Muerte en Versalles

Capitulo 7

Toda su infancia estuvo aprendiendo sobre Francia, desde niña había sido prometido al delfín como su esposa, al saber que sería reina desde joven la instruyeron para que ningún error hubiera en ella. Su presentación sería impecable en Versalles, y para eso debía de tener los mejores maestros que su madre la emperatriz le pudiera proporcionar; a los 13 años aprendió a tocar el clave de la mano del mismísimo Christoph Willibald Gluck, aprendió el baile francés de Jean-Georges Noverre, dos grandes mentes del siglo, ella tuvo el honor de haber estado bajo su tutela. Aprendió hablar fluidamente francés como hablaba su lengua materna. Aprendió todas las costumbres de la corte francesa, la criaron para ser uno de ellos, para cuándo llegará el momento, no fuera difícil adaptarse. Recibió la mejor educación del imperio para lograr la perfección, los mas finos modales, las más elegantes reverencias. Nunca pudo comer nada fuera de su dieta habitual, subir de peso era un gran pecado, su piel debía de ser impecable, una imperfección no sería permitida. Siempre era pesada todos los días, debía de cuidar su peso, a nadie le gusta las robustas. Trabajo tanto para poder llegar a Versalles, mato su alma y su corazón, con tal de obtener aquella perfección que todos deseaban de ella. Mato sus propios sueños, puso las necesidades de los demás sobre ellos. Toda aquella tristeza que sentía la oculto, se guardo sus propios sentimientos, todo para poder lograr la grandeza. Amplio su diccionario, aprendió hablar italiano y latín, domino cada una de las bellas artes: música, canto, pintura, danza, literatura, escultura.

Trabajo toda su vida para ser la reina de Francia, se preparo para ser una perfecta y culta esposa, sino era reina ¿entonces que era? ¿Cuánto dolor había soportado para serlo? ¿Cuánto trabajo y esfuerzo puso? ¿todo era para nada? Se negaba rotundamente a creer que todo su trabajo había sido en vano, no, ella había nacido para la grandeza, ¿Qué importaba sufrir más? Ya se había roto el corazón, no podía perder más. Todo lo que en verdad amaba tuvo que dejarlo morir, para poder llenar las expectativas de su madre. Debía de aprender a destacar entre sus innumerables hermanos si quería que algún día su madre la quisiera. No era una mujer de ciencia, su padre era adorador de la ciencia, pero amaba también la cacería, aprendió a cazar para estar cerca de él, pero nunca obtuvo ninguna mirada de aprobación. Nunca tuvo una muestra de su amor, a pesar de que ella había dedicado toda su vida para complacerlos. No dejaría que ni el mismo fin del mundo le arrebatará por lo que ha derramado tantas lágrimas. Sería Reina de Francia a como diera lugar.

El sol de mediodía brillaba intensamente sobre el camino polvoriento mientras Antoinette y Adrien se acercaban al pequeño pueblo en la frontera antes de cruzar a Francia. El aire estaba cargado de una quietud inquietante, una calma antinatural que contrastaba con el vibrante bullicio que debería llenar las calles a esta hora del día. Era el punto en el que los comerciantes se encontraban, donde se reunían dos culturas diferentes en un mismo lugar. Las casas de madera se alineaban en calles estrechas y empedradas. Ventanas y puertas cerradas reflejaban una sensación de abandono. No se escuchaba el sonido de los niños jugando, ni el murmullo de las conversaciones en el mercado. Solo el crujido de sus botas sobre el suelo y el ocasional relincho del caballo rompían el silencio. Se encontraban en la plaza principal, había una única fuente en el centro, alrededor solo había puestos de lo que parecía haber sido un mercado, pero parecía haber sido abandonado de repente. Los dos se miraron nerviosos, los dos sabía que aquel silencio no era normal en un pueblo que debía de ser bullicioso por el comercio entre dos naciones. Adrien se detuvo, su rostro marcado por una mezcla de preocupación y alerta.

—Esto no es normal —murmuró, mirando a su alrededor—. Este silencio no es normal.

—¿A caso…? —preguntó inquieta.

¿A caso todos habían muerto por esas criaturas? Los dos se miraron alarmados, si ese era el caso, ese pueblo estaría lleno de esas criaturas, debían de ser cuidadosos con sus pasos, no podía alarmar a nadie. Antoinette, cubierta por su capa para ocultar su identidad, asintió.

—Tal vez las criaturas hayan pasado por aquí —sugirió, sintiendo un nudo de miedo formarse en su estómago—. ¿Qué crees Adrien?

—No estamos seguros de eso —respondió calmado—. Iré a echar un vistazo, quédese aquí.

Insegura observo como Adrien se alejaba buscando alguna señal de vida, sentía su piel eriza, no sabía si debido al miedo creciente que sentía recorrer por todo su cuerpo o debido a la brisa gélida del ambiente. Su imaginación comenzaba a jugar con ella, sentía que escuchaba pasos veloces a su alrededor, sentía como su cuerpo retenía el aliento. Quería alcanzar a Adrien, pero tenía miedo de perderse en el camino, lo mejor sería esperar pacientemente su llegada. Pero su menta era traicionera: comenzó a escuchar ruidos extraños a su alrededor, trato de calmarse pensando que solo era su retorcida imaginación. Miró a su alrededor, tratando de localizar la fuente del ruido, pero no vio nada.

La curiosidad y el miedo luchaban dentro de ella, pero finalmente, la necesidad de saber qué estaba pasando ganó. Se dirigió hacia la dirección del sonido, sus sentidos alerta. Caminó por una calle estrecha y sombría, las sombras de los edificios altos casi cubrían por completo el camino. Un viento frío soplaba, levantando polvo y haciendo crujir las viejas persianas de madera. Llegó a una iglesia vieja, su fachada no parecía estar deteriorada, era de dos pisos hecha de piedra, no se encontraba en mal estado, en el punto más alto colgaba una campana. La puerta principal era de madera, intento abrirla con cautela, pero había algo que estaba obstruyendo el paso, como si hubiera bloqueado la puerta desde adentro. Al observar las ventanas de la iglesia se dio cuenta que también estaban bloqueadas, lo cual levanto sospechas dentro de su interior. Toco con suavidad la puerta esperando hallar una respuesta:



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En el texto hay: francia, zombie, romance

Editado: 21.06.2024

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