Muerte en Versalles

Capitulo 9

—Cuando llegues a Francia tendrás la más lujosa entrada —anuncio embajador Mercy—. Primero tendrá una transición simbólica de la Antoinette que eras de Austria, dejarás todas tus cosas, te vestirán con ropa francesa y cuando entres a Francia serás recibida como la nueva delfina.

—La corte te estará esperando en un campamento en Schuttern, entre la frontera entre nuestras dos grandes naciones —menciono su madre, su mirada era severa—. Todas las miradas estarán puestas sobre ti Antoinette, desde que te bajes del carruaje, serás juzgada, recuerda no debes de cometer ningún error, debes de ser perfecta en todos los aspectos.

—¿Quién tendrá el honor de recibirme? —preguntó seria—. Falta un par de semanas para marcharme, deseo saber quien enviará mi suegro para escoltarme.

—La condesa de Noailles —respondió Mercy—. Es algo estricta, cada palabra que le diga acátala como una orden, no se atreva a desafiarla, será su dama principal en cuanto entre a la corte.

Antoinette asintió ante sus palabras.

—En todo momento deberás de seguir cada palabra del embajador Mercy —instruyo su madre—. Será tu más grande aliado —se acercó a ella, puso un dedo sobre su mandíbula obligando a levantar su mirada para observar sus fríos y penetrantes ojos celestes—. Recuerda que tu principal deber es engendrar un heredero para la corona francesa, solo así podrás asegurar tu posición como delfina y futura reina, debes tener tantos hijos como sean posibles, varones de preferencia.

—No fallaré madre —le aseguro—. Enorgulleceré a nuestra familia y nuestro imperio, le daré un heredero a los Habsburgo —la miro seriamente—. Su sangre estará en la corona francesa, se lo aseguro.

La emperatriz asintió satisfecha con sus palabras.

—Muchos ambicionan tu posición, te querrá ver caer —le advirtió—. Debes de ser lista, no estas en Versalles para holgazanear, debes de complacer a tu esposo y si tiene amantes… deja que tenga todas las que desee, mientras claramente no se le olvide cumplir con su deber conyugal.

—Se lo aseguro madre —dijo confiada—. Me aseguraré de quedar en cinta dentro de un año.

—Ah alteza, debe de estar encantada, la corte esta preparando una entrada majestuosa —la animo Mercy—. Será recibida por cisnes cuando llegue a Versalles, los mismos reyes la recibirán, el carruaje con el cual cambiará esta hecho de cristal para que toda la nación pueda verla entrar, la escoltará la misma guardia real, no habrá nada por lo que temer. Su entrada a Francia será majestuoso, todos hablarán de ella, se lo aseguro.

El sol apenas comenzaba a ocultarse del todo, cuando el pequeño barco de pescadores finalmente se acercó a la costa francesa. Las aguas, antes agitadas, se habían calmado un poco, permitiendo un camino más tranquilo hacia su destino. Antoinette y Adrien emergieron de debajo de la cubierta, todavía un poco mareados y exhaustos por el viaje. La brisa marina fresca y el olor a sal les dio un respiro del hedor de los barriles de pescado. Podían observar la larga orilla del rio, habían llegado, miraron ansiosos el cielo; comenzaba a oscurecer. La brisa a su alrededor se sentía fresca, no parecía haber cambiado el paisaje, parecía como si aun se encontraban en el imperio, no parecía nada diferente, pero sabían que lo eran, al fin habían llegado a su destino. Cuando Antoinette pensó que llegaría a Francia, jamás se imagino que llegaría por medio de un pequeño barco pesquero mientras entraba de contrabando por la frontera. El destino le estaba escupiendo directamente sobre el rostro. Lo que más los extraño es que solo podían ver el extenso campo verde que los rodeaba, no se veía cerca algún pueblo o algún signo de civilización, Adrien miro molesto a Jacques.

—¿Dónde estamos? —inquirió molesto—.

—Lo he trazado en tu mapa, estamos en la región de Alsacia —les informo—. Exactamente cerca de unos kilómetros al pueblo de Plobsheim, es lo más cercano que los podemos dejar de Francia.

—¿Eso que tan cerca esta de Versalles? —inquirió Antoinette molesta—. ¡Saben cuanto tiempo nos demorará llegar ahí!

—¡Tony! —regaño Adrien, mirándola intensamente.

Antoinette había llegado su meta, había logrado sobrevivir a esos pecadores, habían dormido en un molino, se baño en un maldito lago al aire libre, se vomito en un barco, soporto el olor de su maldito pescado, su más joven hermano murió, debía de rescatar lo más pronto posible a su otro hermano, y le estaban diciendo que esto era lo único que podían acercarle, a pesar del jugoso pago que le habían dado. Su ira estallo por completo, pensaba decirle de cosas, cuando Adrien rápidamente intervino, tomo su mano obligándola a bajarse del barco.

—Lo comprendemos, gracias por habernos traído —se despidió rápidamente, tomando sus maletas y tomando el mapa—. ¿Hay algún lugar cercano en el que podamos refugiarnos?

—Antes de llegar al pueblo, hay una granja —respondió serio—. Podrían preguntar ahí, pero muévanse, no queremos estar cuando lleguen esas cosas.

—¡Y nosotros sí! —estallo iracunda—. ¡Hijo de…!

—Nos vamos, adiós.

Rápidamente se bajaron del barco, observando como estos, tan rápido como se habían bajado, se estaban marchando, dejándolos a su suerte. Antoinette estaba reprimiendo todo tipo de malos pensamientos o palabras que deseaba expresar en ese momento, era una mujer noble, no cualquier noble, era la archiduquesa, no podía permitirse perder el control de esa manera, no podía dejar salir de la nada todas sus emociones. Respiro profundamente tratando de calmarse, estallar de ira, no era la clase de chica joven educada que era, no era parte de una noble refinada, ceder ante sus emociones era una clara debilidad. Se calmo hasta poder entablar una conversación con Adrien.



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En el texto hay: francia, zombie, romance

Editado: 21.06.2024

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