...a más no poder, Benito se va y me encierra como su prisionera. En serio no merezco esto, nadie lo merece. Me levanto del suelo y me asomo por la ventana, la calle estaba sucia, las casas tenían grafitis en sus paredes, el lugar era muy horrible, hombres pasando con sus vestimentas rotas, como si fueran miserables. La calle al parecer se llama "Los Miserables" aún no entiendo como pueden ponerle por nombre algo así. Estaba irritada, caminaba de un lugar a otro, me sentaba en tal lugar de la casa y luego me siento en otro lugar, estaba aburrida. Y así mientras pasaban la horas, empezaba a tener hambre, quería comer algo pero no había nada. Muy noche llega Benito, ebrio, creo que ya se le va a hacer costumbre, traía consigo un plato de comida.
—Toma— mientras me da el plato de comida —para que no digas que soy malo contigo.— se tira al suelo luego para dormir. Yo aprovecho y como tranquila, Benito no había cerrado bien la puerta, trato de no hacer ruido al caminar hacia la puerta y lentamente me salgo de la casa cerrando la puerta. Esta era la oportunidad de volver a ser libre como antes, o regresar al infierno que poco a poco me arrastraba. No había nadie en la calle, yo aproveché para salir de ese lugar cuando una mujer de apariencia amable me detuvo.
—¿De dónde eres niña?— pregunta la mujer.
—No soy de aquí— le digo de espaldas con miedo.
—¿Y qué haces aquí si se puede saber?— insistente la mujer.
—Me perdí, solo quiero volver a casa.— temblando le dije a ella.
—No temas, no te haré nada. Te acompaño.— me dice amablemente.
Yo me acerco lentamente a ella y me empieza a guiar por un camino extraño.
—Descuida, yo conozco todo por aquí y sé dónde es el camino más corto.— explica al ver mi cara de inseguridad.
—¿Cómo te llamas y cuántos años tienes?— pregunta la mujer extraña.
—15 años y me llamo Rosaura. ¿Usted?— le digo desconfiada.
—Yo soy Merly, tengo 35 años.— con una sonrisa.
Merly trata de ganarse mi confianza preguntando sobre mí y diciendo cosas de su vida. Que tarde me di cuenta que ella solo hizo que diéramos una vuelta para regresar a la calle de los miserables, el lugar se me hizo conocido y cuando retrocedí ella me agarró con fuerzas.
—¡VEN AQUÍ MALDITA!— dice gritando Merly.
—¡NO POR FAVOR! ¡ME MALTRATAN NO QUIERO ESTAR AQUÍ!— le digo gritando a ella pero me llevaba arrastrando a la casa donde Benito me encerró. Merly me tira al suelo y veo que Benito no estaba, la gente comenzaba a salir de sus casas y yo no entendía.
—¡VEAN BIEN LO QUE LES PASARÁ A TODAS AQUELLAS MUJERES QUE QUIERAN ESCAPAR DE SUS HOMBRES!— decía Benito dirigiéndose a la gente que se asomaba.
En mi mente no entendía nada de lo que estaba pasando.
—¡CUANDO FINALICE USTEDES TENDRÁN LA OPORTUNIDAD DE DARLE UN GOLPE A ESTA MUJER Y SABRÁN AHORA POR QUÉ NOS LLAMAN LOS MISERABLES!— gritaba para que todos lo escucharan.
Merly me agarra fuertemente y me lleva en medio de la calle, amarran mis pies y manos para que no haga nada. Un hombre tenía una cámara de vídeo, estaba listo para grabar. Benito comienza a darme de golpes, yo solo me quejaba, la gente al rededor se reían de la situación que yo estaba pasando, que miserables son, dije en mi mente, aguantando el dolor de los golpes.
—¡AHORA SÍ, LES TOCA A USTEDES!— decía Benito.
La gente se acercaba a mi y uno por uno me daba una patada, escupían, golpeaban con algo, tiraban piedras y otras cosas que ya no vale la pena recordar. Terminaron de hacer su "evento", nadie me quitará lo humillada que fui ese día, como estaba amarrada no me podía escapar, sola, arrumbada como cosa que no servía. Al otro día Benito me levantó y metió a la casa, yo aún seguía durmiendo, era lo que quería estar para siempre, dormir para siempre y nunca levantar de esta vida de mierda que me tocó. Tira un balde de agua encima y despierto asustada tratando de respirar.
—¿Te gustó lo de anoche mi vida?— dice burlándose de mí.
—¡Maldito!, Una cosa tengo entendido...— digo mientras Benito interrumpe.
—¿Qué mi vida?— riéndose el maldito.
—¡Me das ASCO!— le digo susurrando sin miedo alguno.
Borra su sonrisa de inmediato y me cachetea.
—¡CÁLLATE PIRUJA!— queda en silencio mirándome con odio —¿No aprendiste la lección o qué?— agarrándome del cuello.
—¡Ya no te tengo miedo imbécil— el miedo en mi había desaparecido, lo único que...