve cuando baja y menos cuando regresa, pero sé por sus folios que tiene un nuevo paciente allí.

Quizá Mattia haya terminado de recuperarse y avanzar como persona, tal como logré yo al entenderme con el paso de los años.

Seré grande.

Voy a recuperar el tiempo perdido.

Sepultaré el tiempo de mi vida en esta prisión.

Soy consciente de que algún día regresaré para ajustar los detalles que se salgan de mi plan. Y entonces seré libre.

Por completo.




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