...empieza a besarme en el cuello, a tocarme todo el cuerpo con deseo, yo solo le seguía el juego para que no sospechara. Cuando se levanta para quitarse la ropa, agarro la botella y se la estrello en la cabeza, Benito cae desmayado y yo aprovecho para escaparme. La puerta no tenía seguro, estaba segura que esta vez me iría de aquí, regresaría a la casa de mi mamá y le pediría perdón y ayuda. Corrí lo más lejos posible, comencé a cansarme de lo confiada que estaba, durante el camino habían unos hombres de rasgos feos que me miraban al caminar, uno de ellos se levantó cuando yo iba lejos y de inmediato se levantaron los demás, sentía sus miradas asquerosas tocar por todo mi cuerpo. Estaba a punto de llorar pero me tranquilicé, cuando los tenía cerca me armé de valor y corrí lo más rápido posible, pero esos malditos hombres me tumbaron al piso, grité de miedo y les pegaba para que me soltaran. 4 hombres estaban golpeándome, 2 de ellos me sujetaban los brazos y pies, me tenían tendida, el otro me quitaba la ropa y el último hombre se quitaba su cosa horrorosa para meterlo en mi boca.
—¡DÉJENME NO ME HAGAN NADA SE LOS SUPLICO!— gritaba con dolor pero ninguno me hizo caso.
Cuando los 2 primeros abusaron de mí, me golpearon hasta dejarme sin fuerzas, sujetaron mis pies y manos y los otros 2 comenzaron a violarme. No sé cuánto tiempo fue el que estuve tirada, estaba ida, no quería moverme, mis lágrimas se habían secado por completo, quería llorar pero ya no podía sacar lágrima alguna. Desnuda con sangre en mi parte íntima, mi labio roto, naríz sangrado, moretones en los brazos y piernas, lo único que quería era morirme en ese momento. Me maldije, era tiempo de morir. Quedé sin fuerzas y caí desmayada, no supe más de mí, despierto en una casa muy bonita, veo a una persona mirarme, cuando recupero conciencia me levanto luego de la cama y pregunto:
—¿Quién eres tú?— temblando asustada.
—Descuida, soy Francisco, te ví tirada por la carretera y pues bajé a ver si estaba muerta pero aún tenías pulso. Soy médico por eso te atendí adecuadamente.— me dice de una manera amable.
—Necesito llegar a mi casa.— le digo desesperada.
—Por lo que veo te pasó algo malo, puedes confiar en mí.— dice preocupado Francisco.
—¡Quiero irme a casa por favor!— le digo tratando de llorar.
—Tranquila niña, ¿Cómo te llamas?— pregunta asustado.
—Rosaura— le contesto y él me dice:
—Está bien Rosaura, mira si te hicieron algo malo tienes que decir lo que pasó para poder ir a denunciar, esto no se puede quedar así.
—Es que ni yo mismo lo recuerdo bien.— digo con impotencia.
—Cálmate por favor, trata de recordar lo que pasó.— me dice pacíficamente.
Comienzo a recordar y le cuento lo que pasó, el médico Francisco se sorprendió por lo que le conté y noté que se puso triste, si yo que lo estoy relatando me duele muy fuerte esto, no me imagino a él como ha de estar.
—¡Vamos a denunciar a esos cerdos desgraciados!— me dice enojado.
—Primero quiero ir a mi casa a ver a mi mamá— le digo amablemente.
—Está bien, yo te llevo.— me responde Francisco.
Íbamos saliendo de su casa cuando veo que Benito se acercaba con paso molesto.
—¿Qué haces aquí Rosaura?— serio Benito mirando a Francisco con enojo.
—¿Tú quién eres?— dice Francisco mirándolo a los ojos.
—Soy su esposo, ¿Algún problema?— responde Benito muy retador.
—¿Eso es cierto Rosaura?— extrañado me pregunta Francisco.
—Sí— le digo agachando la mirada.
—Vamonos a la casa Rosaura, esta vez si te pasaste.— sujetándome del brazo muy tosco Benito.
Me sube a un taxi y yo no quería irme con él, trataba de mostrarle al médico alguna señal sigilosa para que me rescatara pero no se dió cuenta. Francisco solo estaba parado sin hacer nada, mirándome con tristeza por lo que me había pasado, no lo culpo, cada quien sufre lo que le toca sufrir y de ahí nadie se mete. Esta vez Benito iba serio en el taxi pero me llevaba a otro rumbo, no entendía por qué por aquí, era un barrio donde la gente solo te miraba y no decía nada. Este lugar sería como mi perdición. Bajamos del taxi y sin decir nada me agarra del cuello y me lleva como si fuese un animal, entra en una casa y dice:
—Esta será nuestra nueva casa, de aquí no escapas más que muerta.— con ojos de odio, me empuja y me patea como cualquier cosa, lloré...